Columna de Gabriel Alemparte: Pensiones: Aprovecharse de la Tristeza

Columna de Gabriel Alemparte: Pensiones: Aprovecharse de la Tristeza

Mientras gran parte de la capital ayer se informaba e impactaba con la delicada situación que se vivía en una sucursal de AFP -donde una persona secuestró y tomó como rehén a una empleada- algunos comenzaban a ver en este episodio una oportunidad para, una vez más, impulsar sus trasnochadas ideologías.

A una situación que debería encerrarse meramente en lo que era en su esencia, un delito, se le intentó bañar nuevamente con el manto del “estallido social”. Sólo así se explica el video compartido en la tarde de ayer por Luis Mesina, líder de la agrupación No Más AFP, justificando el accionar temerario de una persona por la “orfandad” en que el sistema de pensiones deja a los jubilados. El asunto es más o menos este: ¿Vale en política cualquier caso, para transmitir lo que se cree usando un argumento tan pueril y dramático para allegar agua al molino? ¿Hasta dónde se puede llegar para derrotar una idea o a un adversario político? Preguntarse ello no es sencillo, mientras por estos días asistimos sin piedad al ninguneo de una izquierda que tomó caminos de defensa de banderas muy distintas de lo que antes llamaba la clase obrera, ahora ningunea desde una elite woke -pasada a cierta naftalina- con mueca arrugada ante esos millones de chilenos que creen en el esfuerzo personal, que no quieren nada de regalo y que son producto de un país que creció pues sus líderes políticos creían firmemente en ello. Los hijos de 30 años de crecimiento y estabilidad.

Baste ver cómo cosechó Donald Trump frente a ese esfuerzo de sectores de esa izquierda encerrados en sus campus universitarios levantando el lenguaje de la minoría de moda, versus el mapa impactante, casi completamente teñido de rojo, de una sociedad como la norteamericana (y creo la chilena) que busca un relato de realidad, que puede gustar o no y, aún más viniendo de quien viene, pero que logra congeniar y movilizar con la realidad del día a día a esa clase media aburrida de consignas que se repiten bajo casos escogidos de dramatismo, que son tan ajenos a lo que vive la inmensa mayoría y que tiene un costo inmenso para las sociedades. Los chilenos vemos como el sentido común es el menos usado de los sentidos en política, mientras suben o se propone subir la carga impositiva, mientras el Estado no es capaz de otorgar las prestaciones mínimas: la seguridad y el orden público para partir.

Al igual que en 2019 cuando cientos de delincuentes, lumpen y de una cierta organización que quizás jamás visualicemos, vandalizaron el metro de Santiago y destruyeron las ciudades, sometiendo al terror a los ciudadanos, mientras algunos los defendieron, porque “se rebelaban” contra “injusticias”, acá pareciera que aparece el mismo argumento: es tanto el abuso del sistema que se justifica que las personas lleguen con un arma blanca contundente a reclamar todos sus fondos de pensiones a las sucursales ante indefensos empleados (que no manejan efectivo, por lo demás). Sin duda la situación de quien reclamaba era desesperada, pero no por ello la violencia puede ser el camino para resolver nuestras diferencias en democracia.

Basta. Basta de romantizar conductas violentas antisistémicas. Hay consenso en que sí, estamos de acuerdo que una reforma de pensiones es necesaria, que nuestros jubilados no pueden esperar, pero no de cualquier manera, pues lo que puede parecer atractivo desde esa defensa ideológica sobre la que se paró el gobierno de “No más AFP”, es convertir los fondos de pensiones en más burocracia, en un impuesto (otro más) al trabajo y que sea el Estado quien administre. Para quienes vivimos de manera independiente, quienes trabajamos, para la clase media es sencillamente insostenible a estas alturas, menos aún, con un crecimiento cercano a 0%, y ahí están los ejemplos, un 30% de informalidad, masivos despidos, mientras hablamos del huevo y no de la gallina, esto es del tipo de trabajo formal que requiere de crecimiento económico.

Por eso, sorprende que el gobierno no haya separado su proyecto de reforma y aumentara la PGU antes -ayudando a la gente que más lo necesita- ya que contaba con todos los votos de la oposición para hacerlo. No, la estrategia del Ejecutivo y del Presidente Boric -encauzada por la ministra del PC, Jeannette Jara- ha sido la de blandir la PGU como carta de negociación con el fin de aprobar una serie de medidas que destruirán el sistema actual (al coro de las agrupaciones que lidera Mesina). ¿Es esa acaso una actitud que ennoblece al Presidente y su gabinete? ¿Pudiendo subir las pensiones ahora, prefieren no hacerlo con el fin de empujar su ideología trasnochada, que en varios lugares del mundo viene devuelta hacia la capitalización individual, mientras que, en la espera, despotrican contra las AFP, y el “injusto” sistema? No. No se puede aquí ser juez y víctima. La responsabilidad que la reforma no avance y que los jubilados sigan esperando en estos ya casi tres años de gobierno tiene nombre y apellido: El PC y el Frente Amplio, que son los que han tironeado la discusión echando agua a sus molinos sin ceder.

¿De qué ideologías trasnochadas estamos hablando? Ideas como crear un administrador estatal que maneje todos los fondos de pensiones, y que pueda invertir en empresas públicas quebradas como ENAP, EFE u otras peores. Menos mal ese barco ya se hundió en las profundidades de la discusión legislativa, pues aún quedan palabras de cordura. O el intento de separar la industria como la conocemos actualmente, y crear un administrador único, que haría que las personas tuvieran cero interacción con quien les invierte sus fondos, un sinsentido absoluto. Menos mal, la Mesa Técnica echó por tierra esta idea, de manera unánime, aunque pareciera que la ministra Jara goza de sordera selectiva porque esa parte del informe, como otras, no la escuchó, ni leyó. Pero persisten amenazas que golpearán duramente las rentabilidades de los afiliados. Ideas como que el Estado fuerce a que los afiliados se cambien de AFP cada año, al que tenga la más baja comisión. ¿Qué ocurre si al cotizante lo cambian a una AFP donde la rentabilidad sea peor que en la AFP en la que estaba? Sus fondos de pensiones serían mayores si no lo forzaran a cambiarse, esto es lo que ocurre cuando en estas ideas sólo se considera un factor, el precio, y no el más importante, que es la rentabilidad y el largo plazo, dos elementos claves en la discusión previsional. En definitiva, y volviendo al episodio de ayer: es lamentable que lo opositores al sistema de pensiones aprovechen una delicada circunstancia y la comisión de un delito para sacar cuentas alegres. El sistema de pensiones puede y debe mejorarse, con medidas técnicas y de alto consenso político, y el gobierno podría, si quisiera, subir la PGU antes de fin de año, pero no… el Presidente Boric y Jara prefieren mantener y usar a los jubilados actuales como rehenes para impulsar medidas antisistema al son de Luis Mesina y su congoja llena de aprovechamiento.

Con este tipo de liderazgos, estamos realmente en un Chile que está condenado a la tristeza. Y algunos se aprovechan de esta tristeza permanente para sacar lo peor de sus ideologías a flote, aumentando la sordera y el dolor general. Realmente lamentable, porque la vía de los consensos está ahí al alcance. ¿Podremos sacarlo adelante o usaremos cualquier vía para ganar al adversario?

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LaTercera.com

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