Así fue el día 1 de Lollapalooza 2025: las mujeres arriba y al mando

Así fue el día 1 de Lollapalooza 2025: las mujeres arriba y al mando

El show de Olivia Rodrigo lleva apenas 15 minutos y se detiene por una razón que ya ha afectado otras jornadas centrales de Lollapalooza: hay gente presionada contra las rejas perimetrales, y es necesario que el público de unos pasos para descomprimir. Una voz de la organización da instrucciones y ruega que sean acatadas para continuar con el espectáculo. A la cuenta de tres, la masa reacciona con un chilenismo como si se tratara de una reunión de amigos o un estadio que conjura una palabrota. Pero aquí hay miles de personas y cunden las risas ante la ocurrencia. Finalmente se resuelve y la exestrella Disney reaparece en escena.

Con 22 años, la cantante californiana no sólo es bellísima sino que posee un carisma que conquistó a la audiencia apenas se tomó el escenario con teatralidad y sugerente vestuario cantando Obsessed. Olivia Rodrigo tiene voz, drama, dominio instrumental -toca guitarra y piano-, y una impronta intensa que descolla en el panorama musical femenino actual. Es heredera de una larga tradición de pop rock hecho por mujeres. No fue casualidad que su ingreso fuera anticipado por los altoparlantes con We got the beat, el éxito de The Go-Go’s de 1981, y que a mitad de set interpretara Don’t speak de No Doubt.

A pesar de que las torres de amplificación de mitad de terreno no funcionaron, el sonido y sobre todo la voz fueron de nitidez absoluta. La banda femenina que la acompaña demostró el aplomo necesario para el carácter de su música, que jamás pierde de vista el drama romántico sin caer en lo empalagoso. Si el presente de Olivia Rodrigo es brillante, su futuro es sólo esplendor.

Su presentación fue antecedida por dos números muy distintos. Por un lado, los venezolanos Rawayana con su world music cadenciosa, en otra demostración de cómo las grandes productoras miran a los artistas de la nación sudamericana de masiva colonia en el país como oportunidad de negocio. Claramente son favoritos de la audiencia que disfruta sus canciones tan ligeras y rítmicas como anodinas, integrantes de una trayectoria de gran éxito y premios.

En paralelo se presentaba Claudio Narea, que llegó a última hora como reemplazo de Fontaines D.C., la baja más sensible del festival, una de las bandas rock más interesantes del momento. El exmiembro de Los Prisioneros rinde el mejor tributo posible a su antigua banda sin olvidar algunas selecciones de Profetas y Frenéticos, el proyecto que empujó en los 90.

La voz nunca fue el fuerte del guitarrista y batalla duramente para dibujar las mismas melodías de los originales en la garganta enrabiada y melódica de Jorge González, pero consciente de esa debilidad el sonido es masivo gracias a tres guitarristas y una sólida base rítmica.

No deja de ser paradójico que las canciones de Los Prisioneros, contando Paramar, Nunca quedas mal con nadie y Lo estamos pasando muy bien, suenan mejor que nunca. El tiempo ejerce su influencia balsámica y fue así como Claudio Narea tuvo palabras de agradecimiento para sus excompañeros.

De menos a más

El arranque de esta primera jornada de Lollapalooza 2025, con probabilidades de que sea la última en Cerrillos si la municipalidad de Santiago logra que retorne al parque O’Higgins, fue algo lenta.

Es una tradición que los primeros números, aquellos programados a la hora de almuerzo, convoquen menos público por una razón muy simple.

El cartel se ordena -con toda lógica- para que los artistas de mayor atractivo cierren la jornada mediante una curva dramática ascendente. Así también, esos primeros nombres que se toman los distintos escenarios a la hora de almuerzo -y hasta el horario de la chilenísima once, si seguimos la lógica alimentaria- representan una oportunidad para descubrir figuras en pleno apogeo. Así ha sucedido en la historia del festival desde que aterrizó en Chile en 2011.

Pero ayer fue distinto y no de la mejor manera, al menos durante el primer tercio de la tarde. Los artistas del puntapié no solo convocaron escaso público, sino que resultaron tibios, correctos a lo sumo.

Los argentinos Indios fueron asignados en uno de los escenarios principales. Oriundos de Rosario, no habían tocado el primer acorde cuando el público femenino ya los premiaba con gritos de “mijito rico” dirigidos al vocalista Joaquín Vitola. Indios no son precisamente principiantes. Se formaron en 2009 y debutaron en 2013 con el álbum homónimo. Tras cuatro años de pausa retornaron en 2024. Su pop rock es como una versión descafeinada de Babasónicos, sin malicia alguna. Si la banda de Adrián Dargelós impone cachondeo y sugerencia como los Rolling Stones en los 60, Indios es la versión de los Beatles que quería tomar tu mano. No implica que su show no sea efectivo. Joaquín Vitola baila coqueto, eleva la voz cuando corresponde con propiedad, pero Indios contiene la emoción de un huevo escalfado sin sal en un día de lluvia.

