Boric pide a la izquierda mundial "menos retórica y más acción" frente a la ultraderecha

Boric pide a la izquierda mundial "menos retórica y más acción" frente a la ultraderecha

Javier Martín y María M. Mur

Santiago de Chile, 16 mar (EFE).- Cuando le falta un año para concluir su mandato, el presidente de Chile, Gabriel Boric, admitió a EFE que la izquierda tiene cierta responsabilidad en el auge de la ultraderecha en el mundo y aseguró que la receta para hacer frente al extremismo debe combinar "ideología, convicción, menos retórica y más acciones concretas que mejoren la calidad de vida del pueblo".

En una entrevista en su despacho de La Moneda, Boric presumió de algunos de los logros alcanzados durante sus tres primeros años en el cargo, como la reforma de las pensiones; lamentó haber tenido "mucha condescendencia" con la mayoría de izquierdas que lideró el primer proceso constituyente y dijo que no le tiene miedo a la ultraderecha, pese a que liderazgos como el del estadounidense Donald Trump pretenden que se entre "en una suerte de histeria colectiva".

Pregunta (P): El 11 de marzo cumplió su tercer aniversario en el cargo, ¿cuáles cree que han sido los logros y los desaciertos hasta ahora?

Respuesta (R): Lo plantearía desde dos dimensiones distintas: los logros inmateriales y las políticas públicas concretas. Chile venía de tiempos muy convulsos, con una fractura social muy grande y con el dolor de la pandemia. Creo que una de las cosas que hemos logrado como Gobierno es darle al país la tranquilidad de que se puede salir adelante, de que podemos volver a encontrarnos y de que es posible llegar a acuerdos que mejoren la vida de las personas, cosa que en algún momento parecía muy improbable, dada la crispación que existía. Por otro lado, creo que tuvimos la virtud de saber adecuar nuestro ímpetu y nuestra voluntad a las necesidades que tenía Chile en el momento que nos tocó gobernar, que no eran exactamente las mismas que nosotros habíamos diagnosticado en la campaña. Eso sin renunciar a los principios que inspiran nuestra manera de entender la política.

En materia de políticas públicas, hemos logrado sacar adelante muchos proyectos en los que se pensaba que era imposible ponerse de acuerdo. La reforma de pensiones es, sin lugar a dudas, la más emblemática. Llevábamos más de diez años discutiendo (sobre la necesidad de reformar el sistema), había un consenso generalizado de que el sistema no daba más, de que las pensiones eran indignas. Pese a todas las diferencias que se evidenciaron en el proceso de discusión, logramos sacar adelante un acuerdo que le va a mejorar la calidad de vida a la gente. Y así hay muchas otras, como la Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres o la creación del Ministerio de Seguridad, que también es una idea que venía desde hace mucho tiempo. Y en cuestiones que hemos impulsado como Gobierno propiamente, destaco el Sistema Nacional de Cuidados, la Ley TEA, el impulso a los trenes o la gratuidad total en el sistema público.

P: Se olvidó de la autocrítica, ¿qué haría distinto si volviera a marzo del 2022?

R: La manera en que se conformó el Gobierno fue bien inédita en la historia de Chile porque la alianza se forjó en segunda vuelta y, por lo tanto, habíamos competido previamente. Había desconfianzas y no terminaba de cuajar el sentido de un proyecto común entre los diferentes partidos (el Frente Amplio, el Partido Comunista y fuerzas de la centroizquierda). Yo creo que ese proceso debimos haberlo acelerado, y que desde el inicio del Gobierno hubiese sido mejor tener un diálogo intergeneracional más fluido y contar con la síntesis con la que contamos hoy día entre nuevas generaciones y generaciones que vienen de antes.

Y, por otro lado, creo que hubiese hecho un esfuerzo más grande, dentro de las competencias que tenía, por ser mucho más claro sobre las advertencias de la deriva que estaba teniendo la primera Convención Constitucional. Creo que si bien hicimos algún esfuerzo, no fue suficiente y podríamos haber hecho algo más. No sé si eso hubiese cambiado el resultado final, porque fue muy categórico (el 62 % de los chilenos rechazó en un plebiscito una propuesta de nueva Constitución elaborada por una mayoría izquierdista), pero tuvimos mucha condescendencia con sectores que no asumieron ninguna responsabilidad de las consecuencias de lo que estaban haciendo.

