El ultimátum de EEUU a Rusia por Ucrania se acerca. Así que Moscú ha recordado que tiene la última bala nuclear: Dead Hand
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El ultimátum de EEUU a Rusia por Ucrania se acerca. Así que Moscú ha recordado que tiene la última bala nuclear: Dead Hand

La escalada verbal entre Washington y Moscúse intensificótras las declaraciones de Dmitri Medvédev, expresidente ruso y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad, al reaccionar con dureza al ultimátum lanzado por Estados Unidos: detener la ofensiva en Ucrania en un plazo de diez días o afrontar nuevas sanciones. Medvédevcalificóla amenaza como “un paso hacia la guerra”, y acto seguido recordó un sistema de la Guerra Fría.
El detonante diplomático.Sí, porque el dirigenterespondiócon alusiones al sistema nuclear automático ruso conocidocomo Dead Hand, diseñado para garantizar represalias aun si el liderazgo del Kremlin fuese eliminado. Lejos de suavizar el tono, Trumpreplicóque el ruso debía “vigilar sus palabras”, advirtiendo que se adentraba en “un territorio muy peligroso”.
Fue en este contexto cuando el presidente estadounidense ordenó el reposicionamiento dedos submarinos nuclearesen “regiones apropiadas”, un gesto inusualmente público que buscaba transmitir firmeza frente a lo que describió como comentarios “incendiarios”.
El trasfondo nuclear.El anuncio revistió una carga simbólica importante, pues los movimientos de submarinos balísticos estadounidenses rara vez se hacen públicos. Analistascomo James Acton, del Carnegie Endowment, recordaron que la disuasión nuclear de Estados Unidos ya mantiene capacidad constante en el Atlántico y el Pacífico, lo que sugiere que el despliegue tiene másun carácter políticoque un cambio real en la postura militar.
Lamención de Medvédeval Dead Hand subraya la creciente centralidad del discurso nuclear ruso desde el inicio de la invasión de Ucrania. Lejos de su imagen de líder reformista entre 2008 y 2012, Medvédev ha abrazado untono incendiarioen redes sociales, aludiendo repetidamente al arsenal atómico como carta de intimidación, lo que eleva la tensión en un momento de estancamiento militar y diplomático.
El origen de un arma apocalíptica.La idea de undispositivo del juicio final, un mecanismo automático que garantiza una represalia nuclear aun cuando un país haya sido devastado y sus dirigentes eliminados, parecía durante décadas una fantasía de ciencia ficción. Sin embargo, la Unión Soviética lo materializó en 1985 bajo el nombre deSistema Perimetr, más conocido en Occidente como Dead Hand.
El principio era simple en su lógica y aterrador en su consecuencia: aun si el enemigo lanzaba un primer ataque perfecto, aniquilando al mando político y militar de Moscú, unsistema autónomoaseguraría la respuesta nuclear, condenando igualmente al agresor. Dicho de otra forma, era la encarnación de ladestrucción mutua asegurada, llevada a un nivel automático en el que ninguna decisión humana podía detener la secuencia una vez activada.

La motivación estratégica de Moscú.El desarrollo del sistema respondió a la creciente vulnerabilidad soviética en los años ochenta. La mejora en la precisión de los misiles estadounidenses lanzados desde submarinos redujo el tiempo de aviso de media hora aapenas tres minutos, lo que hacía imposible organizar un contraataque antes de la destrucción. En ese escenario, la disuasión clásica de la Guerra Fría quedaba amenazada, pues Washington podía considerar factible un primer golpe incapacitante.
Para restaurar el equilibrio, el Kremlindiseñó el Perimetr, que al ser activado en tiempos de tensión permanecería latente, evaluando con sensores sísmicos, radiológicos y de presión atmosférica si el territorio había sido atacado. Solo entonces, y tras verificar la pérdida de contacto con el Estado Mayor, el sistema otorgabaautoridad de lanzamientoa la tripulación enterrada enun búnker blindado, eliminando la necesidad de cadenas de mando intactas.
El mecanismo.El núcleo del sistema era un misil singular:el 15P011, no armado con una cabeza nuclear, sino con untransmisor de radioendurecido contra la radiación. Al despegar desde un silo protegido, este proyectil sobrevolaba el país emitiendoórdenes de lanzamientoa los silos de ICBM, a los submarinos estratégicos y a los bombarderos, sustituyendo a la infraestructura de comunicaciones que se presumía destruida.
Así se garantizaba una represalia masiva contraobjetivos preprogramados. La cadena de decisiones se reducía a unasecuencia de condicionales: si un ataque era detectado, si no había comunicación con el alto mando, y si pasado un tiempo prudencial no se restablecían las señales, entonces la venganza quedaba asegurada. Un solo operador, encerrado ensu puesto subterráneo, podía desencadenar el arsenal completo de la Unión Soviética.
Entre el secreto y la paradoja.Paradójicamente, la utilidad real del Perimetr no residía tanto en amedrentar a Estados Unidos con su existencia, pues durante años se mantuvo en el más estricto secreto, revelado al mundoen 1993. Más bien funcionaba como unseguro psicológicopara los propios líderes soviéticos.
Saber que el sistema respondería automáticamente les permitía no precipitarse ante señales ambiguas y ganar tiempo para analizar si un supuesto ataque no era, en realidad, un error de radar o una bandada de aves confundida con misiles. En lugar de acelerar la pulsación del botón nuclear, Dead Handreducía el riesgode un error catastrófico por reacción desmedida, proporcionando un extraño respiro en un clima marcado por el miedo permanente alArmagedón.
Vigencia.Aunque los detalles exactos permanecen clasificados,se creeque el Perimetrsigue operativoen la Rusia actual, modernizado tras la disolución de la URSS. Su sola existencia recuerda la delgada línea entre la estabilidad estratégica y la destrucción global: un dispositivo que, en teoría, convierte la guerra nuclear en unsinsentido absoluto, pero que al mismo tiempo encierra el poder de borrar la civilización sin intervención humana.
Lo insólito es que, lejos de ser el monstruo irracionalde Dr. Strangelove, Dead Hand tal vez haya sido elinvento más racionalen la lógica del equilibrio del terror: un mecanismo creado para calmar a quienes podían destruir el mundo con una orden impulsiva. En esa paradoja inquietante se sostiene su legado: el único artefacto real de destrucción asegurada que, al garantizar la represalia,redujo la tentacióndel error y, de algún modo, hizo más habitable el vértigo nuclear de la Guerra Fría.
Hoy, el episodioentre Trump y Medvédevsubraya una vez más la fragilidad del equilibrio nuclear entre ambas potencias: por un lado, la disuasión tácita de Estados Unidos, cuya fuerza submarinapermanece siempre listasin necesidad de anuncios. Por otro, el recurso constante del Kremlin a la retórica atómica como instrumento de presión psicológica.
Imagen |włodi
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La noticiaEl ultimátum de EEUU a Rusia por Ucrania se acerca. Así que Moscú ha recordado que tiene la última bala nuclear: Dead Handfue publicada originalmente enXatakaporMiguel Jorge.
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