Columna de Gonzalo Cordero: Reforma previsional
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Columna de Gonzalo Cordero: Reforma previsional
En el siglo pasado, la sociedad chilena se fracturó con tal encono y profundidad que varias décadas después se siguen sintiendo los efectos del quiebre. La reforma agraria, más allá de las diferencias que existen sobre sus causas y consecuencias, fue la bomba de racimo que dividió para siempre al sector conservador, sin posibilidad de reconciliación. “Antes un comunista que un democratacristiano”, es una frase que he oído demasiadas veces a lo largo de mi vida.
Escuchando el debate de los últimos días he experimentado el temor de que la reforma previsional se convierta, en cierto sentido, en el equivalente en este siglo de lo que fue aquella otra reforma. Son evidentes las diferencias; el apego a la tierra es algo atávico y la violencia con la que se hizo aquella no es comparable a la situación actual.
Pero la sociedad ha cambiado mucho. Si algo se ha exacerbado en este cuarto de siglo es la conciencia de la individualidad, la hipersensibilidad sobre los derechos, la resistencia a ser determinado en el ámbito de mi personalidad por decisiones de terceros. El proyecto de Constitución chavista de la Convención fracasó en gran medida por lo que representa la expresión “con mi plata no” y por el cambio radical en la percepción sobre el sistema previsional ocasionado por los retiros.
La división en la oposición ha tomado un tono odioso y autodestructivo. Cartas y columnas van y vienen. Criticar la reforma es tratado por algunos como un acto de traición o de fanatismo. Es tomar “el camino simplón de la trinchera y la barra brava”, leí en un posteo en la red social X. De hecho, estimado lector, yo estoy en desacuerdo, y puede ser que mirado desde la sofisticación de otros estilos de vida efectivamente sea simplón. Qué le voy a hacer, a estas alturas ya no estudié en Londres, no me compro la ropa en el SoHo, ni fui un bohemio en París.
Pero hay personas de probado rigor intelectual, que no son fanáticos de barra brava, que tienen reparos de fondo con lo que se está acordando con la izquierda. ¿Es que en la derecha se está a favor de la reforma o se te relega a la condición de neandertal? Pocas veces como en estos últimos días he sentido la intolerancia de los tolerantes.
¿Entonces no se hace nada y vamos a seguir con el problema de las pensiones abierto en el próximo gobierno? Hay mucho por hacer, como se hizo la PGU, una reforma gigantesca. Pero el problema va a seguir, porque nunca tendremos las pensiones que las personas aspirarían recibir y porque la izquierda no concibe un sistema previsional sin reparto, en que las cotizaciones de unos vayan a financiar las pensiones de otros. “Eso no es seguridad social”, nos dicen siempre. Pronto dirán que “esto” fue lo que la derecha permitió, pero la verdadera reforma previsional sigue pendiente.
Y tendrán razón, porque nunca han ocultado lo que buscan. ¿Vale la pena una “guerra civil” por esto en la derecha? ¿Es tan buena la reforma? No creo. Pienso que introduce el reparto, debilitará lo esencial y no cerrará nada. Aunque sea simplón.
Por Gonzalo Cordero, abogado
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