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La creciente sincronía entre China y Rusia en el espacio aéreo del noreste asiático ha dejado de ser una anomalía para convertirse en un patrón estratégico cada vez más calculado. El problema es que la última patrulla conjunta entre ambas naciones volvió a demostrar cómo el espacio aéreo se ha transformado en una zona de máxima tensión.
Presión estratégica. La última patrulla conjunta chino-rusa ha certificado que el espacio aéreo en torno a Japón y Corea del Sur se ha transformado en una zona de fricción permanente. Bombarderos rusos Tu-95 y chinos H-6, escoltados por J-16, realizaron un circuito que obligó a Tokio y Seúl a desplegar cazas mientras la formación atravesaba corredores donde cualquier error puede escalar rápidamente.
El vuelo, aunque encaja en ejercicios anuales entre ambos países, se produjo justo después de que cazas chinos J-15 lanzados desde el portaaviones Liaoning activaran sus radares de tiro contra F-15 japoneses, un acto considerado equivalente a anunciar un ataque inminente. Para Japón, estas maniobras ya no son simples demostraciones de fuerza: simbolizan una presión coordinada en respuesta a su creciente implicación declarada en la defensa de Taiwán, una postura que China considera una provocación directa. "Es una grave preocupación para la seguridad nacional”, ha zanjado el ministro japonés.
Corea del Sur y un patrón. En paralelo, Corea del Sur tuvo que movilizar su aviación cuando siete aparatos rusos y dos chinos penetraron en el KADIZ sin aviso, una práctica recurrente desde 2019. Aunque la zona no constituye espacio soberano, su violación sistemática permite a Pekín y Moscú medir tiempos de reacción, saturar la vigilancia y normalizar incursiones que, en otras circunstancias, habrían sido interpretadas como señales de crisis.
Las aeronaves permanecieron alrededor de una hora antes de retirarse, en un recorrido que se superpone tanto con la zona de defensa china como con áreas disputadas entre Tokio y Seúl. Esta rutina erosiona la estabilidad: fuerza a Corea del Sur a invertir recursos, expone divergencias normativas (Rusia ni siquiera reconoce legalmente la existencia del KADIZ) y construye un entorno donde la excepción se convierte en hábito operativo.
Caza japonés
La duda japonesa. El trasfondo de esta escalada lo hemos ido contando y comenzó con los comentarios de la primera ministra japonesa, que afirmó que un ataque chino a Taiwán sería una amenaza existencial para Japón. El mensaje, alineado con la doctrina de autodefensa colectiva, supuso para Pekín un cruce de líneas rojas que desató represalias diplomáticas y económicas, acompañadas de un notable incremento de su actividad militar cerca de Okinawa y sobre todo de Yonaguni, el punto japonés más próximo a Taiwán.
Así, Tokio planea desplegar unidades de guerra electrónica y sistemas de defensa aérea, reforzando una isla cuya localización la convierte tanto en escudo como en objetivo prioritario. Para Japón, esta militarización es una respuesta necesaria. Para China, es un indicador de que Tokio está dispuesto a integrarse más activamente en un eventual escenario de apoyo a Taiwán.
Herramienta de desgaste. Las patrullas conjuntas de China y Rusia ya no son ejercicios aislados, sino expresiones de una coordinación creciente que abarca desde Alaska hasta el Mar de Japón. Integran bombarderos, cazas, aviones de alerta temprana y maniobras sincronizadas que muestran una voluntad de proyectar poder y generar un coste constante a los sistemas defensivos de la región.
Además de su valor militar, estas misiones tienen un claro objetivo político: subrayar que el espacio aéreo sobre Japón y Corea del Sur no es un monopolio de sus aliados occidentales, sino un entorno en el que Moscú y Pekín pueden operar con libertad y previsibilidad. En un momento en que China responde a cada gesto japonés sobre Taiwán, esta cooperación actúa como amplificador de presión y como recordatorio de que Tokio podría verse confrontado a dos potencias a la vez.
Equilibrio frágil. La combinación de radar-locks, vuelos en zonas de identificación, maniobras sin aviso y tensiones diplomáticas acumuladas ha creado un clima donde un incidente imprevisto podría escalar con rapidez. Japón refuerza su presencia militar, Corea del Sur ajusta sus protocolos y China y Rusia intensifican sus misiones conjuntas, elevando el nivel de fricción estructural.
A medida que Taiwán se consolida como epicentro estratégico, las rutas aéreas cercanas se convierten en líneas de contacto permanente y cada aproximación, cada respuesta, cada silencio en una frecuencia de radio puede ser interpretado como una señal. Dicho de otra forma, un cálculo equivocado puede transformar una patrulla anual en el detonante de una crisis regional de mayor alcance.
Imagen | CHINESE GOVERNMENT, U.S. Air Force
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La noticia
Que los bombarderos de China y Rusia patrullen juntos no sorprende. Que lo hagan frente a Japón y Corea del Sur ha tenido una respuesta inmediata
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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