Columna de Joaquín Vial: “Elecciones municipales: ¿Viene un verdadero recambio generacional?”

Columna de Joaquín Vial: “Elecciones municipales: ¿Viene un verdadero recambio generacional?”

Mi generación vivió el gobierno de Allende y el golpe militar cuando estábamos en la universidad, y nuestro desarrollo profesional se inició bajo Pinochet. Ese fue un período duro, marcado por grandes divisiones y fuerte ideologización, en el que campeaba el temor y la desconfianza, como lo registró Patricia Politzer en Miedo en Chile.

En esa época, jóvenes universitarios de derecha salieron a ocupar cargos profesionales en el sector público y, como ocurrió con muchos futuros dirigentes de la UDI, desempeñarse como alcaldes en comunas pobres. Con los 90 volvió la democracia y con ella, muchos de esos exfuncionarios públicos llegaron al Congreso y a los partidos de derecha, con una rica experiencia de trabajo en terreno en la implementación de políticas públicas, renovando y modernizando a su sector.

Los líderes de la vereda del frente habían aprendido duramente a bajarle el peso a sus visiones ideológicas, y se habían dado cuenta que sus visiones económicas habían quedado atrás en el mundo y se apoyaron en mi generación de profesionales para modernizar la gestión de la economía

Esto confluyó en una transición exitosa en lo político y lo económico, que dejó atrás los miedos y los reemplazó por un optimismo inédito en el siglo XX. Incluso llegamos a pensar que dejaríamos atrás la pobreza y aspirar a niveles de vida de países desarrollados. El precio fue que nuestra generación exitosa se apernó.

El Estado creció, sus sueldos aumentaron, y comenzó a ser percibido como un botín a conquistar. El entusiasmo se fue desgastando, el clima político se deterioró, surgieron voces de descontento, pero en la superficie todo seguía igual: en el mundo del poder político y económico seguían los mismos de la transición de los 90. Empezó la alternancia en el poder, pero siempre entre los mismos.

En paralelo, surgieron nuevos desafíos y cuestionamientos porque las expectativas no se estaban cumpliendo: las deudas ahogaban a la clase media, las pensiones no iban a alcanzar para sostener el nivel de vida, el acceso a la salud, especialmente en la vejez, se veía cada vez inalcanzable. El miedo, esta vez a la pobreza, se volvió a instalar en la sociedad.

Los “pingüinos” apostaron a dejar atrás a la generación del golpe y la transición. Trajeron demandas de diversidad, inclusión y preocupación por la naturaleza, contagiando con su optimismo a la gran mayoría de los jóvenes. Impulsados por la crisis del 2019 llegaron de pronto al poder a un país dividido y aterrorizado, sin haber tenido tiempo para adquirir experiencia laboral y encontrar otros soportes que su pesada carga ideológica. Su conexión con el país real era nula.

Su proyecto refundacional fracasó muy pronto y, con su mala gestión, han enervado el aparato público, multiplicando la incertidumbre. La economía se ha estancado, frustrando las esperanzas de progreso. En paralelo, la seguridad pública, que se venía deteriorando gradualmente, y colapsó durante el estallido, ha entrado en crisis ante el avance del crimen organizado.

Si bien la generación de los pingüinos provocó cambios culturales profundos en Chile, hoy es evidente que el recambio generacional fracasó. Prueba de ello es que las principales cartas presidenciales hoy son figuras de la transición, que hace más de una década ya compitieron por ese mismo sillón.

Las elecciones municipales parecen marcar el inicio de una nueva ola de reemplazo generacional, esta vez transversal. En la Región Metropolitana casi la mitad de los alcaldes electos son independientes, y muchos candidatos jóvenes ganaron con discursos de apertura y diálogo, con un foco en la solución de problemas concretos en comunas como La Florida, Las Condes, Maipú, Puente Alto y Renca, entre otras.

Al parecer, está emergiendo una generación de potenciales líderes políticos, más conectados a la realidad de la gente común, menos ideologizados que los de la generación “pingüina”, y sin los temores de la derecha tradicional. En los próximos años ganarán experiencia en la gestión pública, en contacto con la gente común, dejándolos a punto para el salto a la política nacional.

Si estos nuevos líderes penetran al mundo de los partidos políticos y los reconectan con la gente, creo que podríamos tener una segunda transición generacional, que, combinando pragmatismo con diálogo y nuevas ideas, nos permitan superar el miedo y volver a avanzar.

Instituto de Economía UC Clapes UC

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LaTercera.com

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