Ahora, yo valoro mucho la sabiduría del pueblo de Chile, que tanto en el primer proceso como en el segundo rechazó los extremos. No considero el proceso constitucional como un fracaso, sino como un gran aprendizaje. Me parece que, por ejemplo, la reforma de pensiones es, en alguna medida, fruto del aprendizaje de la clase política, de la necesidad de saber llegar a consensos.

"No se puede prescindir de quien piensa distinto"

P: Su último año en el cargo va a estar marcado irremediablemente por las elecciones de noviembre. Todas las encuestas reflejan un gran ascenso de la ultraderecha. ¿A qué lo achaca?

R: Me parece muy pronto para hacer pronósticos, queda mucho por debatir. Yo creo que el progresismo en Chile tiene una alternativa que ofrecer, tanto para mejorar la calidad de vida como para encontrarnos como sociedad de una manera mucho más igualitaria. Las ultraderechas están buscando justamente destruir eso y por lo tanto creo que va a ser una elección competitiva entre dos maneras muy distintas de mirar el mundo.

Creo que es importante siempre alejarse de cualquier fanatismo, de quienes no son capaces de poner su propia idea en cuestión, de quienes para enfrentar el debate lo hacen denostando al que piensa distinto o derechamente mintiendo. Yo creo que esa estrategia puede tener resultados de corto plazo, pero es muy ineficaz en el largo plazo y los países se construyen pensando en el largo plazo.

P: El crecimiento de la ultraderecha es mundial y la llegada de Donald Trump de alguna manera lo ha acelerado. ¿Cree que la izquierda tiene algún grado de responsabilidad en esto?

R: La política siempre es acción y reacción. Hoy día, efectivamente, hay un auge ultra. Creo que el aprendizaje para las izquierdas es, por un lado, que hay que tener ideología y convicción, pero menos retórica y más acciones que mejoren la calidad de vida del pueblo. No sirve de nada hablar de justicia si las consecuencias de tu gestión son aumentar la pobreza en tu país o que tus habitantes se tengan que ir. La retórica o la cantidad de esdrújulas que se ocupan en un discurso no son directamente proporcionales a un buen proyecto político.

Y, en segundo lugar, entender que no se puede hacer un país prescindiendo de quienes piensan distinto en el marco de la democracia. Yo estoy de acuerdo con la lógica de los cordones sanitarios, con lo que acaba de pasar en Alemania respecto a partidos que en su práctica niegan principios que son esenciales por lo menos para el mundo occidental. Creo que la izquierda tiene responsabilidad, pero acá en Chile por lo menos hemos tenido un buen aprendizaje y creo que hemos hecho un gobierno en consecuencia con ese aprendizaje.

"No somos el patio trasero de nadie"

P: Existe la sensación de que el mundo ha entrado en una especie de "desorden mundial" con nuevas formas de hacer política y alianzas impensadas. ¿Dónde debe ubicarse Chile en este nuevo escenario mundial?

R: Es importante ver estas cuestiones con perspectiva y no solamente desde la angustia del presente. El desorden mundial se ha acelerado porque está muy mediatizado. Las formas (de Trump) son muy disruptivas y humillantes, no solamente con Zelenski, también con Canadá cuando les dice el 'estado 51', con Panamá amenazando prácticamente con invadirlo, con Groenlandia, con México.

Creo que este tipo de liderazgo busca que entremos en una suerte de histeria colectiva y que nos gane el miedo. Por eso discrepo mucho con quienes dicen que Chile tiene que hacer todos los esfuerzos por pasar desapercibido. Nosotros, siendo conscientes de nuestro tamaño y de nuestra posición en la geopolítica, tenemos que defender los principios que hemos defendido. Hemos tenido una posición clara respecto a la invasión de Ucrania porque creo profundamente en el derecho internacional y porque sé que es la principal garantía para países como el nuestro. El derecho internacional evidentemente ha sido vulnerado por parte de un país que invadió a otro. Lo mismo en el caso de Venezuela, lo mismo en el caso de Gaza. Y, respecto a Trump, nosotros estamos porque se respeten las reglas del orden internacional. Nosotros no somos el patio trasero de nadie y reivindicamos nuestra autonomía estratégica y nuestra multilateralidad en el mundo.

