Autores de biografía sobre Hugo Chávez analizan el posible futuro de Venezuela: “Maduro ha escrito las páginas más oscuras de la historia de Venezuela”

Autores de biografía sobre Hugo Chávez analizan el posible futuro de Venezuela: “Maduro ha escrito las páginas más oscuras de la historia de Venezuela”

Alberto Barrera Tyszka: “A Hugo Chávez no le importaría el actual fraude”

En los elementos que identificaron la figura de Chávez, ¿había forma de prever lo que terminaría siendo hoy el movimiento?

Yo creo que el chavismo tenía, desde sus inicios, elementos que anunciaban lo que hoy vemos. Uno de ellos es el profundo desprecio que siempre tuvo Chávez por lo civil, por la experiencia ciudadana. Y eso incluye, por supuesto, las formas democráticas y las instituciones. Lo primero que hizo Chávez fue cancelar el sentido de la alternancia política en el país. Nunca pensó ni asumió la presidencia como un “cargo”, sino como un “rango”. Chávez diseñó y construyó su movimiento y su gobierno como un proyecto militar, más cercano a la violencia que a la política, dispuesto a imponerse como fuera. Y eso, en otro contexto y con otras circunstancias, lo seguimos viviendo hoy.

¿Hubo o hay elementos de la figura de Chávez en Maduro? ¿O son políticos marcadamente diferentes?

Maduro no tiene, obviamente, el carisma que tenía Chávez. Tampoco su inteligencia política. Pero es un hombre hábil, ha sabido administrar bien las cuotas de poder dentro del chavismo, ha podido sobrevivir a las guerras internas y sigue ahí, al frente del gobierno. No es poca cosa. Maduro comparte con su mentor una condición importante y que forma parte de la genética del chavismo: miente sin ningún pudor. Sobre lo que sea y delante de quien sea. Maduro le prometió a Lula da Silva (Presidente de Brasil), a Gustavo Petro (Presidente de Colombia) y Andrés Manuel López Obrador (entonces Presidente de México), que mostraría las actas. Nunca lo hizo y, sin embargo, será capaz de hablar en su juramentación como si hubiera obtenido un triunfo abrumador. Mentir sin escrúpulos es un arma de guerra.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, hace un gesto a sus partidarios tras jurar su cargo para un tercer mandato de seis años, el 10 de enero de 2025. Foto: REUTERS.

¿Qué cree que diría Hugo Chávez, basándose en su estudio sobre el personaje, sobre la legitimidad del régimen actual?

Creo que, éticamente, a Chávez no le importaría el actual fraude. Al igual que sus herederos, creía que la alternancia política es una traición, deseaba quedarse para siempre en el poder. Pero tal vez Chávez hubiera actuado de otro modo, porque era más estratégico y más político. Las veces que perdió o se vio cercado, reconoció la derrota y cedió. Sabía que eso le permitiría recuperarse y regresar. El madurismo, en cambio, sin pensarlo, eligió el camino de la violencia y ha empujado al país y a la comunidad internacional a un callejón sin salida.

Llegamos al 10 de enero, fecha de la toma de posesión de Nicolás Maduro, con una situación relativamente similar a la de unos años atrás, cuando Juan Guaidó se autoproclamó presidente de la nación. A su parecer, ¿en qué se parecen y difieren estos dos escenarios?

Ciertamente, son acciones que pueden parecer similares, en la medida en que son fórmulas que buscan apegarse a la Constitución, a la legalidad, para tratar de desenmascarar el proyecto autoritario del chavismo y obtener reconocimiento internacional. Sin embargo, creo que hay una diferencia fundamental: la participación popular. La “autoridad” de Guaidó provenía de procedimientos legales, el proceso actual viene de una elección, de la expresión genuina de la mayoría de los venezolanos. Para el chavismo era fácil descalificar a Guaidó, denunciar que se trataba de una maniobra de los actores políticos. Pero ahora, ¿qué pueden decir? La evidencia de que perdieron es abrumadora. Están descaradamente negando al pueblo, castigándolo, violando su soberanía.

