Chile a la vanguardia regional en seguridad laboral: el impacto del nuevo Decreto 44 y de una cultura preventiva
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Chile a la vanguardia regional en seguridad laboral: el impacto del nuevo Decreto 44 y de una cultura preventiva
Chile cuenta con más de 100 años de historia en políticas de seguridad laboral. La creación de la Caja del Seguro Obrero Obligatorio en 1924, la inclusión de normas de higiene y seguridad industrial en el Código del Trabajo de 1931, y la promulgación del Decreto Supremo N°40 en 1969 -que por décadas fue el eje normativo-, marcaron hitos fundamentales en la institucionalización de la prevención de riesgos.
En 1968, la Ley N°16.744 introdujo un cambio estructural al establecer un seguro obligatorio contra accidentes del trabajo y enfermedades profesionales. “Ese fue el punto de inflexión”, afirma Fernando Arab, exsubsecretario del Trabajo. “Desde entonces se han originado los instrumentos actualmente vigentes, como los Comités Paritarios y los Departamentos de Prevención de Riesgos en las empresas”, agrega.
En las últimas décadas, el enfoque se ha ampliado hacia una visión más integral, que incorpora factores psicosociales, salud mental y modalidades de trabajo emergentes, como el teletrabajo.
Una nueva era
El nuevo reglamento, que reemplaza a normativas vigentes desde hace más de 50 años, responde a la necesidad de actualizar las herramientas de gestión frente a un entorno laboral más dinámico y complejo. Según Arab, “el Decreto 44 otorga mayor énfasis en la gestión preventiva proactiva y en la capacitación constante. Exige identificar, evaluar y prevenir riesgos laborales de manera sistemática y con enfoque de género”.
Héctor Jaramillo, gerente corporativo de Seguridad y Salud en el Trabajo de Mutual de Seguridad, explica que el “corazón” del Decreto 44 es avanzar en la gestión sistemática del riesgo en el trabajo, identificando los peligros y analizando los niveles de ellos a los cuales se enfrentan los colaboradores.
Son cinco los ejes centrales en los cuales se basa este decreto: promover un entorno laboral seguro, la prevención proactiva, el enfoque de género, una mayor participación y una capacitación continua de los trabajadores. A esta normativa se suma además la Ley Karin, vigente desde el 1 de agosto de 2024, la cual busca garantizar espacios “laborales seguros y libres de acoso, estableciendo la obligación de prevenir los actos que vayan en contra de este objetivo”, según detallan desde Mutual de Seguridad.
Entre las principales innovaciones que ofrece esta nueva normativa están la obligación de implementar un sistema de gestión de seguridad y salud, la designación de delegados de seguridad en empresas pequeñas, la exigencia de mapas de riesgo y la incorporación de procedimientos específicos en los reglamentos internos, detalla Héctor Jaramillo.
Para Pedro Pizarro, exsubsecretario de Previsión Social, “el decreto busca consolidar un marco jurídico unificado. Establece roles, responsabilidades, políticas, programas preventivos y una institucionalidad que refuerza la prevención desde la estructura organizacional”.
Desafíos en la implementación
A pesar de su relevancia, la implementación del decreto ha enfrentado dificultades. La entrada en vigencia fue rápida y muchas empresas no estaban preparadas. “Tal vez hubiese sido recomendable una implementación progresiva para permitir un mayor cumplimiento”, reconoce Arab.
Pizarro coincide en este tema y añade que “los empleadores vienen de enfrentar otros cambios normativos relevantes, como la Ley de 40 horas y la Ley Karin. No ha existido tiempo para ‘masticar’ todas las exigencias del nuevo decreto”.
Ambos expertos señalan que el tamaño de las empresas es un factor crítico. Las mipymes, por su estructura más reducida, enfrentan mayores obstáculos para implementar los sistemas exigidos, aunque pueden recurrir al apoyo técnico de los organismos administradores del seguro de la Ley N°16.744.
La fotografía actual de la seguridad laboral en Chile
Según datos de la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO), en 2023 se registraron 207.477 accidentes laborales y de trayecto, lo que representó una tasa de accidentabilidad del 2,6%, marcando una baja respecto al año anterior. Las cifras reflejan una mejora constante: 184 personas fallecieron por accidentes del trabajo, lo que implica una disminución del 6% versus el 2022. En tanto, los accidentes de trayecto disminuyeron un 7%.
Las actividades económicas con mayores tasas de accidentabilidad fueron la industria manufacturera (3,8%), agricultura y pesca (3,5%), transporte (3,3%), construcción (3,1%) y comercio (3%). También se evidencian brechas de género: en servicios, las mujeres presentan una tasa de accidentabilidad laboral levemente superior a la de los hombres.
En cuanto a la composición de la fuerza laboral protegida, un 10,1% corresponde a personas extranjeras, reflejando también un desafío en la gestión inclusiva de la seguridad laboral.
Liderazgo regional
En comparación con otros países del Cono Sur, Chile se posiciona como líder en cobertura de la población trabajadora y en institucionalidad, asegura Jaramillo. Tal como lo exponen los datos que entrega la SUCESO, el 80% de la fuerza laboral de la población chilena ocupada está cubierta por un seguro laboral. “Para que se hagan una idea, en Paraguay esa cifra es aproximadamente un 10%. Chile está en un muy buen nivel”, afirma el gerente corporativo de Seguridad y Salud en el Trabajo de Mutual de Seguridad.
“Chile ha realizado avances significativos en la regulación de la seguridad laboral. Si bien algunos países han incorporado innovaciones en riesgos psicosociales o nuevas tecnologías, nuestro país mantiene un sistema preventivo robusto”, destaca Arab.
Pizarro complementa: “Con el trabajo serio de los administradores del seguro, empleadores y trabajadores, año a año vemos cómo las cifras disminuyen. Eso es mérito de todos y obliga a no bajar la guardia”.
Según cifras de organismos internacionales como la Organización Iberoamericana de Seguridad Social, países como Brasil y Perú presentan tasas de accidentes con fatalidad superiores a las de Chile. Esto se explica, entre otros factores, por una menor institucionalidad, informalidad laboral más extendida y falta de fiscalización efectiva.
Tecnología, automatización y nuevos riesgos
Los avances tecnológicos también modifican el paisaje del trabajo y traen consigo nuevos riesgos. “La automatización permite mejorar la seguridad, pero introduce desafíos como el estrés laboral, riesgos ergonómicos y exposición a nuevas maquinarias”, señala Arab.
Por otro lado, el teletrabajo plantea la dificultad de controlar entornos laborales fuera de la empresa. “La irrupción del trabajo a distancia obliga a rediseñar los criterios de prevención, porque el empleador es responsable de un espacio que no gestiona directamente”, advierte Pizarro.
Ambos coinciden en que la tecnología también puede ser una aliada en la capacitación: plataformas interactivas, simulaciones y videojuegos están siendo utilizados con éxito en la formación en prevención.
Tanto Arab como Pizarro insisten en que más allá de las leyes, el gran desafío es cultural. “Necesitamos una cultura de seguridad que involucre a todos, desde la alta dirección hasta el operario”, dice Arab. La recomendación es avanzar hacia una gestión participativa, con formación continua, autocuidado y corresponsabilidad. Pizarro concluye: “Las herramientas están. Lo que falta es usarlas bien. La seguridad es tarea de todos”.P
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