Columna de Paula Walker: Julia Chuñil

Columna de Paula Walker: Julia Chuñil

La señora Julia es una dirigenta mapuche que vive en la comuna de Máfil, en la Región de Los Ríos. Es mamá, abuela y una destacada vecina de su comunidad. Está desaparecida desde el 8 de noviembre de 2024, y su historia es la de una defensora de la tierra que es amenazada, hostigada, y que hasta el día de hoy no se conoce su paradero, a pesar de que la comunidad, bomberos, policías, Fiscalía y hasta el propio Presidente de Chile la buscan. “No vamos a cejar hasta encontrarla”, dijo el Presidente.

La señora Julia ocupaba un terreno que ella limpió y cercó para darle comida a sus animales. Se trata del fundo Reserva Cora Uno A, de 900 hectáreas, que había sido comprado por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) para ser entregado a una comunidad indígena. Sin embargo, los antecedentes que existen son contradictorios y al menos muestran desorden, pues en paralelo que el fundo era asignado a una comunidad, un banco vendía el mismo campo a un empresario de la zona. Es al menos irregular no saber de quién era esa tierra, por qué razón se podía vender a la vez que se cedía, mientras las comunidades vecinas creían que eran tierras ancestrales en manos de la Conadi. Desde el nacimiento de la Conadi, en 1993, se conocen varios informes de Contraloría, denuncias por sobreprecios en ventas, desórdenes administrativos y otros problemas que atraviesan a todos los gobiernos de estos últimos 30 años. Hasta comisiones investigadoras del Congreso han existido. En ese desorden, la señora Julia ocupó por varios años esa tierra para la cría y cuidado de sus animales.

Las mujeres defensoras del medioambiente, las mujeres dirigentas de sus comunidades que defienden causas de derechos humanos, están históricamente amenazadas. Lo mismo los hombres. Y la situación de la señora Julia era justamente de una defensora de la tierra. Dicen que le mandaron este recado: “Yapo Julia, ya los tengo a todos comprados. Faltai tú no más”, según lo establece la querella criminal presentada por su familia, donde se señala al dueño del mencionado campo como el responsable de esos comentarios.

La familia recurrió a la justicia. Una primera fiscal fue acusada de tardar en tomar el caso y sus hijos acusan que no los citó a reunión para obtener sus testimonios, a pesar de que hacía días que no sabían de ella. La ONG Escazú apoya a la familia, la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados los recibió y ahora la investigación tiene un nuevo fiscal, Carlos Bahamondes, de la Fiscalía Regional de Los Ríos.

A julia la hostigaron varios. Incluso sus vecinos, a quienes les pagaron hasta 3 millones de pesos para que le cortaran el puente o le inhabilitaran el camino por donde ella pasaba con sus animales. Le dijeron que le iban a quemar la casa donde vivía. Su hijo declaró que el empresario le decía a su mamá que no fuera a la Conadi, “porque él tenía mucha influencia”. A la señora Julia la cuidaba su perro, “Cholito”. No hay rastros ni de ella ni de su perro.

Por Paula Walker, profesora Magíster Políticas Públicas, Universidad de Chile

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LaTercera.com

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