El Ciudadano
Por Arnaldo Canales

La PAES es para miles de jóvenes un momento de alta presión emocional. El sistema ha instalado la idea de que “todo se juega ahí”, generando ansiedad, miedo al fracaso y un peso desproporcionado que afecta su bienestar.
La evidencia es clara: el estrés excesivo activa mecanismos de alerta y afecta el rendimiento. Como muestran Durlak y colaboradores (2011), lo que realmente predice el bienestar no es la angustia previa a una prueba, sino las competencias socioemocionales: aceptación, autorregulación y resiliencia.
Todos vemos los nervios antes de la prueba, pero poco hablamos del después: un resultado puede traer alegría o, por el contrario, frustración, inseguridad y desmotivación. En horas se desencadenan comparación social, miedo a la burla y auto diálogos dañinos.
El problema no es el puntaje, sino la falta de educación emocional para aceptarlo sin que defina el valor personal. La PAES es solo una de muchas vías de ingreso y no determina el futuro. La vida tiene múltiples caminos, aprendizajes y segundas oportunidades.
Competencias como resiliencia, autodominio y confianza, son las que realmente preparan a los jóvenes para la incertidumbre. La invitación es simple:
Familias y escuelas deben acompañar y validar emocionalmente. No basta con evaluar contenidos: necesitamos cuidar procesos humanos.
Si queremos menos ansiedad y desesperanza, debemos cambiar el relato: el éxito no se define por una prueba, sino por la capacidad de levantarse y seguir.
Que cada joven lo recuerde: No todo es prueba. La vida es más grande que un puntaje.
Por Arnaldo Canales
Doctor en Pedagogía y Educación
Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.
La entrada Tu vida vale más que un puntaje se publicó primero en El Ciudadano.
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