Una corriente ha impulsado a un hombre en China hasta los 8.000 metros de altura. El vídeo de la proeza le ha costado caro
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Una corriente ha impulsado a un hombre en China hasta los 8.000 metros de altura. El vídeo de la proeza le ha costado caro

Para que nos hagamos una idea, 8.000 metros de altura equivale prácticamente a lo que se conoce como zona de la “muerte” en montañismo, ese punto donde la atmósfera es tan delgada que el cuerpo humano no puede sobrevivir mucho tiempo sin oxígeno suplementario. Hablamos de una altitud similar a la cima del monte Everest (8.848 metros), y superior a la del vuelo habitual de muchos aviones comerciales pequeños (por debajo de los comerciales, por supuesto, que suelen operar entre los 10.000 a 12.000 metros). Pues bien, un hombre ha alcanzado esa altitud de forma accidental. También ha sobrevivido y hay un vídeo.
Una proeza accidental. En términos arquitectónicos, esos 8.000 metros de altura sería como apilar Torres Burj Khalifa, el rascacielos más alto del mundo con 828 metros, o colocar varias veces el monte Fuji uno sobre otro. A esa altura, las temperaturas caen a decenas de grados bajo cero, la presión atmosférica se reduce a menos de un tercio de la del nivel del mar, y sin equipo especializado, incluso respirar se vuelve un pequeño milagro.
Y sin embargo, lo que comenzó como una simple prueba de equipo terminó en una odisea a semejante altura para Peng Yujiang, un parapentista chino que, sin pretender despegar realmente, fue atrapado por una potente corriente ascendente en la cordillera de Qilian. Partió desde unos 3.000 metros de altitud y, en apenas veinte minutos, fue impulsado otros 5.000 metros hacia el cielo. Con temperaturas de hasta -35 °C, cubierto de hielo y con las manos congeladas, Peng intentó mantener el control del parapente y comunicarse por radio con su amigo en tierra, Gu Zhimin. El hombre permaneció más de una hora en el aire, llegó a perder momentáneamente la conciencia y aterrizó 30 km más allá de su punto de partida.
Una hazaña, pero no reconocida. A pesar de que las autoridades chinas han reconocido la supervivencia de Peng como algo excepcional, “nadie puede estar a 8.000 metros sin oxígeno y seguir vivo”, dijeron, le ha salido caro: le ha caído una dura sanción junto a seis meses de prohibición para volar por no haber registrado su vuelo, lo que lo colocaba fuera del marco legal.
El video del incidente que vemos arriba, grabado por Peng y difundido por Gu en la red social Douyin, se hizo viral, generando admiración entre el público y críticas entre los funcionarios, que también castigaron a Gu con seis meses de inhabilitación por divulgar el material sin permiso. Por cierto, aunque algunos han sugerido que Peng podría haber batido un récord mundial, las autoridades lo descartaron por la falta de registro oficial del vuelo.
Paralelismo con un accidente idéntico. La historia de Peng recuerda a la del récord establecido en 2007 por la alemana Ewa Wiśnierska, quien también fue absorbida por una corriente térmica mientras volaba en Australia y alcanzó nada menos que los 9.946 metros de altura.
Como Peng, Wiśnierska perdió el conocimiento durante su vuelo, aunque sobrevivió y descubrió la altitud alcanzada al revisar su instrumentación tras aterrizar. La diferencia es que aquel récord fue oficialmente reconocido, y el de Peng, por muy extremo que fuera, quedará relegado a la crónica de lo imposible pero no certificado. Para los anales, una proeza involuntaria, asombrosa… y castigada, primero en China por la divulgación del material gráfico, y luego por no encajar en los márgenes burocráticos del deporte aéreo.
Una auténtica pena para semejante vuelo.
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Miguel Jorge
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