Cómo defender una buena idea según Maximiliano Santa Cruz

Cómo defender una buena idea según Maximiliano Santa Cruz

¿Cómo defender una buena idea? El valor de un proyecto tecnológico, de una marca, de un medicamento nuevo o de una denominación de origen tiene mucha relación con cómo se resguarda de que llegue a manos equivocas. Así al menos lo cree Maximiliano Santa Cruz, quien ha dedicado su carrera a explorar y expandir las fronteras de la propiedad intelectual.

De hecho, fue el responsable de dirigir el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi), la oficina de patentes y marcas de Chile, desde su creación en 2009 hasta octubre de 2018. Previo a eso, trabajó cinco años en Ginebra en la Misión de Chile ante la Organización Mundial del Comercio y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (Ompi). Adicionalmente, desde 2011 hasta 2020 fue presidente del Grupo Asesor de Expertos del Medicines Patent Pool, una de las iniciativas de acceso a medicamentos que ayudan en la negociación de licencias de patentes y transferencia tecnológica para mejorar la salud en países en desarrollo.

Cómo defender una buena idea según Maximiliano Santa Cruz

Maximiliano Santa Cruz es el fundador de Santa Cruz IP, una firma de abogados especializados en materias de propiedad intelectual, innovación y transferencia de tecnología. Fueron los que, por ejemplo, defendieron a Chayanne cuando su imagen se estaba usando para la campaña del Apruebo. Ahora, entrevista con Qué Pasa, Santa Cruz habla sobre la importancia de defender una propiedad intelectual y en qué casos romper esa protección; y también cuáles son los problemas de la nueva Ley de Transferencia Tecnológica y el debate que abrió la IA al crear productos donde el dueño de la idea pertenece a un algoritmo.

-¿Cómo es el contexto ahora de Maximiliano Santa Cruz? ¿Se para en el mismo escenario pero en otra posición?

En otra posición. Hoy día como socio de un estudio de propiedad intelectual yo mismo me doy cuenta cómo nuestras empresas e instituciones están generando buenos desarrollos, pero muchas veces no están conscientes de que pueden transformarlos en activos mediante el sistema de propiedad intelectual. Y nosotros ayudamos a las empresas e instituciones a identificar, capturar, gestionar y comercializar esos activos intangibles.

12/03/2025 - MAXIMILIANO SANTA CRUZ - Mario Tellez / La Tercera

-¿Y ese uso ineficiente se debe a trabas administrativas o quizás hay un desconocimiento de los procedimientos para patentar?

Por desconocimiento. Yo entendería que antes se decía que el sistema era lento, difícil y caro, pero hoy día el sistema es simple, barato y rápido. Es decir, eso ya no es una excusa. De hecho, el año que llegó a entrar Inapi, Chile pasó a ser parte de un sistema internacional de patentes que facilita la protección internacional de patentes. Esa fue una muy buena política pública, y por lo tanto sumados a las solicitudes que los chilenos piden en Chile, si uno suma las que pedimos afuera, están muy bien.

Pero eso hay que potenciarlo con una buena ley de transferencia tecnológica donde crezca la masa crítica de patentes. Ahora, muchos dicen de que es malo patentar por patentar, y yo estoy de acuerdo con eso, pero nadie me va a decir que menos de 400 solicitudes de patentes al año es suficiente. Hay gente que no está haciendo a la pega.

-¿Y cuál es la importancia de defender una propiedad intelectual, una marca, una denominación de origen? ¿Cuál es la amenaza de no estar lo suficientemente protegido?

Bueno, la amenaza es que se pierde una importante inversión que puede hacer una empresa en construir una imagen o hacer desarrollos. Y por eso la propiedad intelectual sufre el problema de los bienes públicos, que es que si no se establecen incentivos para proteger un bien, este simplemente desaparece y nadie invierte en ellos.

Y por eso es que ya hace cientos de años los países decidieron generar herramientas de propiedad intelectual para generar estos monopolios legales y fomentar la inversión en buenas ideas, en buenos signos distintivos.

-Y cuando entra una situación en conflicto de propiedad intelectual, ¿qué herramientas existen para poder defender su autoría?

