La guerra de chips entre China y EE.UU. ha mutado de bloqueo a transacción comercial. Donald Trump ha anunciado que permitirá a Nvidia exportar sus chips H200 de alto rendimiento a China. La autorización conlleva una condición sin precedentes: el gobierno estadounidense recibirá una comisión del 25% sobre estas ventas. Este "arancel inverso" transforma la contención de China en una fuente de ingresos, rompiendo con la estrategia de asfixia total y ofreciendo un salvavidas a Nvidia en su mercado más crítico.
Fin del bloqueo gratuito. La decisión es el resultado directo de una reunión la semana pasada entre Trump y Jensen Huang, CEO de Nvidia. La lógica de la Casa Blanca ha virado: argumenta que esta medida se realiza bajo estrictas condiciones de seguridad nacional, extendiendo el modelo a competidores como Intel y AMD.
Es un movimiento que formaliza lo que ya se intuía hace unos meses, cuando Nvidia logró, tras una primera reunión con Trump, levantar el veto sobre el chip inferior H20. En aquel momento, ya se estableció un precedente de transferir al país un 15% de los ingresos, una cifra que ahora escala al 25% para el hardware más potente.
Una dosis para China. Que hayan elegido este chip no es casual: el H200 es significativamente más potente que el H20 —el modelo recortado que China había empezado a boicotear— pero sigue estando por detrás de la arquitectura Blackwell de última generación, que sigue vetada.
Según asesores como David Sacks, el país norteamericano busca mantener a China adicta a su tecnología: si se les niega todo el acceso, se ven forzados a buscar alternativas propias. De hecho, Huawei ya ha admitido que tardará dos años en igualar el rendimiento del H200, lo que convierte a este chip en la herramienta perfecta para frenar el desarrollo chino mientras se monetiza su necesidad.
Grietas y mercado negro. La realidad es que el bloqueo total hacía aguas. Investigaciones recientes demostraron cómo las empresas chinas usaban atajos a través de Indonesia para acceder a la potencia de los chips prohibidos. Además, el mercado de segunda mano se había convertido en la vía principal para que China consiguiera GPUs H100 y A100 fuera del radar.
Al permitir la venta del H200, EE.UU. intenta recuperar el control sobre un flujo que ya existía, pero en la sombra. Al mismo tiempo, el Departamento de Justicia anunciaba la "Operación Gatekeeper" para desmantelar redes de contrabando en países como Hong Kong.
Respuesta de China. La gran incógnita es precisamente esta, la recepción en Pekín de la noticia. Aunque Trump asegura que Xi respondió "positivamente", la realidad sobre el terreno parece distinta. China lleva meses prohibiendo a sus empresas locales comprar chips de Nvidia para fomentar su industria nacional. La CAC (Administración del Ciberespacio de China) llegó a investigar los H20 buscando puertas traseras, algo que generó un clima de desconfianza que ni siquiera el acuerdo previo de julio logró disipar del todo.
Jensen Huang, quien advirtió sobre el peligro de una "ruta de la seda de la IA" si EE.UU. seguía bloqueando ventas, consigue con este pacto una oportunidad de oro para no perder un mercado que representa el 13% de sus ingresos, aunque sus clientes chinos ahora deban pagar el precio de la geopolítica americana.
Imagen de portada | Composición con imágenes de Nvidia y RawPixel
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La noticia
Que EEUU autorice que los H200 de Nvidia lleguen a China no es una concesión, sino un plan. Prefieren el dinero a la competencia
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Pepu Ricca
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