Columna de José Miguel Vivanco: Una seria amenaza a la democracia liberal
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Columna de José Miguel Vivanco: Una seria amenaza a la democracia liberal
Este martes la democracia liberal será sometida a un duro examen, como pocas veces en la historia contemporánea. Algunos dirán que estoy exagerando y que cualquiera que gane la presidencia de EE.UU. representará más de lo mismo. Creo que esta columna demuestra que mi temor es fundado. Y lo peor es que las encuestas consistentemente muestran que la opción iliberal (representada por Trump) puede ganar.
Si Trump se impone en el Colegio Electoral, que no hay que confundir con la mayoría del voto popular, y que nos guste o no es la fórmula que usan los americanos para elegir a sus líderes, significa que los electores han optado por una oferta ideológica basada en los prejuicios, la división, el odio y la ignorancia, rechazando valores democráticos tales como la tolerancia, el debate público centrado en hechos y no mentiras, la ciencia y la credibilidad de las instituciones democráticas.
El populismo autoritario típicamente construye escenarios fatalistas y decadentes para generar miedo en la población; un miedo con sensación de caos y vulnerabilidad, donde la sobrevivencia de la nación está en riesgo. Luego se hacen elegir como los únicos que pueden salvar a la población del precipicio y gobiernan con el miedo y la sospecha. Exigen apoyo incondicional y muchas veces son tratados como semidioses. La historia demuestra que en estas dinámicas los ganadores se sienten superiores y son libres de discriminar contra los que no hacen parte de la manada, a los que se les trata como traidores.
Trump ha prometido gobernar como “un dictador” desde el “primer día”. Dada su admiración o simpatía por autócratas y dictadores como Putin, Kim Jong Un, Orban y Lukashenko, es prudente tomar sus amenazas en serio. También ha prometido detener y deportar a 11 millones de inmigrantes indocumentados a pesar de que trabajan y tienen familia en EE.UU., a quienes sataniza como los culpables de los males sociales y económicos del país. Trump se enorgullece de haber elegido a los magistrados de la Corte Suprema que suprimieron a nivel federal el derecho al aborto. Esa misma corte fue la que recientemente decidió que el presidente estaba por encima de la ley penal si delinquía en función oficial, algo que ni siquiera Nixon soñó y precisamente por eso Ford lo indultó.
Trump ha prometido perseguir penalmente a sus enemigos políticos, incluyendo a jueces y fiscales, sugiriendo que podrían calificar como traidores; ha amenazado con usar a los militares para controlar a la población civil y podría declarar la ley marcial; ha dicho que discriminará el acceso a recursos económicos por desastres naturales según la ideología de los estados; justifica el linchamiento de delincuentes en flagrancia; ha dicho que ordenará a los militares atacar blancos civiles si EE.UU. es atacado; seguramente gobernará mediante órdenes ejecutivas, tal como lo hizo cuando ordenó separar a los niños de sus padres en la frontera. Hasta la fecha no reconoce su derrota frente a Biden y probablemente tampoco la reconocerá si es derrotado por Harris, poniendo nuevamente en jaque la legitimidad de las reglas del juego democrático.
Cómo será el desprestigio de Trump (y no me refiero a su prontuario penal) que la mitad de sus exministros y su exvicepresidente no votarán por él por ser un peligro para la democracia y dos generales (exjefe de gabinete y el exjefe de las fuerzas armadas) dicen que es un fascista. Por eso es previsible que si es elegido se rodeará de un séquito de incondicionales. Los últimos fallos de la Corte Suprema sugieren que no habrá contrapeso a la voluntad presidencial, y menos aún una defensa del Estado de derecho. La situación no es mejor en el Senado, donde se disputan 33 escaños, de los cuales 23 son demócratas que aspiran a la reelección, incluyendo de estados donde ganó Trump (Montana, Ohio y Virginia Occidental). Es muy probable que el Senado pase a manos del trumpismo.
En política exterior, el panorama no puede ser más desolador. Trump ha advertido que abandonará a los aliados, léase Ucrania y Europa, lo cual significa que Putin estará frotándose las manos. En general, su estilo impulsivo, errático y autoritario no ayuda a restituir y mantener la paz y un orden mundial. América Latina nunca ha sido muy relevante en Washington y bajo una administración Trump menos aún.
La democracia liberal está en peligro porque un retroceso democrático de la envergadura que representa la elección de Trump en la principal potencia del mundo libre, necesariamente tiene un impacto global en beneficio de los populismos autoritarios de todos los colores ideológicos. Si gana Trump, ojalá mi oscuro pronóstico esté equivocado. Aunque obviamente lo mejor es que no gane.
Por José Miguel Vivanco, senior fellow del Council of Foreign Relations.
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