Pagaron la cuenta

El día de la elección -como para todos- fue un día intenso. El acto cívico de la votación, ejemplar, para luego conocer el resultado a poco más de una hora del cierre de mesas. Sin embargo, para mí tuvo pena: el resultado de Chile Vamos por el que hice apostolado, sobre todo en sus inicios, pero después sentí algo que los alemanes llaman Schadenfreude... o la alegría propia por la desgracia ajena: la tremenda derrota de la izquierda unida, desde el MIR hasta la DC, pasando por el PC y por el FA.

Y pasado el rato, esperanza, al ver y escuchar el largo discurso de JAK. Pudo ser latoso para muchos, descoordinado también (maldito teleprompter), pero bajó expectativas, llamó a la paz social y a la unidad, en particular de la derecha, que luchó a tres (o quizás a cuatro) bandas. Pudimos ver a un presidente electo que desde este minuto sabe “habitar el cargo”; no es José Antonio, es el Presidente Kast. Tan diferente del que ahora se va, que nunca fue el Presidente Boric, sino siempre Gabriel, con sus gestos siempre personales, nunca presidenciales: sin corbata, con un jockey. Como anunciando, “aquí viene Gabriel”, el dirigente de la FECH, el de las marchas, el que retaba a los soldados que cumplían su deber, el que viajó desde lejos para votar la destitución de un Presidente electo democráticamente y el que apoyó los retiros de las AFP (quizás la peor política pública de los últimos tiempos). Siempre fue Gabriel, nunca el Presidente Boric.

Los análisis posteriores de la derrota han sido tímidos, inconcretos, salvo el del PC, que es sobrio, conciso y brutal (tienen -por eso no lloran- de plomo las calaveras...). Estuvo a punto de lograr “el instante leninista” en ese noviembre trágico: casi sacan por la fuerza a Sebastián Piñera aquella noche para el olvido. Y después, manejando los hilos de la Convención, podrían -si ganaba el Apruebo- haber convertido a Chile en un país chavista. Y en eso tuvo el apoyo -ineficaz al final- de toda la izquierda hasta la DC, y de la ex Presidenta Bachelet (que a pesar de eso -y de otros “detalles”- quiere el apoyo de la derecha para lograr el liderazgo de la ONU).

Y una vez más (como en la derrota aplastante del 4/9/22), Chile eligió el orden frente al desorden. El cumplimiento de la ley, por sobre la excepcionalidad revolucionaria; la tradición por sobre la cultura woke; su bandera con la estrella solitaria, por sobre la del Wallmapu. Y ahora el eje no es de pobres contra ricos, obreros contra empresarios, ni el combate a la desigualdad.

Hoy es orden, protección de la vida y cumplimiento de la ley, contra el desorden, permisividad y permisología. No fue, como afirma el PC, un plebiscito sobre el gobierno de Gabriel; fue algo mucho más profundo. El voto de un país que rechazo el “estallido” y “el mamarracho constitucional” desde la A hasta la Z. La derrota política e intelectual de Gabriel, de Las Tesis, de Las Yeguas, de Atria, de Bassa y Loncon. Y como no decirlo de “Las Indetectables” y todo lo que ellos representan.

Por César Barros, economista

Diciembre 26, 2025 • 2 horas atrás por: LaTercera.com 28 visitas

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