Columna de Paula Escobar: Saliendo del Día de la Marmota
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Columna de Paula Escobar: Saliendo del Día de la Marmota
Parece que ¡por fin! vamos a salir del Día de la Marmota. Me refiero a la película en la que un meteorólogo (Bill Murray) queda atrapado en un loop temporal, lo que lo obliga a vivir el mismo día una y otra vez. El guion de la política chilena actual era -¿es?- bien parecido. Pasó ya tantas veces. Se presentaba un proyecto para resolver un problema urgente de la sociedad chilena. Se acordaba algo, pero los políticos perdían rápidamente de vista el problema, preocupándose más bien de “perfilarse” o de hacerle daño al adversario político, al “enemigo” (fuera y dentro de su “sector”). Y tiraban el avión abajo.
Pasó con el proyecto previsional del gobierno anterior, del expresidente Piñera, en que la izquierda no aceptó tres a la cuenta individual y tres a solidaridad. Cuánto se han arrepentido. Pasó con el proceso constitucional de la Presidenta Bachelet. La derecha lo guardó en un cajón, feliz. ¡Cuánto habrían dado por plebiscitar esa!
Pasó con la Comisión Experta en el segundo proceso constitucional que, contra todo pronóstico, logró llegar a acuerdo. De nuevo, no era una Constitución perfecta, pero era sobria y habilitante, un paso adelante, que garantizaba zanjar bien el tema y daba garantías amplias. Ahí fueron los del Partido Republicano, que tenían la hegemonía, los que lo echaron abajo.
Tras más de una década intentando mejorar las pensiones, una comisión experta previsional -una de varias a lo largo de estos años-, contra viento y marea, acercó posiciones con informes para los senadores de la Comisión de Trabajo y para el Ejecutivo. Se dijo: estamos más cerca que nunca. Ya había acuerdo en muchos temas, pero su trabajo estuvo a segundos de irse a la basura esta semana. Estuvimos a punto de ver de nuevo el Día de la Marmota, versión chilena.
Se unían en aportillarlo el P. Republicano, las AFP, el exalcalde Jadue y algunos parlamentarios PC, entre otros. Las negociaciones fueron complejas y se reflejó esta semana en las caras largas, y en cómo los plazos se iban corriendo para la presentación de las indicaciones del gobierno.
Pero finalmente se logró un acuerdo entre gobierno y Chile Vamos, acuerdo que ahora debe seguir su tramitación en el Congreso. No es perfecto, nadie quedó exultante, pero eso es parte de llegar a un acuerdo razonable y amplio. Y este es un paso adelante y mejora la situación previsional en la que estamos. En primer lugar, aumenta las cotizaciones, lo que es fundamental, pues el 10% actual es claramente insuficiente hoy y lo será más aún mañana. En segundo lugar, resuelve de manera consensuada lo que las encuestas han mostrado: que las personas, a la vez, quieren que la nueva cotización vaya a su cuenta individual, pero también están de acuerdo con que se mejoren las pensiones hoy a través de este préstamo de 1,5 puntos de la nueva cotización (Cadem). Así se logrará subir ahora ya las pensiones que han quedado rezagadas, incluso después de la PGU (que también sube). Finalmente, de lo más relevante es que se hace cargo de hacer justicia con las mujeres, que hoy reciben “el pago de Chile” al final de la vida. En la vejez femenina se ven las consecuencias de la suma de las discriminaciones económicas que las aquejan durante sus trayectorias vitales. Menor inserción laboral, peores salarios y más lagunas debido a labores de cuidado no remunerado. Si se aprueba este acuerdo, tendrán 0,1 UF por año cotizado. Es cierto que el requisito de 13 años de cotización para que las mujeres puedan recibir este beneficio deja fuera a cerca de 400 mil, y que sería deseable acercarse más a los ocho años que proponía el proyecto del expresidente Piñera. Sin embargo, también es cierto que la PGU cambió el panorama y que en un clima de restricción presupuestaria como el que vive Chile, no puede ser aquello una razón para echar abajo todo el acuerdo. Al mismo tiempo, este incluye el llamado “bono tabla”, que soluciona la injusticia de que con el mismo ahorro que un hombre, una mujer tenga menor pensión, castigada por ser más saludable y vivir más.
Todo aquello es, sin duda, mejor calidad de vida.
Falta afinar detalles, especialmente respecto de la sostenibilidad fiscal de este acuerdo. Pero quienes tan agresivamente se oponen -clamando “traición”- debieran explicar cuál es su plan B. ¿No hacer nada? ¿Esperar que la rueda de la fortuna les dé mayoría para pasar la aplanadora al otro lado?
El modo de enfrentar las legítimas diferencias políticas no es seguir pegados en el pantano, en el juego de suma cero de los últimos tiempos, en el agotador loop del Día de la Marmota, sino en intentar llegar a soluciones de compromiso, como esta. Que no son perfectas, pero sí una mejora. Ojalá este acuerdo habilite en el corto plazo otras reformas clave donde hay bastante consenso, como son la del sistema político y la sala cuna universal.
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