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Una zona de México se ha convertido en un circo fuera de control: no paran de llegar turistas para nadar con orcas salvajes

Una zona de México se ha convertido en un circo fuera de control: no paran de llegar turistas para nadar con orcas salvajes

Ese clamor en muchos enclaves que ha acabado llamándose comúnmente como “turistificación” había llegado hasta los sitios más recónditos del planeta. Ya no eran solo las playas paradisíacas, el “aventurero” iba mucho más allá adentrándose en zonas como Afganistán, Irak o Albania. De hecho, incluso la Antártida había sido objeto de las hordas ávidas de nuevas experiencias. Lo que seguramente pocos aventuraron era que nadar con orcas se iba a convertir en “must”.

Bailando con cetáceos. Lo contaba en un reportaje el Guardian esta semana. Cada madrugada en La Ventana, un tranquilo pueblo costero de Baja California Sur, docenas de turistas en trajes de neopreno suben a lanchas guiadas por pescadores locales o por operadores turísticos de ciudades cercanas como Cabo San Lucas o La Paz. Su objetivo: nadar con orcas salvajes.

Una crisis ecológica: Lo que comenzó como una experiencia única e inspiradora se ha convertido, según muchos expertos y operadores veteranos, en una actividad descontrolada que amenaza tanto la seguridad de las personas como el bienestar de los animales. En ausencia de regulación formal, hasta 40 embarcaciones pueden converger sobre un mismo grupo de orcas, especialmente entre mayo y junio, los meses de mayor actividad.

La popularidad del fenómeno ha explotado desde 2019, impulsada por las redes, y ha expuesto un vacío legal en la legislación mexicana: si bien existen leyes que protegen a especies marinas amenazadas, ninguna prohíbe explícitamente nadar con cetáceos dentados como… las orcas.

Los riesgos invisibles. Aunque nunca se ha registrado un ataque de orca salvaje a humanos, los biólogos marinos advierten que el contacto excesivo y desordenado puede provocar reacciones defensivas. Plus y más preocupante aún: el efecto acumulativo del ruido de los motores y la constante presencia humana sobre las orcas residentes, muchas de las cuales son hembras con crías que cazan rayas, delfines o tiburones usando sonar, una habilidad que se ve interferida por la actividad turística.

Según explicaba al Guardian el capitán Juan Vásquez, con más de dos décadas en el mar, estos animales “recordarán haber sido acosados” y podrían dejar de visitar la zona. A pesar de ello, la presión económica es alta: el turismo de vida marina es una fuente crucial de ingresos y pocos desean limitarlo. Incluso embarcaciones sin seguro ni licencia participan en estas excursiones, compitiendo con operadores mejor establecidos que incluso garantizan encuentros con orcas para asegurar reservas.

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Un plan pionero. Ante la falta de normativa clara, un grupo de científicos y operadores responsables (incluidos la bióloga marina Georgina Saad y el documentalista Erick Higuera) han propuesto el primer plan de manejo de orcas en México basado no solo en cuotas numéricas sino en el comportamiento de los animales. El plan, que espera aprobación gubernamental este verano, limitaría la interacción a tres botes por grupo de orcas, con un máximo de nueve embarcaciones diarias, y requeriría permisos oficiales.

Además, plantea que los guías y capitanes aprendan a identificar señales de estrés en los cetáceos para saber cuándo retirarse. Cada orca puede ser reconocida por su aleta dorsal única, lo que facilitaría llevar un registro de los avistamientos e interacciones. Plus: parte de los ingresos por permisos financiaría patrullas y entrenamientos locales, estableciendo un modelo sostenible que prioriza tanto la conservación como la educación.

Tensiones locales. Con todo, la implementación del plan no está exenta de controversia. Muchos capitanes y familias locales sienten que no les han tenido en cuenta. Acusan que los permisos terminarán favoreciendo a empresas grandes de Cabo y La Paz, desplazando a quienes han vivido del turismo marino durante generaciones.

Además, critican que el plan se enfoque exclusivamente en La Ventana, cuando tanto las orcas como los turistas ya se desplazan por toda la península. Para Saad, sin embargo, concentrar la regulación en La Ventana es clave para establecer un precedente legal y operativo. “Podemos enviar el mensaje de que este es el único lugar donde se puede nadar con orcas, y así es como debe hacerse. Todo lo demás sería ilegal”.

Una línea fina. En resumen, y a pesar de las divisiones, en el reportaje concluían que una gran mayoría coincide en que la solución no es prohibir, sino educar. Evans Baudin, pionero en este tipo de experiencias y crítico con el “circo” actual, insiste en que lo esencial es hacer las cosas bien: proteger a las orcas y seguir ofreciendo encuentros respetuosos y seguros.

Por su parte, La Ventana está en una encrucijada: o se convierte en modelo de turismo responsable o en símbolo de cómo una moda viral puede dañar incluso a los gigantes más imponentes del océano. El éxito del plan dependerá no solo de las normas impuestas, sino de la voluntad colectiva de cuidar aquello que todos dicen querer: las criaturas.

Imagen | CICESE, Rennett Stowe

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La noticia Una zona de México se ha convertido en un circo fuera de control: no paran de llegar turistas para nadar con orcas salvajes fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .

Fuente

Xataka.com

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