Rumbo al Perry ‘s stage, en homenaje al creador de este histórico evento, el alicaído Perry Farrell (que aún no repone su imagen pública tras la pataleta en vivo que acabó con Jane’s Addiction en septiembre pasado), era posible advertir que el atuendo dominante de la jornada era la falda corta con lentejuelas, tal como hace una década eran las coronas florales y las botas vaqueras. En el Perry ‘s stage se presentó el cantante y productor nacional Abrildefresa. Oriundo de La Florida, Maximiliano Sánchez ofreció un show discreto que necesita urgente replanteamiento. Las gráficas con las letras de sus canciones, antes que kitsch tenían aspecto derechamente amateur. A pesar de que cuenta con música oficial desde 2020, no ofreció nada en su propuesta urbana que justifique la presencia en una instancia como esta.

La programación continuó con la venezolana Elena Rose. Con una atractiva presencia y un caudal vocal propio de un programa de talentos televisivos, la artista desplegó urbano de acento romántico con frases tan clichés como “me encanta el amor”, reiterados saludos al público, y llamados al cariño entre chilenos y venezolanos donde fue imposible no percibir ecos del accidentado paso de su compatriota George Harris en el el Festival de Viña, más rogatorias a Dios para bendecir al público. También es cierto que imprimió algo más de energía a la tarde mientras el sol arreciaba en el parque Bicentenario, donde siempre sobra el asfalto como falta pasto y sombra.

Luego fue el turno de la modelo y cantante española Marina Reche, cuyas claves artísticas colindan con un romanticismo de corte épico, y cabriolas vocales que le podrían dar máxima puntuación en un concurso con jurados famosos formando academia en pantalla. Apoyada por una banda y pistas vocales, tampoco quedó muy claro por qué mereció ser parte del lineup de un evento de categoría mundial.

Con Dante Spinetta, masivamente conocido en Chile y Latinoamérica como miembro de Illya Kuryaki and the Valderramas, la tarde se enfiló hacia un mayor peso artístico. El argentino con tres décadas de carrete impuso funk, soul y hip hop, al mando de una banda poderosa. Spinetta, hijo de tigre por lo demás, se lució soleando en la guitarra eléctrica y puso al público a bailar. Selló su set con un clásico de su brillante pasado junto a Emmanuel Horvilleur: A mover el coolo.

Apenas cerró el trasandino, la chilena Soulfia se apoderó con todo de uno de los escenarios principales. Sofía Walker, su verdadero nombre, estuvo a la altura de las circunstancias. Con banda y cuerpo de baile demostró que es pionera en dotar de musicalidad y alternativas rítmicas al urbano -tal como lo hace Kidd Voodoo-, a quien invitó al escenario desatando el jolgorio del público para interpretar Bye bye. Soulfia gozó de una audiencia masiva que conoce sus canciones, seducida por sus recursos emotivos y escénicos incluyendo cuerpo de baile, y la variedad estilística que oferta según sea la necesidad de la canción -bossa nova, electrónica o soul-, bajo envoltorio urbano.

En el intertanto, Kidzapalooza era una órbita aparte, lúdica, colorida y cómoda para los niños junto a sus padres con presentaciones de bandas como Los Mocosos, con sus vistosos trajes y una cuota de rock que a esa hora no había en ningún otro escenario del parque.

Entrada la tarde desembarcó Joe Vasconcellos que durante este 2025 celebra los 30 años de su seminal Toque, un disco que se adelantó en la valorización de la cumbia y los mestizajes recurriendo al blues, el rock, la samba y la cueca. Joe se presentó con el sello de garantía de su historia: banda portentosa que bordea la perfección en tanto él, a los 66 años, sigue siendo imbatible como cantante, como si el tiempo no hiciera mella alguna.

Abrió fuegos con Mágico y el karaoke fue inmediato, incluyendo público que probablemente no nacía cuando publicó el álbum. Encajó distintos clásicos como Las seis, Sed de gol y Solo por esta noche. “Feliz solsticio”, dijo al saludar para luego presentar a sus músicos y hablar con orgullo de un título que figura entre lo mejor del pop chileno de las últimas tres décadas.

Joe Vasconcellos, la vuelta del Toque para reanimar la tarde de Lollapalooza 2025

En el Perry ‘s stage se presentó Polima Westcoast con un número que cada vez lo acerca más al hip hop tradicional sin olvidar su raíz urbana. Si bien ha mejorado su desempeño escénico, una de sus debilidades, trucos manoseados que merecen jubilación como qué-lado-canta-más fuerte no contribuyen a robustecer su propuesta.

Polimá Wetscoast en Lollapalooza Chile 2025.

Cuando el sol ofrecía sus últimos rayos hacia el poniente de la capital, se presentó uno de los grandes nombres emergentes del pop mundial, el estadounidense Benson Boone.

Con apenas 22 años, es como un Ed Sheeran en esteroides. Apenas comenzó a cantar arriba de un piano, dio un espectacular salto mortal. Vestido de rojo con chaquetilla, torso desnudo, bigotillo y cabellera ensortijada -un look muy del siglo pasado-, Boone es un imán para chicas y chicos. Pero no todo depende de su aspecto. Es un cantante de amplio rango de fenomenales agudos, que empuja un pop rock atemporal de marcado tono emotivo y aura épica.

Foto: Pedro Rodríguez

La organización de Lollapalooza no entregó cifras de asistencia, en tanto la programación de este sábado tiene como estrellas principales a Alanis Morissette, Justin Timberlake en su debut en Chile, y Mon Laferte.

Fuente

LaTercera.com

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