Columna de Lucía Dammert: Terrorismo y polarización política en Estados Unidos

Columna de Lucía Dammert: Terrorismo y polarización política en Estados Unidos

El 1 de enero, un veterano del Ejército de Estados Unidos llevó a cabo un ataque con una camioneta en el centro de Nueva Orleans, dejando 14 muertos y más de 35 heridos graves. En el vehículo se encontró una bandera del grupo radical Estado Islámico. Horas después, un Tesla Cybertruck explotó frente al Trump International Hotel en Las Vegas, causando la muerte del piloto y heridas a varias personas. Este segundo ataque, también perpetrado por un veterano norteamericano, parece estar vinculado con la radicalización islámica. Aunque son los primeros atentados del año, todo indica que no serán los últimos.

El aumento de este tipo de ataques no es un fenómeno reciente en Estados Unidos. En la última década han crecido un 357%, siendo los principales objetivos cuestiones raciales, étnicas y movimientos antigubernamentales o antiautoridad. Según un informe reciente del centro de pensamiento CSIS, entre 2020 y 2024 se registraron 50 ataques dirigidos a edificios gubernamentales, Fuerzas Armadas o policías, seguidos por 38 ataques contra individuos, 19 contra instituciones religiosas y 13 en eventos masivos. Este problema afecta prácticamente a todos los estados del país, evidenciando un preocupante patrón de violencia sistemática.

Una tendencia particularmente alarmante en los últimos años es el aumento de la violencia terrorista vinculada a la polarización política. La difusión de teorías conspirativas, especialmente sobre los procesos y resultados de elecciones como la presidencial de 2020, ha sido un catalizador de múltiples atentados. El asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 simboliza la ira contenida en ciertos sectores de la población. Cabe destacar que en los últimos tres años la aprobación de este hecho entre los republicanos pasó del 21% al 30%, mientras que quienes lo desaprueban enérgicamente han disminuido casi 20 puntos. Además, una encuesta realizada en abril de 2024 reveló que uno de cada cinco estadounidenses cree que la violencia política puede justificarse en ciertas circunstancias.

Aunque la retórica política violenta no es la única causante de estos problemas, sin duda fomenta un ambiente de desconfianza y un generalizado sentido de autoprotección que puede alimentar un incremento en los ataques terroristas basados más en alineaciones políticas que en radicalización religiosa o vínculos internacionales. Un estudio que analizó 85 países entre 1950 y 2018 reveló que un aumento en la polarización política incrementa en un 35% las probabilidades de violencia política generalizada. Asimismo, las personas identificadas con posturas políticas extremas tienen mayor propensión a justificar y aceptar actos de violencia.

El desafío para Estados Unidos, y para muchas naciones en contextos similares, no radica únicamente en la contención de los ataques, sino en la reconstrucción de un tejido social fracturado por la polarización. Frenar esta peligrosa espiral de violencia requiere fortalecer el diálogo y la cooperación entre sectores opuestos, promoviendo la moderación y la confianza en las instituciones democráticas. Este reto será fundamental para el gobierno de Donald Trump, que comienza el próximo 20 de enero, pero también para todos aquellos comprometidos con restaurar la estabilidad y la cohesión social en el país.

Por Lucía Dammert, académica de la Universidad de Santiago.

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LaTercera.com

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