Columna de Álvaro Castillo: Campañas preventivas sobre drogas sintéticas

Columna de Álvaro Castillo: Campañas preventivas sobre drogas sintéticas

Las drogas sintéticas están en constante evolución. Solo en el año 2022 se detectaron 44 moléculas nuevas a nivel mundial y Chile no está exento de este problema. Entre 2015 y 2022 el hallazgo fue de 60 nuevas sustancias en el país. La mayoría son decomisos únicos sin registro de consumo en la población.

Aunque la ketamina no es una droga nueva, efectivamente se han detectado cambios en el patrón de consumo, incluyendo la combinación con otras sustancias para producir el denominado “tusi”. Aun así, la información disponible a la fecha indica que es una sustancia principalmente de nichos y la gran mayoría de personas en tratamiento ingresan por alcohol, pasta base, cocaína y marihuana como sustancia principal.

El fentanilo es un opioide sintético de alta potencia que genera una gran cantidad de muertes en otros países, principalmente Estados Unidos. La gran mayoría del fentanilo consumido en esos países es de producción ilícita, y ocurre en un contexto de escasez mundial de heroína por la prohibición del cultivo de amapola impuesta por el gobierno talibán de Afganistán. En Chile, salvo uno, todos los decomisos de fentanilo han sido de uso hospitalario.

¿Esto significa que no hay que preocuparse por estas y otras drogas emergentes? No. Significa que las autoridades deben permanecer alertas y reactivas ante posibles cambios en el mercado de las drogas. De ser necesario, se deben establecer instructivos para el tratamiento (ej. terapias de sustitución de opioides) y prevención de complicaciones sanitarias derivadas del consumo de estas drogas (ej. disponibilidad de naloxona en servicios de urgencia). Realizar acciones preventivas focalizadas en grupos de alto riesgo también está dentro del arsenal de estrategias potencialmente eficaces.

Medidas de este tipo son preferibles a las campañas de prevención masivas ya que sabemos que estas no solo son inefectivas, sino que pueden generar el efecto contrario, al despertar la curiosidad por sustancias de baja prevalencia. Con ello, solo estaríamos contribuyendo a agravar el problema que buscamos resolver.

Por Alvaro Castillo Carniglia, Facultad Medicina y Ciencia USS, Nucleo Milenio nDP

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LaTercera.com

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