Columna de Magdalena Merbilháa: Hipocresía y montaje

Columna de Magdalena Merbilháa: Hipocresía y montaje

Esta semana presenciamos un perfecto “show”, un reality mediático, un escándalo, que buscaba desviar la atención de lo esencial. Una acción que busca hacer que las personas no piensen, solo sientan. Karol Cariola aparece en la Cámara de Diputados “puño en alto”, vestida de blanco y con su hijo recién nacido en los brazos para defenderse de una moción de censura en su contra. La foto fue de “alto impacto” y eso es, precisamente, lo que buscaba producir. Se quería desviar la atención de la causa compleja por la que se la investiga. Es interesante ver que ya habían exagerado respecto al allanamiento mismo, diciendo que “casi” habrían entrado al pabellón de parto, cosa que no fue así. El teléfono fue confiscado en su casa. Hoy, quieren a toda costa, recuperar el celular. El hecho que la fiscalía lo tenga les preocupa de sobremanera y evidentemente, es por alguna razón fundada. Probablemente sí hay algo que esconder.

Analicemos la situación y la imagen producida. Buscaba alejar la razón y alentar el sentimiento. Sí, buscaba victimizarse y le resultó, la moción fue rechazada. Vamos por parte, se presenta con el “puño en alto”, gesto de la lucha comunista en la historia. Ella levanta el puño con orgullo, es una devota de su “religión de sustitución”. Comulga con las ideas del comunismo internacional ayer y hoy. Si condenara el ayer, el símbolo no podría ser el mismo que en el pasado y lo es, por tanto, asiente con ese pasado. Por lo mismo, es importante entender que levantar el puño es un gesto que tiene una carga muy dolorosa, ya que el comunismo, como ideología, carga sobre sus hombros, con al menos, 150 millones de muertos en la historia. Esto hace que “el puño en alto”, numéricamente sea peor que el “saludo romano”, llamado por muchos hoy, el saludo nazi o fascista, ya que ellos lo emularon. Debido a los horrores del nacional socialismo, hoy todos condenan ese saludo y están constantemente preocupados de quien podría hacerlo o emularlo y lo califican como una apología a una ideología asesina. Yo estoy totalmente de acuerdo que el saludo romano es de total mal gusto y que frente a las atrocidades cometidas por Hitler, es algo que no se debe realizar. Lo mismo sucede con la swastika, que, aunque en un inicio era un símbolo solar de buen augurio, hoy evoca a genocidio. Por lo mismo, ya que el valor de la vida humana como persona única e irrepetible implica un respeto irrestricto a ésta, de ahí el valor de los llamados derechos humanos, levantar el puño con orgullo es algo que no debiese hacerse nunca, ya que está también manchado con sangre. Nazis y comunistas tienen más cosas en común que diferencias. Unos eliminaban a personas en términos de raza y los otros eliminaban personas en términos de clase. Ambas son ideologías asesinas y culpables. O sea, no al saludo romano, no al puño en alto. No swastika, no hoz y martillo. El resto es hipocresía.

La diputada fue hipócrita, sin duda y además, utilizó a su hijo recién nacido para hacer política, para salvarse ella de una investigación que ciertamente le complica. Cariola es matrona, sabe muy bien que no es aconsejable, ni conveniente sacar a un recién nacido a un espacio público. Se lo expone a potenciales enfermedades. Pero eso no le importó. Le servía para mostrarse vulnerable, ultrajada y madre. Ese epíteto que por tanto tiempo ella misma despreció, hoy lo fomenta y lo explota. La defensoría de la niñez, que no sirve para absolutamente nada, y que no es más que órgano político al servicio de la izquierda radical, consideró evidentemente, que no había vulneración alguna y puso por delante, lo que siempre puso por detrás, el “derecho preferente de los padres”. Pregunta, ¿Cariola no tenía otra opción para ir a defenderse a la moción de censura? ¿No tenía con quien dejar al niño? Por supuesto que tenía, no quiso hacerlo. Necesitaba a su hijo como un “algo” que la vistiera de “víctima”. Lo usó, lo que es al menos lamentable y vergonzoso. El blanco representa pureza y ella, así como Catalina Pérez, lo eligieron para defenderse de lo que parece indefendible. Ellas son “puras”, sin mancha, ni falta. Un montaje hipócrita.

Hoy Cariola triunfante en la censura gracias a su estrategia, busca anular las acciones de la fiscalía, cosa que no puede hacer por ley. Ella siente que la justicia y la ley son para otros, no para ella. Se olvida que en Chile hay igualdad ante la ley y que existe la división entre los poderes. Seguirá en su estratagema ya que el celular “la pone muy nerviosa”. Digamos que “había borrado conversaciones”, las personas normales no las borran. Este nervosismo solo habla de “potencial culpabilidad”. No se dejen engañar por un “show”, no dejen que el sentimiento nuble a la razón. Piense y luego juzgue.

Por Magdalena Merbilháa, historiadora y periodista.

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LaTercera.com

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