Columna de Gabriel Zaliasnik: El banquero anarquista
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Columna de Gabriel Zaliasnik: El banquero anarquista
En medio del debate sobre la reforma previsional y el destino del 6% de aporte adicional, la realidad y el sentido común debiera imponerse. De hecho, asoman -quizás a regañadientes- algunas voces en sectores del oficialismo que abandonan añejas etiquetas y suscriben las ventajas y aciertos de un modelo que dinamizó la economía hasta hace algunos años.
Así, por ejemplo, cada vez son menos quienes intentan sostener ideas de reparto pues crece el consenso ciudadano en torno a las cuentas individuales. Lo propio ocurre con la ya evidente importancia de recuperar un camino de crecimiento. Chile está más endeudado que nunca (nos acercamos peligrosamente al 45% del PIB) y casi superamos la aberrante barrera del millón de empleados públicos, con un incremento de 12% en sólo dos años según cifras del propio ministro Mario Marcel ante la Cámara de Diputados.
Por lo mismo, resulta interesante revisitar “El banquero anarquista” de Fernando Pessoa publicado en mayo de 1922, en la revista lisboeta Contemporánea, y que nos ofrece una sátira iluminadora. En el cuento, un banquero que se autoproclama anarquista argumenta que la verdadera libertad no se alcanza destruyendo el sistema, sino utilizándolo. Según él, las utopías igualitarias, al imponer restricciones colectivas, terminan negando la libertad que prometen. En sus palabras, “no tenemos que procurar no entorpecer la ‘libertad’ de los poderosos, de los bien situados, de todos los que representan ficciones sociales y obtienen ventajas de ellas. Esa no es libertad; es libertad de tiranizar, que es lo contrario de la libertad”. Esta paradoja refleja con precisión los problemas de los modelos de izquierda extrema: mientras declaran buscar justicia, sus políticas suelen producir más estancamiento, pobreza y dependencia. En suma, decadencia.
Al comenzar este 2025, en Chile se hacen evidentes las consecuencias de sistemáticas políticas regresivas. El crecimiento se ha detenido, la inversión ha caído y las desigualdades no han disminuido. En contraste, el modelo económico liberal, pese a sus críticas, permitió una reducción sostenida de la pobreza y la ampliación de oportunidades. Como en el cuento de Pessoa, las antiguas herramientas liberales resultaron ser más efectivas que las rígidas y retrogradas imposiciones colectivistas que aún animan a algunos. La ironía que Pessoa explora en su banquero -quien, desde el capitalismo, afirma contribuir más a la libertad que desde el anarquismo- sirve de lección para Chile: solo un modelo económico que promueva el crecimiento, la innovación y la autonomía individual puede generar prosperidad sostenible.
Se necesita retomar el camino de crecimiento si aspira a garantizar un futuro próspero y justo para las próximas generaciones. Hoy, más que nunca, es necesario recuperar, aunque sea con matices, los principios que impulsaron el desarrollo pasado de Chile. Como sugiere Pessoa, las ilusiones colectivistas terminan traicionándose a sí mismas.
Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho, Universidad de Chile
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