Por qué la IA podría no ocupar todos nuestros trabajos, según un economista
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Por qué la IA podría no ocupar todos nuestros trabajos, según un economista

Los acelerados avances en campos como la inteligencia artificial (IA) generativa han intensificado las preocupaciones sobre cómo las nuevas tecnologías afectarán a los empleos.
Mientras algunos sugieren que quitará numerosos puestos de trabajo, otros plantean que puede ampliarlos y ayudar a las personas a que cumplan sus labores de mejor manera.
El economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), Sendhil Mullainathan, sostiene que esto dependerá de las propias personas.
Sin embargo, hasta el momento, no cree que se esté siguiendo un buen camino.
En una reciente entrevista con el Wall Street Journal, Mullainathan aseguró que las personas tenemos la opción de influir en qué tipo de tecnología se convierte.
Para explicar su visión, recurrió a un concepto que utilizó el cofundador de Apple, Steve Jobs, después de haber visto un gráfico de Scientific American de 1973.
La imagen sugería que el “hombre en bicicleta” era un viajero mucho más eficiente que otros animales.
Por lo tanto, manifestó Jobs, los computadores debían ser “una bicicleta para la mente”, en el sentido de que tuvieran la capacidad para amplificar las capacidades de las personas.
Si se piensa en el ámbito de la IA, el economista sostiene que debe recuperarse y aplicarse la idea de que está diseñada para ayudarnos, no para reemplazarnos.
“La gente imagina que la IA va a automatizar las cosas, pero no comprende que la automatización es solo un camino. No hay nada intrínseco en el aprendizaje automático ni en la IA que nos lleve por ese camino. El otro camino es, en realidad, el de la mejora continua. Para mí, las bicicletas para la mente describen eso”, dijo al citado periódico.
“Ya sea que terminemos construyendo cosas que nos reemplacen o que mejoren nuestras capacidades, es algo en lo que podemos influir. Pero siento tanta urgencia como todos los demás: si seguimos por el camino de la automatización, será muy difícil dar marcha atrás y empezar a cambiar las cosas”, advirtió el economista.

Por qué la IA podría no ocupar todos nuestros trabajos
Para Mullainathan, la principal falla en cómo se desarrollan e implementan las herramientas de IA está relacionada a que se construyen modelos con una gran capacidad de automatización, los cuales no invitan a las personas a hacerse más partícipes en el desarrollo de las tareas asignadas.
“Si observamos los puntos de referencia estándar, no hay nada en ellos que te haga pensar: ‘Ah, aquí tienes una métrica para ayudar a alguien a hacer algo mejor’”, comentó el economista.
Cuando se le consultó si existen entornos en los que la IA sí esté desempeñando ese papel, Mullainathan mencionó un artículo académico que una exalumna suya, Lindsey Raymond, desarrolló junto a sus colegas Erik Brynjolfsson y Danielle Li.
El experto explicó que analizan “centros de llamadas” en los que se hacen consultas técnicas y los trabajadores responden, a través de mensajes escritos en un chat.
“Se introduce un bot de IA que ofrece sugerencias a los trabajadores. (Los investigadores) estudian el efecto del bot en el rendimiento y descubren que cuando los trabajadores acceden al bot, obtienen mejores resultados (...) los trabajadores con peores resultados son los que reciben más ayuda”.
“Luego estudian qué sucede con el rendimiento de estos trabajadores cuando el bot se desconecta durante aproximadamente un día”, detalló Mullainathan.
“Lo que descubrieron es que, al principio, sin el bot, los trabajadores simplemente se revertían. Pero después de unos meses, al eliminar el bot, el trabajador funcionaba igual de bien que con él. Así que lo que sucedía es que este bot no era un bot auxiliar, sino un bot maestro”.
En cuanto a cómo la IA puede ser una “bicicleta para la mente”, el economista planteó: “Imagina que buscas trabajo y necesitas la ayuda de un algoritmo que te ayude a decidir dónde solicitar empleo”.
“‘¿Dónde debería solicitar empleo?’ es inherentemente una pregunta que te lleva a la mente. Requiere combinar algunos aspectos que la persona conoce (qué tipo de trabajos le gustan, dónde está dispuesta a vivir, etc.) con otros para los que el algoritmo es más adecuado: dado tu currículum, ¿dónde es probable que consigas una entrevista? ¿Dónde es probable que consigas una oferta?”.
Por lo tanto, el algoritmo puede ofrecer ayuda en determinar cuáles podrían ser tus oportunidades, mientras que tú entiendes cuáles son tus preferencias. Con la combinación de ambos factores, se puede tomar una mejor decisión.

De acuerdo al economista, las nuevas tecnologías pueden ser especialmente útiles para “ayudarnos con las cosas en las que no somos tan buenos”, para así “dejar espacio para las que somos excelentes”.
“Tomemos como ejemplo una revisión de currículums. Se nos da muy mal leer las cosas muy rápido. Sería muy interesante si, después de realizar la revisión de currículums, hubiera un producto que dijera: ‘Oye, aquí tienes 10 currículums que normalmente no seleccionas. Pero cuando los seleccionas, parece que realmente contratas a la persona o que le va bien en la entrevista. ¿Por qué no les dedicas más tiempo?’”.
De la misma manera, Mullainathan dijo al Journal que está convencido de que un producto que podría transformar significativamente la naturaleza del trabajo es “uno que me ayude a tomar mejores decisiones sobre qué hacer y qué no”.
Aunque reconoció que existen sistemas que ayudan a la organización y programación en el calendario, enfatizó que “no resuelven el problema fundamental de la gestión del tiempo”.
Si bien, tales aplicaciones pueden permitirte agendar múltiples reuniones, generalmente no van a alertarte que asistir a esas instancias te hará sentir cansado, ejemplificó el economista.
“El algoritmo tiene acceso a una gran cantidad de información sobre tu calendario, tus reuniones pasadas y sobre sesgos psicológicos conocidos. Tienes una comprensión profunda de lo que intentas lograr, de lo que te ha funcionado, de lo que no, de lo que te ha puesto nervioso”.
“Si pudiéramos combinar estas dos cosas, creo que tendríamos una forma totalmente diferente de abordar la gestión del tiempo”, sentenció Mullainathan al citado periódico.
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