Con la llegada de Donald Trump al poder en EE.UU., y la consiguiente aparición del nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, ¿podría haber un remezón en el corto y mediano plazo?

Trump es impredecible. Con él se puede esperar cualquier cosa. Hasta ahora, parece más preocupado por comprar Groenlandia que por apoyar la democracia en Venezuela.

Donald Trump y nominado como próximo secretario de Estado, Marco Rubio, durante un acto de campaña en el Dorton Arena, en Raleigh, Carolina del Norte, el 4 de noviembre de 2024. Foto: REUTERS.

Por último, ¿qué posibles salidas ve a la crisis? ¿Seis años de gobierno de Maduro y una eventual próxima elección solucionarán la diáspora, o medidas más extremas, como sanciones económicas o intervenciones armadas, son la única salida?

En este momento, con la consolidación del fraude, ningún escenario parece favorable para nadie. El madurismo va a gobernar un país que lo detesta, un pueblo al que ha humillado, robado y reprimido, al que le tiene mucho miedo. Habrá un mayor control político y comunicacional, tendremos un Estado todavía más paranoico, más represivo. Se calcula que la migración seguirá aumentando, lo que representa más problemas para la región. Y, a menos que cambien los paradigmas y los protocolos internacionales, no hay posibilidades de pensar en una presión internacional de otro tipo, más allá de unas sanciones con las que el madurismo ya ha aprendido a convivir... El panorama es oscuro. Por suerte, para todos, la historia está llena de imprevistos y la esperanza es irracional.

Cristina Marcano: “A Venezuela le espera una crisis aún más profunda y, sin lugar a dudas, veremos más migración”

Tras más de una década desde la llegada de Nicolás Maduro al poder, ¿cuál es el balance general de ese periodo en Venezuela?

Venezuela ha vivido un colapso sin precedentes en los últimos 12 años. Nicolás Maduro ha escrito las páginas más oscuras de la historia de Venezuela. Y el indicador más evidente de su gestión es la estampida incesante de gran parte de la población. Nunca antes los venezolanos se habían visto forzados a abandonar el país de manera masiva. Hoy en día, uno de cada cuatro venezolanos, 25 por ciento de la población, vive en el exterior. Actualmente, hay más de 7,8 millones de venezolanos radicados en el exterior, según la agencia de la ONU, R4V, encargada de monitorear este fenómeno, sin precedentes en la región. Esta cifra no incluye a aquellos que no tienen un estatus migratorio regular. La causa de que millones de familias huyan está en las políticas del régimen de Maduro que han destruido a Venezuela.

Junto a Alberto Barrera graficaron la imagen de Hugo Chávez. Lo que vemos en el presente, con Nicolás Maduro en el poder, ¿es el mismo movimiento que Hugo Chávez impulsó en sus años gobernando?

Claro que hay enormes diferencias de estilo y de estrategias, pero sus objetivos -la concentración de poder y la vocación de hegemonía, control y sometimiento- son iguales. El chavismo ha perdido pudor y credibilidad entre sus simpatizantes a nivel interno y en el exterior, pero hay que recordar que desde un principio se concibió como una revolución y las revoluciones no contemplan la alternancia democrática, aunque se valgan de herramientas electorales para legitimarse por un tiempo. En una revolución simplemente no se entrega el poder. Hugo Chávez lo resumía en dos palabras: “No volverán”. Para mí, básicamente, es el mismo movimiento, devaluado. Ya no cuenta con un líder carismático, sino lo contrario, ni con una bonanza petrolera, y ha perdido toda popularidad. El país que encontró Chávez ha sido arrasado. Carece de aparato productivo, acabó con miles y miles de empleos formales, degradó incluso sus propios programas sociales, y los sistemas de salud y educación prácticamente no existen. Todos los indicadores sociales han retrocedido de manera alarmante. Hoy en día el chavismo que impulsó Chávez gobierna un país arruinado por el propio chavismo, con la participación activa y el concurso de los militares.

