Triple crimen en Villa Crespo: la reconstrucción, los detalles escalofriantes de la escena y las pericias clave
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Triple crimen en Villa Crespo: la reconstrucción, los detalles escalofriantes de la escena y las pericias clave

Laura Leguizamón mató a su esposo y a sus hijos y luego se quitó la vida. Los investigadores encontraron rastros de sangre en todos los ambientes del departamento, huellas descalzas y signos de un ataque brutal
El departamento del barrio porteño de Villa Crespo, donde ocurrió el triple crimen seguido de suicidio, era una escena aterradora. Había sangre en todas partes: en las habitaciones, en los pasillos, en el living comedor, en las paredes y, claro, también en el piso.
Los cuerpos de Adrián Seltzer (53) y de sus hijos Ian (15) e Ivo (12) yacían sin vida en dos de las habitaciones y en el comedor. En tanto, la madre de los chicos y esposa del hombre, Laura Leguizamón (50), fue hallada muerta en el baño, con heridas en el pecho. Y a su lado, un reguero de sangre indicaba que se había arrastrado desde la cama hasta el lugar donde finalmente murió.
En la escena, sobre la mesa de la cocina, una carta manuscrita terminaba de cerrar la hipótesis: fue ella quien cometió los tres homicidios y luego se quitó la vida. Según pudo saber este medio, los peritajes médicos, forenses y caligráficos, además de la inspección ocular en el departamento, no dejan dudas.
Todo ocurrió entre las 5 y las 6 del miércoles de la semana pasada. Aunque no se puede establecer con precisión cuánto duró el ataque, los forenses determinaron que la mujer murió al menos una hora y media después que su esposo y sus hijos, confirmaron fuentes del caso a Infobae.
El dato surgió al observar que presentaba un grado de rigidez cadavérica menor al de ellos, que era similar entre sí. Para los investigadores, esto indica que los asesinatos ocurrieron en rápida sucesión, y que luego Leguizamón permaneció con vida un tiempo más, lo suficiente para escribir la carta, dejarla sobre la mesa y dirigirse al baño, donde murió.

Según la reconstrucción del hecho, la mujer comenzó el ataque hiriendo a su esposo mientras dormía. Seltzer estaba acostado en la cama matrimonial y no llegó a levantarse. Tenía una herida punzocortante en la parte superior derecha del tórax, cerca del manguito rotador, otra herida cortante en el mismo nivel pero del lado izquierdo, y una tercera lesión detectada durante la autopsia. No había signos de defensa.
Además, sus pies estaban limpios, sin rastros de sangre, y tampoco el calzado que estaba a un costado de la cama tenía manchas, por lo que los peritos concluyeron que el hombre nunca se movió de su lugar.
En habitación también había huellas de pies descalzos marcadas en sangre, que correspondían a la mujer. Al no haber rastros de pisadas con calzados, se reforzó la hipótesis de que no participó ninguna tercera persona.
Siguiendo la reconstrucción parcial, después de herir mortalmente a su esposo, la mujer se dirigió al cuarto contiguo, donde dormía el mayor de sus hijos. El chico intentó escapar, pero ya herido. En su habitación se hallaron manchas de sangre con una dispersión de 2,56 mm.
Como pudo, el adolescente huyó hasta el living comedor, donde fue alcanzado y murió. Allí encontraron su cuerpo y un gran charco de sangre. Tenía dos heridas punzocortantes en la espalda, una en el pecho similar a la del padre, y cortes defensivos en manos y muñecas.
La siguiente víctima fue el menor de los hermanos. Dormía en una cama cucheta, en la parte superior, y en esa cama se hallaron manchas de sangre.
Según el informe forense, el nene fue atacado mientras dormía y recibió al menos cinco heridas punzocortantes en la espalda, una en la nuca y una en la cara. También presentaba lesiones defensivas en los antebrazos y en las manos.
A diferencia de lo que se dijo en un primer momento, no fue encontrado en el pasillo: su cuerpo estaba en la habitación, en el piso, donde los investigadores creen que cayó desde la cama.
Después del triple crimen
Luego del ataque a sus hijos, la mujer se habría acostado nuevamente en la cama matrimonial. Allí dejó un charco de sangre del lado en el que dormía y sobre el suelo uno de los cuchillos; el otro apareció entre las sábanas.
Después se arrastró hasta el baño, donde murió. Sus manos estaban sucias con pelusas del piso, signo típico de quien se arrastra por el suelo. Las heridas que tenía eran múltiples, todas en el pecho, directamente al corazón. Las estocadas eran muy cercanas entre sí, algo que, según explican los expertos, solo ocurre en casos de lesiones autoinfligidas.
Además, Leguizamón tenía una marca de uña en el cuello, que los investigadores atribuyen a un intento de defensa de uno de los chicos. No presentaba heridas en la espalda ni lesiones defensivas.

Los dos cuchillos usados en el ataque fueron peritados. En ambos se hallaron rastros papilares visibles en la sangre. En los dos casos, los rastros eran de la mano izquierda de la mujer. No se detectaron huellas de ningún otro integrante de la familia ni de terceros.
Respecto de la carta escrita a mano, estaba apoyada sobre la mesa de la cocina y alrededor había huellas de pies descalzos marcadas en sangre, de tamaño compatible con los de la mujer y no con los de los chicos.
A pesar de que no se obtuvieron rastros papilares útiles para identificación en la hoja, se hizo un cotejo caligráfico con los cuadernos encontrados en la casa, con escritos de la madre y los hijos, además de legajos de trámite de documentos de identidad. El resultado fue contundente: la escritura de la carta coincidía con la de Leguizamón. Las pericias sobre la letra de la carta confirmaron signos de alteración mental.
En el lugar también se secuestraron medicamentos psiquiátricos recetados para trastornos de personalidad y cuadros psicóticos.
La brutalidad del ataque, el ensañamiento, la violencia de las heridas -especialmente las que recibió el menor- y todo el resto de prueba recabada estableció la hipótesis de, justamente, un episodio psicótico.
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