Ale-Hop, la cadena alicantina que ha conquistado media España con una vaca y una norma inquebrantable
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Ale-Hop, la cadena alicantina que ha conquistado media España con una vaca y una norma inquebrantable
Una enorme vaca señalando la entrada de un Ale-Hop es un icono costumbrista más de la España actual, sobre todo de sus zonas turísticas o con mucho tránsito, como aeropuertos y estaciones de tren. Son las tiendas que venden muchísimos productos distintos, de precios bajos, y de carácter "divertido, original y asequible", según los definen sus propios dueños.
En apenas dos décadas, esta cadena alicantina ha pasado de ser una desconocida local a tener más de 300 tiendas en cinco países. ¿Cuál es la fórmula de su rentabilidad? ¿Cómo han conseguido tener presencia en todas las ciudades españolas y empezar la expansión hacia el extranjero?
Eso queremos analizar.
De la venta ambulante a la primera tienda
Todo empezó en 1991. Vicent Grimalt, emprendedor de Gata de Gorgos (Alicante), que tenía experiencia como vendedor ambulante, fundó Clave Dénia, una empresa dedicada a la importación y venta al por mayor de artículos de regalo. En paralelo, abrió una primera gran tienda llamada Clave, según cuenta un reportaje de El Comercio.
Diez años después, en 2001, Grimalt abrió en Valencia una primera tienda propia centrada en productos pequeños, originales y económicas. Ese fue el verdadero embrión de Ale-Hop.
Su modelo de negocio se basaba en tres patas:
- Una ubicación en una zona con gran tránsito de personas, especialmente turistas.
- Un gran surtido de artículos de diseño propio, llamativo y a precios bajos.
- La famosa vaca de tamaño real situada siempre en la puerta.
Esa vaca se ha acabado convirtiendo en la seña de identidad de la marca y en un reclamo por sí mismo. "Es la vaca más fotografiada del mundo", llegó a decir Grimalt.
Con esta fórmula aparentemente sencilla, Ale-Hop empezó a expandirse por todo el país, siguiendo el rastro de las localidades más turísticas. Ale-Hop no hace grandes campañas publicitarias, pero esa fuerte presencia en puntos clave actúa como su propio canal de marketing. Una suerte de marketing implícito.
Aunque inicialmente apostaron por el modelo de franquicias, desde 2013 recularon para centrarse exclusivamente en tiendas propias. Eso les daba un mayor control de la marca y de la operativa. Algo similar al fenómeno de La Casa de las Carcasas.
En 2023 superaron la barrera de los 300 locales, incluyendo las aperturas internacionales que comenzaron en 2021. Hoy tienen presencia en Portugal, Italia, Croacia y México.
Margen bruto disparado y mucha rotación
¿Cómo consigue Ale-Hop ser tan rentable vendiendo productos low-cost? Una de las claves está en la enorme rotación de su inventario. Tienen un catálogo de 6.000 referencias que se van renovando continuamente. De esa forma acostumbran al cliente a volver con frecuencia a la tienda para descubrir las novedades.
Sus productos se dividen en siete categorías:
- Hogar
- Deporte
- Papelería
- Juguetes
- Moda
- Electrónica
- Regalos originales
En la categoría 'Electrónica' nos detendremos un poco más adelante.
Todos los productos de todas esas categorías comparten un diseño que busca ser original, divertido, alegre y con cierto enfoque práctico. También suelen ser productos muy estacionales, que se orientan a momentos del año concretos: Navidad, San Valentín, Halloween, Día de la Madre, verano, etc.
Esos diseños vienen de su propio equipo de I+D, que se inspira en tendencias internacionales para crear productos que funcionen bien en las tiendas. Luego los compran directamente a las fábricas en grandes volúmenes, y eso les permite conseguir márgenes holgados pese a los precios bajos.
A eso hay que sumar dos factores:
- A mayor número de tiendas, mayor volumen de los pedidos, por lo que menor es el precio unitario al que consiguen cada producto. Círculo virtuoso.
- Su red logística centralizada les permite distribuir la mercancía a sus tiendas buscando la máxima eficiencia en su favor, sin que esa logística dependa de las decisiones de terceros.
Tras esa expansión hay una empresa saneada y sin deudas, fiel a un mantra empresarial atípico que Vicent Grimalt aprendió en sus inicios, según cuenta un reportaje de El Español: no endeudarse, ni siquiera para financiar la expansión de la empresa.
Fue en su época como vendedor ambulante, en su juventud, durante el final de la década de los sesenta, cuando la ambición por aumentar la facturación le jugó una mala pasada en forma de vacas flacas con un crédito imposible de pagar sin ayuda de su padre. Lección aprendida cuyas consecuencias siguen vigentes a día de hoy.