Un hombre trabaja en su taller de reparación de motocicletas frente a carteles que representan al fallecido presidente venezolano (2002-2013) Hugo Chávez, y al actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, en el barrio de Catia, en Caracas, el 9 de febrero de 2022. Foto: AFP.

¿Ha sido correcta la estrategia utilizada por la oposición en estos meses?

La estrategia política de la oposición, dirigida por la líder María Corina Machado, descolocó al gobierno, lo agarró completamente fuera de base. Hubo una operación estudiada y planificada con tiempo, que arrancó meses antes de las elecciones y que demandó el compromiso de miles de ciudadanos independientes para proteger los votos y las actas. Y es muy relevante destacar que se desarrolló en condiciones completamente adversas: prácticamente sin partidos, la mayoría -incluso el Partido Comunista- “expropiados” por el gobierno, con muchos de sus líderes inhabilitados políticamente o exiliados, sin financiamiento ni propaganda, sin acceso a los medios de comunicación públicos y censurados en los privados. Creo que nunca habíamos visto una campaña tan inteligente, organizada y cívica.

¿Qué cabría esperar de esta nueva etapa para Venezuela, con seis años más de gobierno de Nicolás Maduro?

El chavismo sabe que políticamente, por las buenas, no tiene futuro, así que no cabe esperar nada bueno. Por el contrario, podemos estar ante un escenario como el de Nicaragua o Cuba. La impopularidad del chavismo es irreversible y Maduro va a seguir apelando a la fuerza y al terror para someter a la población. No es descabellado pensar que pueden llegar al extremo de prohibir las manifestaciones, ya de por sí criminalizadas y reprimidas, los partidos políticos y las ONG. Económicamente, a Venezuela -que ya ha perdido más de 70% del PIB per cápita-, le espera una crisis aún más profunda y, sin lugar a dudas, veremos más migración.

La líder opositora venezolana, María Corina Machado, interviene en plena calle, el 9 de enero de 2025, en Caracas, Venezuela. Foto: Europa Press.

Basándose en su conocimiento de la visión de Hugo Chávez, ¿qué cree que diría hoy sobre la legitimidad del régimen actual?

La verdad es que prefiero atenerme a los hechos. Maduro fue el pupilo predilecto de Chávez, su hijo político, el sucesor que eligió entre todos sus colaboradores para perpetuar al chavismo. Y lo está haciendo. ¿Cómo? Como puede, de la peor manera, por la fuerza, pero lo está haciendo. Chávez conocía a Maduro mejor que nadie y el líder del chavismo no era precisamente un ser cándido e incauto. No creo que se hubiera llevado una sorpresa. Su segunda opción, el militar Diosdado Cabello, hoy en día ministro de Interior, no es mejor que Maduro. Por otra parte, Chávez no reaccionaba a la derrota con talante democrático. La aceptó, muy a regañadientes, en el año 2007, cuando perdió el referéndum para aprobar su reforma constitucional. Entonces, acompañado del alto mando militar, calificó el triunfo de la oposición de “derrota de mierda”. Y, al final, terminó imponiendo por otras vías el punto principal de esa reforma: la reelección ilimitada. En todo caso, nunca sabremos cómo habría actuado Hugo Chávez, un hombre que nunca ocultó sus deseos de permanecer en el poder perpetuamente, ante un desalojo electoral.

¿Cree posible que Donald Trump y su cúpula busquen una intervención más directa, incluso armada, en el país sudamericano? Esto, considerando los hasta ahora infructuosos intentos por sacar al chavismo del poder.

Todos sabemos que la política estadounidense de uno u otro bando se guía por sus intereses y la era de las intervenciones militares directas en América Latina parece haber quedado atrás. A mí me sorprendería enormemente cualquier tipo de acción militar. Por otra parte, creo que Washington ha perdido la influencia política que tuvo en la región en el siglo XX. Así que, probablemente, veremos más de lo mismo: sanciones económicas ahora más fuertes.

Fuente

LaTercera.com

LaTercera.com

Lo + visto

Comentarios

Escribe un comentario