Por qué el Papa Francisco pidió ser enterrado en Santa María la Mayor y no en el Vaticano
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Por qué el Papa Francisco pidió ser enterrado en Santa María la Mayor y no en el Vaticano

La última decisión del pontífice argentino marca una ruptura con la tradición y privilegia su historia personal
El pontificado del Papa Francisco, quedará en la historia por su carácter innovador y por los numerosos precedentes que estableció. Desde su elección en 2013 como el primer sudamericano y jesuita, hasta su decisión final respecto a su lugar de descanso eterno, el pontífice marcó caminos nuevos en la historia de la Iglesia católica.
Su fallecimiento, el pasado 21 de abril a los 88 años, puso de manifiesto una vez más su carácter disruptivo: Jorge Mario Bergoglio eligió ser sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, en lugar de las tradicionales grutas vaticanas bajo la Basílica de San Pedro.
Esta elección representa una ruptura significativa con la costumbre establecida durante más de un siglo. Desde el entierro de León XIII en la Archibasílica de San Juan de Letrán en 1903, todos los Papas habían sido inhumados dentro de los confines del Vaticano, mayoritariamente en las Grutas Vaticanas.La decisión de Francisco, por tanto, no es un detalle menor, sino una declaración.

Por qué Francisco eligió ese lugar
La elección de la Basílica de Santa María la Mayor como lugar de sepultura responde a una profunda conexión espiritual y emocional del Papa Francisco con este antiguo santuario mariano. A lo largo de su pontificado, el argentino solía detenerse allí antes y después de cada viaje apostólico, para encomendar sus intenciones y agradecer la protección de la Virgen María, a quien veneraba bajo el título de “Salus Populi Romani” (Protectora del Pueblo Romano).
En su testamento, Francisco expresó: “Deseo que mi último viaje terrenal termine precisamente en este antiguo santuario mariano, donde siempre me detengo a rezar al inicio y al final de cada viaje apostólico”.
En el documento, fechado el 29 de junio de 2022 y hecho público tras su fallecimiento, vincula explícitamente este deseo a su práctica habitual como Papa, describiendo la basílica como el destino de su “último viaje terrenal” y el lugar al que acudía “en oración al inicio y al final de cada Viaje Apostólico, para encomendar confiadamente mis intenciones a la Madre Inmaculada y agradecerle sus dóciles y maternales cuidados”

La frecuencia de estas visitas fue notable. Medios italianos mencionan más de 115 visitas durante su pontificado, a veces requiriendo incluso la interrupción del tráfico para permitirle unos minutos de oración. Ni siquiera su convalecencia final interrumpió esta tradición: tras recibir el alta médica en marzo pasado, se dirigió en su vehículo hasta la Basílica para ofrecer flores y oraciones ante la imagen.
Central a esta devoción es el antiguo icono bizantino venerado en la basílica: la Salus Populi Romani (Protectora o Salud del Pueblo Romano). Francisco manifestó una piedad particular hacia esta imagen, considerada patrona de Roma y a la que históricamente se ha recurrido en momentos de crisis, como pestes o, más recientemente, durante la pandemia de COVID-19, cuando el Papa rezó ante ella por el fin de la enfermedad.
Respecto al sitio específico de su sepultura, Francisco eligió un pequeño recinto detrás de la escultura de la Reina de la Paz, una zona que anteriormente se utilizaba para almacenar candelabros. Según reveló en una entrevista recogida en el libro “El sucesor”, publicado en 2024, manifestó: “Justo después de la escultura de la Reina de la Paz (la Virgen) hay un pequeño recinto, una puerta que da a un cuarto que usaban para guardar los candelabros. Lo vi y pensé: ‘Ese es el lugar.’”
El lugar ha sido preparado conforme a sus deseos: un sepulcro sencillo, “en la tierra, sencillo, sin decoración particular”, con la inscripción “Franciscus”, su nombre papal en latín. La elección del sitio también refleja su estilo de vida austero, el mismo que lo llevó a vivir fuera del Palacio Apostólico durante su pontificado, en la Casa Santa Marta.
El nexo entre Francisco y la Basílica de Santa María la Mayor, sin embargo, no se limita a su devoción mariana. La Basílica tiene una fuerte impronta jesuítica: San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, celebró allí su primera misa en 1538. Además, la cercanía física entre el templo y la Embajada Argentina en Roma, activa desde 1889, reforzó aún más este vínculo personal e institucional.
Cuáles son los otros Papas que están enterrados allí
La decisión de Francisco lo inserta en una tradición histórica, aunque poco frecuente en los últimos tiempos, de papas sepultados fuera de la Basílica de San Pedro. Actualmente, otros siete pontífices descansan en Santa María la Mayor, acompañando a numerosas figuras ilustres de la historia.
Entre ellos destaca San Pío V, el Papa que excomulgó a la reina Isabel I de Inglaterra. Su cuerpo incorrupto se exhibe en la Capilla Sixtina o de la Natividad dentro de una urna de cristal, aunque su rostro está cubierto con una máscara de plata. También está enterrado Clemente IX, conocido por haber beatificado a Santa Rosa de Lima, la primera santa de América Latina.

El listado continúa
Otros pontífices enterrados en Santa María la Mayor incluyen a Sixto V, célebre por sus reformas administrativas; Clemente VIII, quien finalizó la conversión del rey Enrique IV de Francia al catolicismo; Nicolás IV, primer Papa franciscano; Honorio III, quien aprobó la orden de los dominicos y franciscanos; y Pablo V, conocido por concluir la construcción de la Basílica de San Pedro.
Además de los Papas, Santa María la Mayor guarda los restos del escultor y arquitecto Gian Lorenzo Bernini, artífice de la célebre columnata de la Plaza de San Pedro, y de Paulina Bonaparte, hermana de Napoleón.
“La riqueza histórica y artística de Santa María la Mayor no se agota en sus sepulturas”. Sus orígenes, remontados al siglo IV, y su vinculación con leyendas marianas como la nevada milagrosa en pleno verano contribuyen a su carácter único. Su decoración incluye mosaicos bizantinos y artesonados recubiertos con oro americano, presumiblemente traído por Cristóbal Colón.
“La presencia del Papa Francisco, considerado ‘el santo de la misericordia’ por sus fieles, como indicó una peregrina guatemalteca a BBC Mundo, añade ahora un nuevo capítulo a esta larga historia de espiritualidad y arte”.
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