Columna de Nelson Vásquez: La encrucijada de la educación escolar en Chile
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Columna de Nelson Vásquez: La encrucijada de la educación escolar en Chile
El sistema escolar en Chile enfrenta una situación compleja y preocupante. Durante décadas, la educación pública ha sufrido un deterioro constante, marcada por la falta de una visión clara sobre su propósito y la insuficiencia de recursos económicos para sostenerla a corto, mediano y largo plazo. En los últimos años, esta crisis se ha agudizado debido al escaso uso de investigaciones nacionales e internacionales como guía para las decisiones políticas. Los efectos de la pandemia ha conllevado altos niveles de deserción escolar, aún no resueltos. Esta situación es particularmente crítica en la educación técnico-profesional, un sector históricamente olvidado que atiende a los estudiantes más vulnerables del país.
Hace un año, el Consejo de Rectoras y Rectores de las Universidades Chilenas entregó al ministro de Educación un estudio ampliamente discutido por especialistas universitarios, con 24 sugerencias para la política pública. Estamos esperando que pronto nos presente un proyecto de ley que aborde integralmente la complejidad de los temas expuestos en el informe.
Una de las políticas públicas más controvertidas ha sido la eliminación de la selección en los colegios emblemáticos. Estas instituciones, que representaron una oportunidad de formación y ascenso social para estudiantes destacados de diversos sectores socioeconómicos, han visto afectada su calidad y prestigio debido a cambios que no consideraron las particularidades de su éxito histórico. Un caso simbólico es el del Instituto Nacional, que ha sufrido una disminución en la excelencia. Además, la politización, polarización y violencia de sus integrantes han agravado la situación. Un cambio de esta magnitud debió estar acompañado de herramientas que permitieran al equipo docente y directivo afrontar las necesidades de una comunidad estudiantil más diversa. En ausencia de estas medidas, la opinión pública percibe que la calidad general de estos establecimientos ha disminuido.
La llamada “Nueva Educación Pública” generó grandes expectativas al prometer el fin de la municipalización y una transformación estructural que restaurara la confianza en el sistema educativo público. Sin embargo, los resultados han sido desalentadores. El diseño de la ley no consideró la complejidad del cambio necesario en términos de gobernanza. Esta iniciativa, lejos de resolver los problemas existentes, los ha profundizado al aumentar la centralización de las decisiones, ignorar las necesidades específicas de las comunidades escolares y priorizar cambios administrativos por sobre cuestiones esenciales como la formación docente, el desarrollo de capacidades en los equipos directivos y la mejora de los aprendizajes de niños y jóvenes. De “nueva”, tiene muy poco.
El actual gobierno ha presentado una reforma que pretende abordar los problemas más visibles para las familias. Sin embargo, esta propuesta parece repetir los errores del pasado. En lugar de enfrentar los desafíos estructurales -como la falta de recursos, el fortalecimiento de la formación docente y la mejora de las condiciones de aprendizaje en las aulas- el plan proyectado agrega más capas de burocracia y control centralizado. Esta reforma aleja a los gobiernos regionales, minimiza el rol de las universidades y descarta el valioso aporte de las Universidades Públicas No Estatales, agrupadas en la Red G9. Además de ser ineficiente, este enfoque ignora las particularidades de las regiones, perpetuando una dinámica de decisiones diseñadas en Santiago que desconocen las realidades locales.
Es momento de cuestionar seriamente la dirección que está tomando la educación pública en Chile, integrando las propuestas del CRUCH para construir un enfoque sistémico que aborde la complejidad de los desafíos actuales. Superar esta crisis requiere un enfoque inclusivo, que contemple el aprendizaje integral e interdisciplinario de los estudiantes, que vuelva a instalar el valor de la lectura en un contexto mucho más tecnológico. Solo así podremos aspirar a un sistema que no solo sea equitativo, sino también de calidad. Para lograrlo, se necesita conocimiento, tiempo, voluntad política, recursos económicos, acoger los planteamientos desde las regiones, aprovechar la capacidad técnica que radica en las universidades y responsabilidad ante la ciudadanía.
Por Nelson Vásquez, rector de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
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