Columna de Nicolás Angelcos: El alejamiento de los sectores populares de la política

Columna de Nicolás Angelcos: El alejamiento de los sectores populares de la política

A cinco años del “estallido social”, de octubre de 2019, siguen abiertas muchas interrogantes frente al comportamiento político de los sectores populares, sobre sus niveles de politización y participación política. Sabemos que hubo masivas protestas que se extendieron a escala metropolitana y, luego, a nivel nacional, llegando a convocar millones de personas en todo Chile.

En diversas poblaciones, se observaron cabildos, asambleas territoriales y, al mismo tiempo, numerosos enfrentamientos con la policía. Estas distintas formas de expresión política tuvieron, posteriormente, un correlato institucional: el cambio constitucional. En el plebiscito realizado en 2020 para aprobar o rechazar este cambio, con un 78.28% de votos a favor del Apruebo, se produjo un importante incremento de la participación de jóvenes de sectores populares.

Este incremento se reitera en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del año 2021, sin embargo, en contexto de voto voluntario, todavía el 45% de los votantes prefirió no votar. En los comicios que vinieron, ambos con voto obligatorio, fueron rechazadas las dos propuestas constitucionales, limitando las posibilidades cercanas de una transformación a la institucionalidad vigente. ¿Cómo interpretar esta mayor disposición a participar y, al mismo tiempo, el rechazo a la transformación institucional?

Tradicionalmente, se ha interpretado la participación política a partir de los recursos que tienen los individuos. Desde esta perspectiva, los individuos con mayor tiempo, dinero y habilidades cívicas, tendrían una mayor disposición, tanto a votar, como a participar de manifestaciones políticas. Si bien este modelo explicaría por qué los sectores populares se expresan menos políticamente que otros grupos sociales, deja de lado cómo se ha construido históricamente la relación entre los sectores populares y la política.

Históricamente, los partidos políticos de izquierda y centro asociaban sus estrategias de transformación institucional con la movilización de los sectores populares. Esto permitía articular expectativas de cambio local, como el acceso a la vivienda, con un proyecto político nacional. Tras la recuperación de la democracia, los partidos de centro-izquierda cambiaron de estrategia, privilegiando la negociación con la oposición política por sobre la movilización social. Esto les permitió enfrentar importantes desafíos en materia de inclusión social, como la reducción significativa del déficit habitacional heredado de la dictadura, pero tuvo como consecuencia, al mismo tiempo, el progresivo distanciamiento de los sectores populares respecto a la política institucional.

En una investigación reciente, analizamos cómo el rechazo a la política —específicamente a los políticos y partidos— se vincula con un cambio en la fuente de legitimidad. Los sectores populares no se identifican con el clivaje izquierda-derecha que estructura el campo político, sino con la proximidad-distancia que tienen los actores políticos respecto a la realidad en que viven. Para los sectores populares, los políticos viven lejos —en comunas de alto estatus— y tienen un comportamiento moral reprochable —son corruptos y defienden sus propios intereses.

Este sentimiento es más intenso en personas de regiones, que identifican la actividad política con los intereses de quienes vivimos en Santiago. Desde esta perspectiva, las expectativas de transformación de la realidad local —mejor salud, educación, mayor seguridad— están casi totalmente desarticuladas de los proyectos políticos nacionales en disputa. Si los políticos son percibidos como actores lejanos, despreocupados de los problemas cotidianos que afectan a la ciudadanía ¿Por qué representarían genuinamente sus intereses?

Este 26 y 27 de octubre, en las elecciones municipales, podremos observar cómo esta relación de distancia entre los sectores populares con la política se expresa electoralmente. Entendiendo que este ciclo, que fue canalizado por vía institucional, aún no entrega las respuestas y soluciones demandadas por la ciudadanía.

Por Nicolás Angelcos, doctor en sociología (EHESS, París), y académico en el Departamento de Sociología de la Universidad de Chile.

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LaTercera.com

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