Pluribus: el cielo azul como promesa, la actuación contenida y el riesgo de un autor atrapado en su propio sello

Por Miguel Reyes Almarza*

Pluribus cerró su primera temporada el pasado 24 de diciembre, con un noveno episodio que funciona más como una suspensión reflexiva que como un clímax tradicional. La serie, creada por Vince Gilligan, propone un relato de ciencia ficción de bajo estruendo y alto concepto: un mundo en el que algo esencial ha cambiado en la forma en que las personas se vinculan entre sí, aunque nunca se nos explique del todo qué ocurrió ni cuándo comenzó la fractura. El foco está puesto en Carol Sturka (Rhea Seehorn), una mujer solitaria, irónica y deliberadamente incómoda con el entorno, que observa —y a ratos padece— una realidad donde la comunidad parece diluirse en una suma de individuos desconectados.

Gilligan no construye Pluribus desde el espectáculo ni desde el misterio convencional. La serie avanza como lo hacen ciertas ideas: por acumulación de gestos, atmósferas y silencios, dejando que el espectador complete los espacios en blanco. Es una apuesta riesgosa, pero coherente con un creador que, desde Breaking Bad y Better Call Saul, ha demostrado preferir la erosión lenta al golpe inmediato.

Y es justamente ahí donde Pluribus comienza a mostrar su mayor virtud —y también algunas de sus tensiones—: en la forma.

La fotografía: Albuquerque como estado emocional

Si algo resulta incuestionable en esta primera temporada es la potencia de su fotografía. Albuquerque vuelve a ser el escenario elegido por Gilligan, pero aquí se desprende de toda referencia criminal o urbana para convertirse en un espacio casi metafísico. El cielo azul, amplio, limpio hasta la exageración, domina buena parte de la puesta en escena. No es un dato menor: la serie abusa deliberadamente de planos abiertos, panorámicas extensas y tomas aéreas que subrayan la pequeñez del individuo frente a un entorno vasto y aparentemente sereno.

Ese cielo —tan presente como el silencio— envuelve la serie en un halo ambiguo de soledad y esperanza. Soledad, porque los personajes parecen siempre aislados dentro del encuadre; esperanza, porque la luz nunca es opresiva. En varios episodios, especialmente en los intermedios de la temporada y en el cierre, la cámara se detiene más de lo necesario en calles vacías, horizontes abiertos o personajes detenidos frente al paisaje. No es mero esteticismo: es una declaración de tono. Pluribus se observa a sí misma como un mundo quebrado, sí, pero aún respirable.

La fotografía no acompaña la historia: la narra. Y lo hace con una paciencia poco habitual en la televisión contemporánea, más preocupada del ritmo que de la contemplación.

Rhea Seehorn: sostener la serie sin poder desplegarse del todo

Gilligan escribió Pluribus pensando en Rhea Seehorn. No es un secreto ni un gesto menor. Después de una actuación absolutamente deslumbrante en Better Call Saul —donde Kim Wexler construyó uno de los arcos emocionales más complejos de la televisión reciente, sin recibir nunca el reconocimiento institucional que merecía—, esta serie parecía el acto de justicia largamente postergado.

Y, sin embargo, algo no termina de cuajar del todo.

Seehorn es correcta, precisa, contenida. Sostiene el peso de la serie sin esfuerzo visible, mantiene la tensión incluso cuando el guion parece flotar más que avanzar. Pero el problema no está en ella, sino en el registro que Gilligan elige para su personaje. Carol Sturka transita constantemente entre el sarcasmo, la ironía y un tono que bordea la caricatura. Sus monólogos —frecuentes y claramente diseñados como momentos de lucimiento— tienden más a la comedia que al drama, más al ingenio verbal que a la profundidad emocional.

El contraste con Better Call Saul es inevitable y, en este caso, incómodo. Allí, Seehorn construía emoción desde el silencio, desde la ambigüedad moral, desde la tensión interna. En Pluribus, en cambio, el personaje parece decir demasiado y sentir menos, no por incapacidad actoral, sino por una escritura que privilegia el sello autoral de Gilligan por sobre el desarrollo emocional fino.

Seehorn demuestra que puede cargar la serie sobre sus hombros, pero también deja claro que todavía tiene una profundidad actoral que esta temporada apenas roza.

El riesgo Gilligan: cuando el estilo amenaza con volverse fórmula

Pluribus es una serie reconocible en cada plano, en cada pausa, en cada giro tonal. Eso es una virtud… hasta que comienza a sentirse como una zona de confort. Gilligan vuelve a apostar por la dilación, por el humor incómodo, por personajes que parecen no encajar del todo en el mundo que habitan. Pero esta vez, el equilibrio entre forma y fondo no siempre es perfecto.

La belleza visual, por momentos, eclipsa el conflicto. La contemplación reemplaza al desarrollo. Y aunque eso no invalida la experiencia —al contrario, la vuelve estimulante para un espectador atento—, sí deja la sensación de una obra más interesada en su atmósfera que en empujar a sus personajes hasta el límite.

¿Habrá segunda temporada?

Por ahora, no hay confirmación oficial de una segunda temporada. Gilligan ha insistido en que se tomarán el tiempo necesario, mientras en redes sociales —incluido un comentario ya célebre de Stephen King pidiéndole que se apure “antes de que envejezca más”— la expectativa crece. La presión existe, pero Pluribus parece concebida para avanzar sin prisa, fiel a su propia lógica.

Epílogo

Pluribus no es una serie para todos, ni parece querer serlo. Es una experiencia visual poderosa, reflexiva, a ratos incómoda. Su fotografía es memorable, su atmósfera está cuidadosamente construida y Rhea Seehorn confirma —una vez más— que es una actriz de enorme calibre. Falta, quizás, que la serie se atreva a entregarle un espacio emocional tan profundo como el talento que ella ha demostrado tener.

En ese cielo azul que cubre Albuquerque hay belleza, pero también una promesa aún incumplida. La verdadera pregunta es si una segunda temporada se atreverá a cumplirla.

Disponible para streaming en Apple TV+.

*Periodista e investigador en pensamiento crítico.

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Diciembre 27, 2025 • 3 horas atrás por: ElPeriodista.cl 27 visitas

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