Bollullos Par del Condado (Huelva), 27 nov (EFE).- Ismael Lagares pinta cuadros con óleos que parecen cerámica a los que suma pequeñas piezas de cerámica que parecen óleo, siempre entre la figuración y la abstracción, en una exploración con la que ha conquistado buena parte del mercado del arte nacional e internacional desde Bollullos Par del Condado (Huelva).
A sus 46 años, Ismael Lagares ha contado a EFE que cuando, de manera tardía, emprendió sus estudios de Bellas Artes en Sevilla tenía condiscípulos que al verle trabajar le advertían: "Tú no eres pintor, tú eres escultor", una apreciación que entonces lo enojaba pero que ahora, años más tarde, con piezas en colecciones como la Thyssen y la de la familia real de Dubai, le hace sonreír como dándole razón a sus antiguos compañeros.
"A veces mis cuadros hay que tocarlos u olerlos para ver cómo están hechos realmente; trabajo mucho con las manos, más que con la paleta, porque hago una pintura gestual y 'matérica'; empiezo por la figuración pero al final esa figuración desaparece para convertirse en una abstracción porque mi pintura también tiene mucho de azar", ha explicado el artista, que el próximo domingo viajará a Estados Unidos para participar en la feria internacional Art-Miami .
En sus cuadros, como en sus esculturas -hechas con resina mezcladas con otros elementos como la silicona-, algunas inspiradas en la mascota familiar, un hermoso samoyedo de pelo blanco, son onmipresentes las explosiones de colores netos, definidos, casi rabiosos, como si remitieran a macizos de flores de aire onírico: "Siempre parto del paisaje más próximo, de mi entorno y de Doñana", reserva natural muy próxima a su localidad.
Hace poco más de dos años Lagares decidió comprar una antigua bodega de su pueblo, que aún conserva una arcada del siglo XVIII que perteneció a un antiguo convento, para construirse un nuevo estudio, anexo a su nueva vivienda, con la idea de que el resto de su obra artística sería concebida y creada allí mismo, para lo cual ha dotado también las instalaciones de dos hornos de cerámica.
"Viajar y moverse es importante pero si he hecho mi obra como la he hecho es porque estoy aquí; aquí tengo la amplitud y la luz que necesito; necesitaba un sitio donde estar cómodo para crear, y sobre todo estar cerca de mi familia, que es lo que me da mucha más energía que vivir en una ciudad como pueda ser Madrid", ha señalado
"Aquí me distraigo menos y produzco a la escala que me apetece; al final, estar aquí o en Madrid es lo mismo salvo para los problemas de logística", dice en alusión a algunas de sus obras de grandes dimensiones y considerable peso, como el mural de cerámica ubicado a la entrada de su estudio, de 4,80 por 1,80 metros y que forma parte de un conjunto concebido para estar al aire libre, una de cuyas piezas, de 5 por 2 metros, vertical, forma parte de una colección particular en Asturias.
"Yo me considero pintor, pero los cuadros me piden salir de las dos dimensiones y pasar a las tres dimensiones; es por lo que estoy metiendo cada vez más cerámica", dice de unas composiciones que tiene colgadas en su estudio junto a otras de hace cinco años, pintadas exclusivamente con óleo pero en las que también parece que se ha intervenido con cerámica, como en las más recientes.
De expresionismo abstracto han calificado algunos críticos la pintura de Lagares, quien el sábado pasado convocó en su nuevo estudio de Bollullos a algunos de ellos junto a coleccionistas, galeristas y otros especialistas en arte para mostrarles algunas de sus últimas obras.
En la bodega reconstruida cuenta con una sala cubierta a gran altura de unos 300 metros cuadrados, más un doble piso que parece flotar sobre este espacio y sobre la arcada del siglo XVIII, además de un patio al aire libre de otros 200 metros, destinado a trabajos de cerámica y hornos.
Nada que ver con sus tiempos de estudiante de Bellas Artes en Sevilla -un profesor le animó a concurrir a un certamen y, después de ganar el primer premio, ganó otra decena de concursos en el mismo año-, cuando durante cuatro cursos compartió con su amigo Alejandro Botubol un estudio en su semisótano al que llamaban 'La bañera' porque cuando llovía el agua corría por el suelo. EFE
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