Columna de Rodrigo Guendelman: José Venturelli, 100 años de un gigante

Columna de Rodrigo Guendelman: José Venturelli, 100 años de un gigante

Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.

Si entras a la Librería de la Editorial Universitaria (Alameda 1050), en el mismo edificio donde está la Casa Central de la Universidad de Chile, y caminas hacia el fondo del pasillo, te encontrarás de frente con una obra de 24 m2 de José Venturelli. Se llama “América no invoco tu nombre en vano”, es de 1950, y se trata de su primer mural hecho de manera individual.

Antes de eso, en 1942, había acompañado como discípulo y ayudante el inmenso muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, quien llegó a Chile fruto de las negociaciones de Pablo Neruda, cuyo objetivo era librar a Siqueiros de la cárcel por el intento de asesinato del político y revolucionario León Trotski en México. Neruda convenció a las autoridades mexicanas que un mural de Siqueiros en la Escuela que ese país había donado a Chile producto del terremoto de 1939 era un regalo tan valioso como el establecimiento educacional que se construía. Lo apoyaron tanto los mexicanos como el presidente Pedro Aguirre Cerda, “y así Siqueiros arribó al aeropuerto de Los Cerrillos con su mujer a fines de 1941″, escribe Luis Alberto Mansilla en el libro Hoy es todavía, José Venturelli, una biografía.

El resultado es uno de los murales más importantes de Chile, una joya que todo chileno debiera conocer y que se encuentra en la Escuela México de Chillán. Otro hito del arte público de Venturelli está en el Centro Cultural Gabriela Mistral, el GAM. Se llama “Chile”, fue el aporte del artista al edificio de la UNCTAD III, es por lejos la obra más figurativa y tradicional de la colección que tiene el GAM y eso la salvó. De hecho, es el único de los murales de la UNCTAD III que no fueron destruidos luego del golpe de Estado y ha permanecido en el mismo sitio desde su creación.

En la sede de Renca del Inacap se puede encontrar otra joya de 1969: “Al transformar la naturaleza el hombre se transforma a sí mismo” se llama. Si todavía quieres ver a Venturelli en el espacio público, te queda una última opción. En el Cementerio General de Santiago, en el nicho donde está enterrado desde 1988, hay una lápida que dice “Excelso maestro de la pintura” y tiene un hermoso trabajo de sobre relieve. Se lo hizo su amigo y genio de los murales, el gran Julio Escámez.

Luego de leer esto, puedes pensar con justa razón que estamos hablando de un muralista. Error. José Venturelli fue un artista muy relevante en el grabado, el afiche, el vitral, el dibujo, la pintura y, también, en el mural. Eso permite entender que la exposición “Centenario José Venturelli. Humanismo y compromiso social”, que se inaugura la próxima semana en el Centro Cultural La Moneda, tenga 470 obras. Y ningún mural, por razones obvias. La muestra, que ocupará las dos salas principales del CCLM, conmemora los 100 años del nacimiento de José Venturelli (1924-1988) y será fundamental para hacer justicia con este extraordinario creador: todos debemos saber quién fue Venturelli, así como sabemos quién fue Neruda, Violeta Parra o Gabriela Mistral.

Venturelli es, de hecho, un nombre mucho más conocido en otras partes del mundo que en su propio país. En China, donde vivió entre 1952 y 1959, lo homenajearon en 2004 y declararon ese año como “el año de Venturelli”. Tanta cercanía desarrolló Venturelli con China que fue decisivo para que ambos países establecieran relaciones diplomáticas en 1970, siendo Chile el primero de Latinoamérica en desarrollar ese vínculo diplomático.

En Suiza, donde José Venturelli vivió desde 1974 hasta su muerte, dejó un legado universal: los vitrales para la Iglesia de la Madelaine, construida por Martín Lutero en el exilio y declarada Patrimonio de la Humanidad. En esa obra, nuestro compatriota reinterpreta el evangelio cristiano desde los derechos humanos. Para aprender a hacer vitrales viajó a Venecia. El resultado causó admiración general.

“Nadie censuró su temática ni la forma en que Venturelli había dado una nueva lectura a los símbolos religiosos”, explica Luis Alberto Mansilla. Brasil, donde vivió entre 1943 y 1944, y Cuba, donde estuvo entre 1952 y 1959, son otros hitos en la biografía de uno de los artistas chilenos más internacionales y extraordinarios. Un hombre que llevó el nombre de Chile al mundo. Dos datos antes de cerrar esta columna. La muestra se abre a público el viernes 20 de diciembre, es gratis, dura hasta principios de abril e incorpora 13 piezas restauradas especialmente para la exposición por la Vicerrectoría de Extensión de la Universidad de Chile. ¡Nos vemos en el Centro Cultural La Moneda!

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LaTercera.com

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