Columna de Juan Ignacio Brito: La sorpresa interminable de Trump

Columna de Juan Ignacio Brito: La sorpresa interminable de Trump

El contundente triunfo de Donald Trump remece una vez más al mundo entero. Para muchos de sus detractores, se trata de una pesadilla de la cual no consiguen despertar. No logran entender cómo es que un tipo con sus características les ha arrebatado una vez más la victoria y, peor aún, los ha dejado casi sin nada. El prolongado silencio de Kamala Harris, quien se demoró más de 10 horas en reconocer la victoria de su contrincante, evidencia la perplejidad en la que están sumidos los adversarios del mandatario electo.

Paradojalmente, es esa misma falta crónica de comprensión del fenómeno la que le ha permitido a Trump sorprender una y otra vez a sus rivales. Porque todo lo que estos han lanzado contra él se ha convertido en aquello que le da fuerza. Trump es un caso paradigmático de judo político, capaz de utilizar en su favor la energía generada por sus adversarios para tratar de derribarlo.

Nada de lo que suele acabar con la carrera de los políticos tradicionales ha podido sacar de carrera a Trump: ni las demandas civiles, las querellas criminales, las acusaciones, los impeachments, la descalificación personal, las revelaciones escandalosas… ni siquiera los intentos de asesinato. Trump transforma cada uno de los dardos lanzados en su contra en ejemplos de la “caza de brujas” que denuncia a cada rato. Es un experto en victimizarse.

Sin comprender a su oponente, los antagonistas de Trump hicieron de nuevo la campaña que más le acomoda al republicano. Repitieron una vez más lo que han venido diciendo desde hace ocho años: Trump es un peligro para la democracia. De tanto insistir en el punto, han gastado el argumento, que sin duda perdió efectividad. Todo indica que la mayoría de la población no lo cree o que ya no le importa. Lo que sí quiere el electorado norteamericano es una economía vigorosa y frenar la inmigración ilegal. Joe Biden y su vicepresidenta no supieron responder a esas demandas básicas y han sido despedidos, como ocurría con los administradores ineptos en el reality show “El aprendiz”, protagonizado por Trump.

Ahora éste tiene experiencia previa en el gobierno, mayorías en el Congreso y un elenco ideológicamente mucho más alineado que en 2016. Además, ya no le preocupa la reelección. Para consolidar su legado, debe actuar estratégicamente en medio del caos que lo caracteriza, proyectar un heredero y perpetuar su control en un Partido Republicano que ha cambiado de perfil bajo su liderazgo. Al mismo tiempo, necesita cumplir con lo que ha prometido: mejorar la economía, controlar la inmigración y recuperar la voz en política exterior. El desafío de Trump es grande, pero ahora cuenta con un mandato popular sólido, el respaldo de un triunfo claro y la ventaja de una oposición confundida que aún no consigue descifrarlo.

Por Juan Ignacio Brito, periodista

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LaTercera.com

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