Columna de Marcelo Contreras: Duki, el público juvenil merece más
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Columna de Marcelo Contreras: Duki, el público juvenil merece más
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Argentina puede haber perdido la supremacía como factoría pop en Sudamérica a manos de Colombia, pero Duki está haciendo todo lo que está a su alcance para acortar la brecha. Con 28 años, Mauro Ezequiel Lombardo Quiroga se expresó y desplazó como un consagrado absoluto en su debut en el Festival de Viña. Como ningún otro artista, manejó a la masa de la Quinta Vergara para preparar su retirada, aludiendo a cada figura de la noche incluyendo los animadores, como una forma de sugerir respeto también. Cualquier otro en su posición, con el público a sus pies y los premios en las manos, se deja llevar. Pero Duki mostró manejo en cada momento. También dejó en claro que si de música urbana se trata, lo suyo es un cambio en las reglas.
La propuesta del trasandino consiste en tender puentes, revolver los estilos, saltarse los prejuicios, utilizar las herramientas -el autotune, lo reconoce, le permite llegar hasta donde su voz no puede-, y pasearse con soltura y versatilidad por distintas arterias, hasta crear una conurbación musical donde generaciones diversas se pueden sentir aludidas, incluyendo aquellas que desprecian lo que representa.
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Foto: Dedvi Missene/La Tercera"
El primer gran detalle de Duki es que su material combustiona con una alineación instrumental propia del rock con guitarra, bajo y batería más teclados adicionales, ejecutada por un trío fenomenal. La elasticidad todo terreno de los músicos aborda trap, reggaetón, pop, electrónica, rock y hasta pinceladas de folclor, adaptándose con extraordinaria ductilidad en cada pieza.
Duki pone la guinda a esa maciza propuesta rebosante de musicalidad en un género acusado habitualmente de carencias instrumentales y variables compositivas, con angulaciones de distinto tipo, aunque básicamente es un rapero nato con notables cambios de velocidad en el fraseo.
Tuvo un arranque en modo metralleta con Givenchy, demostrando de inmediato notoria seguridad escénica. En Si te sentis sola se impuso esa oscilación entre urbano y rock, que continuó en Pinifarina con especial lucimiento de la banda. La sufrida Además de mi incluyó sobredosis de autotune, demostrando en apenas cuatro temas un inusual rango emocional y estilístico, para los parámetros de la casilla.
En Buscarte lejos la base rítmica se embarcó en un pulso criollo trasandino para una composición más reposada -”un poco más cantado”, dijo-, hasta cambiar radicalmente de pista con hip hop de corte clásico en Harakiri, con aceitado giro electrónico.
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Foto: Dedvi Missene/La Tercera"
Aparecieron los animadores. Duki agradeció a todos y amenazó entre comillas con un show de dos horas, como los que hace en estadios. Gaviota en mano aseguró que era el primer premio que recibía.
La segunda parte del show confirmó que Mauro Ezequiel Lombardo Quiroga utiliza lo que está a su alcance para evitar la monotonía, sin perder la identidad urbana como una manifestación de originalidad y renovación.
La perorata biográfica de BZRP Music Sessions #50 abrió un paseo vertiginoso con cortes como Top 5, Si quieren frontear y Marisola. Karaoke multitudinario acompañó a Los del espacio, hasta el viraje romántico bailable de Antes de perderte y No me llores, una balada con lujos en el bajo, rematada con un emotivo solo de guitarra.
Duki arremetió con Goteo, se emocionó hasta las lágrimas con la segunda gaviota y puso paños fríos para no afectar la continuidad de la noche y los números restantes, todo con propiedad y cancha, como si sumara décadas de trayectoria.
Mauro Ezequiel Lombardo Quiroga es un fenómeno, sin que se trate de una réplica del encantador verso de los argentinos para congraciarse. Duki realmente es un fenómeno que da tiraje y aire al pop latino alterando el orden de los factores. Canta los lugares comunes en torno al hedonismo, pero ha decidido que no hay ataduras para expresarse, y que el público juvenil merece mucho más que un pulso machacante.
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