Columna de Rolf Lüders: ¿Chile común o bien comun de los chilenos?

Columna de Rolf Lüders: ¿Chile común o bien comun de los chilenos?

En su mensaje de fin de año, Gabriel Boric se refirió a los logros de su gobierno -escasos me parece-, tal como a las tareas pendientes. Y en esta columna hemos destacado que la población demanda orden y progreso, y que para lograr lo último, es absolutamente necesario disminuir los grados de incertidumbre institucional prevalecientes.

Boric está consciente del asunto y sostiene que es posible lograr las transformaciones pendientes de la mejor manera desde un Chile común. No define el concepto, ni lo hace -característica de esta administración- operacional. Se trata de puras ilusiones. Ello es causa importante de la incertidumbre institucional.

En su mensaje, Boric contrasta implícitamente el modelo económico-social y político de Chile en boga, con su ideal, que tampoco explicita, pero que presumiblemente es alguna forma de socialismo. Sostiene que, si el sentido de la corriente actual es que cada uno se salve por sí solo, defenderá que siempre es mejor estar unidos, escuchando a todas las voces, respetando a quienes piensan distinto, etc. Agrega que, respetando a quienes piensan una época en que suele primar el individualismo, el yo-yo, donde pareciéramos estar cada vez más separados los unos de los otros, el gobierno se juega por los barrios, por la comunidad, por las familias.

Las expresiones de Boric no pueden ser más lindas, pero ignoran que son las economías de mercado -y no los esquemas estatistas basados en buenas intenciones- los que, en el contexto de regímenes políticos liberales, mejor han satisfecho las demandas ciudadanas. Para constatar lo dicho basta con revisar la historia económica, echarle una mirada al barrio, o tratar de explicar nuestro actual estancamiento.

Pues bien, la democracia liberal representativa se diseñó precisamente para, en presencia de bienes escasos, dirimir conflictos en forma pacífica. Siempre que se respete estrictamente el ordenamiento jurídico que la sustenta, incluyendo el de los derechos de propiedad, tal arreglo ha demostrado que cumple con su objetivo.

A su vez, los mercados, que surgen espontáneamente, cumplen un rol informativo y distributivo clave. Son ellos los que permiten transformar valoraciones particulares subjetivas en precios e intercambios justos.

El objetivo de política pública debe ser el bien común, que estipula que sin el bienestar de todos los individuos no puede haber bienestar general. Pero este último no se alcanza sólo con buenas intenciones. Entre los instrumentos disponibles para tratar de lograrlo, se encuentran los ordenamientos socio-políticos y económicos socialistas de carácter marcadamente estatistas y las diversas variantes de economías de mercado. Son estas últimas las que, sin duda alguna, históricamente han estado más cerca de satisfacer las demandas ciudadanas.

Por Rolf Lüders, economista

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LaTercera.com

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