Rusia conquistó en Ucrania la mayor central nuclear de Europa. Ahora está haciendo algo arriesgado: conectarla a su red
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Rusia conquistó en Ucrania la mayor central nuclear de Europa. Ahora está haciendo algo arriesgado: conectarla a su red

La paradoja de la mayor central nuclear de Europa es que lleva cerrada tres años y todo el mundo la quiere “abrir”. Sin irnos muy lejos, Estados Unidos fue la última nación en insinuar que estaría encantada de reiniciarla. El problema es que está en Ucrania, aunque tomada por Rusia, y en medio de una guerra cuya final no se atisba. Moscú sabe que tiene entre manos una herramienta de presión energética, pero unas imágenes por satélite han revelado mucho más.
El espacio delata. La historia la llevaba esta semana el New York Times. A través de nuevas imágenes satelitales analizadas por Greenpeace y verificadas por el medio estadounidense, se ha revelado que Rusia está construyendo más de 80 kilómetros de líneas eléctricas en el sur ocupado de Ucrania con el objetivo de conectar la planta nuclear de Zaporiyia a su propia red energética.
Reapertura encubierta. Esta maniobra, hasta ahora sin confirmación oficial rusa, representa la señal más clara hasta la fecha de la intención de Moscú de reactivar y explotar la central más grande de Europa, tomada por la fuerza en los primeros compases de la invasión.
Aunque sus seis reactores fueron apagados gradualmente (el último en 2023) por motivos de seguridad y debido a los combates cercanos, Rusia parece decidida a devolverla a funcionamiento, desafiando las advertencias de expertos internacionales que consideran que operarla en estas condiciones sería un riesgo nuclear de primer orden. El plan ruso busca rodear los actuales daños en las antiguas líneas de 750 kilovoltios que conectaban la central con la red ucraniana, dos de las cuales atraviesan zonas bajo control de Kyiv, y otras dos que han quedado inutilizadas o deterioradas por la guerra.
Un uso sin precedentes. De concretarse, esta sería la primera vez en la historia en que una potencia en guerra reinicia y usa una planta nuclear ocupada para su propio beneficio energético. Rusia, a través de la estatal Rosatom, ha mostrado abiertamente su ambición: su director general aseguró recientemente que el sueño de reactivar Zaporiyia sigue vivo y que ya existe un plan técnico para devolver la planta a plena capacidad.
La intención rusa no parece limitarse a mantener el control territorial del complejo, sino a integrarlo directamente a la red eléctrica nacional, posiblemente y según el Times, conectándolo con la región rusa de Rostov, lo que requeriría aún más infraestructura. Como decíamos al inicio, Estados Unidos propuso un plan de paz que incluía la devolución de la planta a Ucrania bajo gestión internacional (concretamente estadounidense), en un intento de evitar su uso como herramienta geopolítica. Rusia rechazó tajantemente dicha opción.
Riesgos varios. Qué duda cabe, no hablamos de simplemente apretar el botón de “encendido”. De hecho, la posibilidad de reactivar la central ha despertado las alarmas entre expertos nucleares. Desde su toma, gran parte del personal técnico ucraniano ha huido, dejando a la planta sin operadores cualificados. Además, el agujero de la presa de Kajovka hace meses (atribuida ampliamente a Rusia) eliminó la principal fuente de agua del sistema de refrigeración del reactor y del combustible gastado, elevando los riesgos térmicos y de fusión en caso de un fallo.
Por su parte, la ministra de Energía de Ucrania advirtió que cualquier intento unilateral ruso de reiniciar los reactores podría tener consecuencias impredecibles. A todo ello se suma la posibilidad de sabotajes, ataques militares o fallos operativos en una planta ya situada en una zona de combate activo. Las consecuencias de una fuga nuclear no se limitarían a la región: el impacto sobre el medio ambiente, la salud humana y la estabilidad energética de Europa sería impredecible (y posiblemente devastador).
Una pieza de alto voltaje. Como hemos venido contando, el estatus de la planta de Zaporiyia se ha convertido en una ficha de poder en las negociaciones de paz. Mientras Rusia avanza (lentamente) en su reconexión técnica, Estados Unidos y sus aliados presionan para incluir su estatus en los términos de cualquier solución futura. Las imágenes satelitales recientes, que revelan líneas de transmisión avanzando cerca del pueblo de Shevchenko y hacia una subestación clave vinculada al complejo, confirman que Moscú no solo quiere retener el control, sino convertir la planta en una fuente activa de energía para su red.
Si se quiere también, las instantáneas desde el espacio revelan una estrategia más profunda: consolidar el control económico y energético de los territorios ocupados como parte de un posible escenario postbélico. Con todo, cualquier intento por parte de Moscú de reactivar la planta sin consenso internacional no solo desafía las normas del derecho de guerra, sino que nos acerca a un umbral inédito de inseguridad nuclear.
Imagen | Planet Labs, via Greenpeace
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Miguel Jorge
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