Atendiendo a los datos del Registro Mercantil, el 96,3% de su activo está respaldado por patrimonio neto, lo que demuestra su muy bajo nivel de endeudamiento.
Durante todo el proceso de crecimiento de Ale-Hop, la empresa decide sus inversiones futuras en función de los beneficios generados. Es una estrategia conservadora que lleva veinte años dando buenos resultados. De hecho, es lo que les permitió capear la crisis de la pandemia, cuando los confinamientos, la ausencia de turistas y la caída de la movilidad interna amenazaban su modelo de negocio.
En 2023, último año completo con los datos publicados, facturaron 224 millones de euros. No es habitual ver crecer así un negocio tras veinte años de actividad y sin financiación externa. La post-pandemia disparó su éxito.
En estos años no solo se ha disparado la facturación y el beneficio: este último lo ha hecho a un ritmo muy superior. De un pobre 2,4% en 2020 a causa de las complicaciones de la pandemia (en logística, paralización del turismo, etc), ha pasado a casi un 20% de rentabilidad sobre ingresos de explotación. Esta cifra habla de la estructura eficiente y optimizada para maximizar beneficios en tiendas de bajo margen.
Algo que también explica buena parte de esta solidez financiera es su margen bruto del 61,7%, muy superior al promedio de su sector (38%), gracias a un sistema de aprovisionamiento que minimiza costes y maximiza la oferta de nuevos productos. Rotación.
A 2024 llega proyectando casi 2.000 empleados. Cada uno tiene un coste promedio anual de 29.000 euros y factura unos 155.000.
Electrónica barata
La tecnología que vende Ale-Hop se enfoca en productos bastante asequibles, de uso cotidiano, sin grandes aspiraciones. Desde accesorios hasta pequeños dispositivos de entretenimiento: ventiladores portátiles, altavoces con diseños variados, pequeñas impresoras portátiles, auriculares inalámbricos, soportes para móviles...
También hay productos constantes: cargadores USB, cables para el móvil y otro tipo de accesorios para smartphone u ordenador. Cubren funcionalidades básicas con mucho peso en la estética de toda la tienda a un precio accesible. Otra cosa es que alguien espere un equivalente a unos AirPods por 19 euros.
Son productos que representan una clara estrategia de penetración en el mercado de gadgets mediante la economía de escala y un enfoque en productos de rápida rotación. No tienen especificaciones avanzadas ni una alta calidad, se limitan a llamar la atención en precio y aspecto.
Esa apuesta por lo visualmente llamativo se traslada a la electrónica de consumo, lo que posiciona a Ale-Hop como una marca lifestyle barata, no como un proveedor de tecnología aunque venda gadgets.
Y de paso, les permite ganar viralidad: es más fácil subir a Instagram fotos con accesorios de color lavanda o motivos florales que otros de aspecto anodino. Ale-Hop maneja bien el lenguaje de lo que se publica y lo que no.
El siguiente paso
Ahora se preparan para dar el salto de la mano de un macrocomplejo logístico de 120 millones de euros entre los términos municipales de Gandía y Bellreguard (Valencia). Gandía es una ciudad muy turística pero con muy poca historia reciente de desarrollo industrial. Ale-Hop ha roto esa tendencia. Hasta los alcaldes de ambos municipios y Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, acudieron al anuncio.
La idea con ese centro logístico es impulsar su expansión internacional y llevar su vaca a cada vez más países. Teniendo en cuenta su modelo de aperturas, países con un gran componente turístico como Italia suenan muy factibles para la expansión. En Italia abrieron dos tiendas propias el año pasado, en Rávena y en Cesenatico, ciudades pequeñas de la costa este pero de mucho turismo interno. Luego llegaron otras dos, más al norte.
Vicent Grimalt, el fundador, tiene hoy 73 años, y sus planes de sucesión pasan por sus hijos: Darío, Sergi y Raúl forman parte del equipo directivo y llevan en la empresa desde sus inicios, ocupando puestos de toda la cadena.
En ese gigante del retail español persiste ese ADN de empresa familiar, con un despliegue enorme pero manteniendo un enfoque austero: nada de crecer a base de créditos. Esa es quizás una de las claves de su éxito: la filosofía basada en la autofinanciación, el control de costes y una expansión tan ambiciosa como prudente. El tiempo dirá cuántas vacas quedan por desplegar en España y fuera de ella.
Imagen destacada | Ale-Hop, Xataka
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Ale-Hop, la cadena alicantina que ha conquistado media España con una vaca y una norma inquebrantable
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Lacort
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