En entrevista con El Periodista TV, la presidenta del Servicio Electoral (Servel), Pamela Figueroa, abordó uno de los episodios menos recordados, pero más graves de la dictadura: la destrucción de los registros electorales del país en 1974, orden que dejó sin memoria oficial a décadas de participación democrática.
Figueroa explicó que tras el golpe de Estado, el registro electoral —creado en 1925 como base institucional para garantizar elecciones limpias y confiables— fue cerrado y luego quemado, eliminando información clave sobre padrones, procesos, votantes y organización electoral.
“Se destruyeron los registros electorales y con ellos una parte fundamental de la memoria democrática de Chile”, señaló. Para la historiadora y politóloga, este hecho no solo implicó una pérdida documental, sino una acción simbólica: borrar institucionalmente el derecho a votar en un país donde las elecciones fueron suspendidas por casi dos décadas.
La presidenta del Servel recordó que junto a la eliminación de archivos, el organismo fue desmantelado, sus funcionarios dispersados y el sistema electoral prácticamente desaparecido hasta la preparación del plebiscito de 1988.
“Funcionarios que habían trabajado antes del golpe fueron convocados nuevamente para reconstruir el sistema electoral que permitió recuperar la democracia”, destacó.
Recuperar lo perdido: una tarea en curso
Figueroa afirmó que hoy el Servel trabaja activamente en la recuperación y digitalización del archivo histórico, reconstruyendo lo que se pueda rescatar a partir de material conservado por exfuncionarios, documentos encontrados en otras instituciones y archivos personales.
Incluso existen registros audiovisuales de la quema ordenada por la dictadura, que ya forman parte del repositorio disponible al público.
“Como historiadora, me duele profundamente la destrucción de documentos democráticos. Pero también debemos entender que incluso ese registro de destrucción es parte de la memoria del país”, sostuvo.
Para la presidenta del Servel, recordar este episodio es clave para comprender la fragilidad de la democracia y valorar la fortaleza del sistema electoral actual, reconocido a nivel internacional.
“Las nuevas generaciones deben saber que no siempre hubo elecciones libres. Hubo un momento en que el país perdió su registro electoral. Recuperar esa historia también fortalece la democracia”, concluyó.
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