P: Usted ha hablado en algún momento de irracionalidad al refererirse a la política de la nueva Administración estadounidense y el juego de los aranceles ¿no cree que hay una estrategia calculada?

R: Me refiero a que no es predecible. Yo creo que la política es buena cuando es predecible. La política no es un circo de sorpresas, tiene que tener una visión de largo plazo y proyectar un camino en donde uno vaya ajustando la ruta según las condiciones del tiempo. Pero los liderazgos tienen que ofrecer predictibilidad y lo que tenemos en Estados Unidos hoy es justamente lo contrario. Frente a esa impredictibilidad, nosotros tenemos que pensar en cuáles son nuestras alternativas.

"La ultraderecha no me da miedo"

P: Chile será sede en los próximos meses de una cumbre de líderes progresistas de Europa y Latinoamérica. ¿Cuál es el objetivo concreto de ese encuentro?

R: Nos vamos a juntar para mostrar energía y mostrar que acá hay un proyecto, no solamente resistencia o lamento. No es suficiente decir que la ultraderecha es una amenaza. ¿Qué estamos proponiendo nosotros? Nosotros estamos proponiendo mayor integración, mejores derechos sociales, un crecimiento que sea sustentable.

Es importante hablar en positivo, no solamente decir que dan miedo porque eso los vuelve mucho más interesantes. A mí, la ultraderecha no me da miedo; a mí lo que me preocupa es cuál es la alternativa que nosotros estamos ofreciendo. Y voy a enfrentarme a la ultraderecha porque son mis adversarios políticos, pero el miedo no es la sensación que a mí me mueve.

P: ¿Qué recorrido tiene esa alianza teniendo en cuenta que la mayoría de los países gobernados hoy por el progresismo tendrán elecciones pronto?

R: Esto tiene que ir más allá de los presidentes. Los problemas hoy día son totalmente globales. Si bien es deseable que los progresismos, desde mi punto de vista, ganen las elecciones, cuando no se ganen las elecciones, sigue habiendo mucho que hacer. Necesitamos poder conversar para que despierten nuevas ideas y nuevas formas de hacer políticas públicas que mejoren la calidad de vida en nuestro pueblo.

El expresidente Lagos me dijo que durante mucho tiempo el centro del mundo fue el Mediterráneo. Después de la Segunda Guerra Mundial, el centro fue el Atlántico Norte y hoy día es el Pacífico. Chile tiene una condición privilegiada en el Pacífico. ¿Cómo hacemos para que quienes están en el lado del Atlántico lleguen también a ese centro del mundo? Con el corredor bioceánico que estamos pensando entre Brasil, Paraguay, Argentina y Chile. Eso es integración concreta y eso tenemos que impulsarlo más allá de los Gobiernos.

Un proyecto político más allá de un Gobierno

P: Ha reconocido que la Presidencia le ha cambiado, le ha hecho ver que no existen blanco y negro y le ha confirmado la importancia de los consensos. Cuando deje el cargo en un año, ¿qué Boric vamos a ver, el Boric de ahora o el anterior a la Presidencia?

R: Yo creo que hay algo de caricatura en eso, como si fuera dos personas distintas. La primera semana del Gobierno del presidente Sebastián Piñera, siendo yo diputado, acepté una invitación a formar parte de un acuerdo nacional por la infancia, en contra de lo que decía mucha gente de mi sector, porque estoy convencido de que hay temas que van más allá de las diferencias políticas que tengamos. Lo hice también para el acuerdo que encauzó el proceso constitucional.

No es que yo me haya pegado un cambio radical, sino que ha sido un proceso de maduración permanente. Bienvenidas sean las discusiones, las reflexiones y los cambios. Una persona que no cambia nunca en su vida me parece tremendamente aburrida. Lo importante es mantener los principios y creo que en eso he sido consecuente.

P: ¿Qué va hacer cuando deje La Moneda en un año? ¿Quizá prepararse para un segundo mandato?

R: Ponerme a pensar en qué voy a hacer cuando salga me resulta como una suerte de relajo inaceptable. Tenemos una cantidad de trabajo impresionante y me motiva mucho poder llevarlo adelante y consolidar lo que hemos avanzado hasta ahora, pensando sobre todo en el bienestar de nuestro pueblo, pero también en un proyecto político que vaya más allá de un Gobierno y de una figura. EFE

(foto)(vídeo)(audio)

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Infobae.com

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