Todos los países cuentan con oficinas de propiedad industrial, donde estos derechos son reconocidos y donde a uno se le entrega este monopolio legal por un tiempo determinado. No nos gustan los monopolios, pero es útil para fomentar la innovación y la creatividad. Se establece que ese monopolio va a ser simplemente temporal y después todo el mundo puede aprovechar ese derecho de autor, ese invento libremente sin pedir permiso y sin pagar un royalty. Y esas instituciones también contienen leyes que protegen a los dueños de la propiedad intelectual respecto del uso de terceros sin autorización de un derecho de autor, de una patente, de una marca.

-¿Todas las propiedades intelectuales se deben atender y defender de la misma forma? Pensando en el manejo de patentes de medicamentos en contra el VIH, hepatitis C u otras de urgencia en países que lo necesiten.

Todos los países pueden establecer ciertas salvaguardias en casos de extrema urgencia, de seguridad nacional, de crisis sanitaria y por lo tanto romper una patente y utilizarla con autorización del Estado, sin necesariamente que el titular de la patente lo haya autorizado. En lo que se conoce como una licencia obligatoria.

Ahora, hay mecanismos intermedios que funcionan también dentro de la propiedad intelectual. Yo desde hace 15 años apoyo fuertemente una iniciativa de acceso a medicamentos que se llama el Medicines Patent Pool, el MPP, que es una fundación establecida en Suiza, donde negociamos autorizaciones con las grandes farmacéuticas que producen medicamentos innovadores, por ejemplo para el VIH, para la malaria, para la tuberculosis o en general para medicamentos esenciales. Ellos nos entregan autorización para producir un medicamento y nosotros lo sublicenciamos o autorizamos a productores de medicamentos genéricos en países en desarrollo, como en China o en India, en laboratorios autorizados y precalificados por la OMS.

-¿Hubo casos así durante la última pandemia?

Hubo países que utilizaron licencias obligatorias y hubo muchos países que modificaron sus legislaciones de forma de hacer más expedita y más fácil la emisión de licencias obligatorias, pero que no llegaron a eso. Pero la amenaza de emitir licencias obligatorias estuvo. Israel emitió una.

-¿Cómo cree que la propiedad intelectual ayuda a potenciar el desarrollo económico o social de un país?

Gran parte de las economías hoy están construidas sobre intangibles y no sobre bienes físicos. De hecho, de las 500 o 1000 empresas más grandes del mundo, la gran mayoría de ellas cuentan naturalmente con marcas, pero la mayoría de ellas también cuentan con patentes de invención. Es decir, lo ven como una herramienta útil para el desarrollo.

A nivel de país, los países desarrollados, todos, cuentan con un sistema fuerte de propiedad intelectual, equilibrados y con buenos números en patentes, marcas y derechos de autor. Y por eso no es de extrañar de que las guerras comerciales hoy día contemplen medidas en materia de propiedad intelectual y no solamente en cuanto a acceso a bienes y servicios.

Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi).

-¿Cree que quedaron tareas pendientes durante su gestión en Inapi?

Sí. En cuanto a mejoramiento de procedimientos creo que hay que acelerar el procesamiento de las marcas hoy día que tienen un retraso importante. Y eso tiene que hacerse introduciendo, mejorando los procedimientos, los métodos, acelerando la tramitación de marcas.

También creo que algo pendiente es que Inapi debería insistir en que el sistema de propiedad intelectual se unifique en Inapi, y por lo tanto traerse el Derecho de autor desde el Ministerio de las Culturas y traerse lo que es innovación en plantas desde el Ministerio de Agricultura.

-¿Cómo entra la inteligencia artificial en discusión sobre la propiedad intelectual? ¿Cómo se actúa cuando el dueño de una idea es un algoritmo?

Es un tema que todavía no ha sido zanjado a nivel mundial, tanto en materia de patentes como de derechos de autor. La solución hasta hoy día, por lo general, ha sido que aquello que ha sido creado exclusiva o principalmente por una máquina no debería contar con propiedad intelectual, y por lo tanto no debería contar con un dueño de esa propiedad intelectual.

-Y en materia de innovación científica, ¿qué tan preparadas están las instituciones para potenciar y defender la propiedad intelectual creada en nuestro país? Pensando también en la propuesta de Ley de Transferencia Tecnológica

Es muy valioso que el Ministerio de Ciencia haya impulsado el proyecto. Sin embargo, en lo que respecta a patentes, el creo que tiene que mejorarse porque es insuficiente, y más bien creo que puede ser contraproducente a lo que a lo que quiere el ministerio.

Ahora, mi idea original de que hubiera una ley de transferencia tecnológica en Chile era principalmente para promover el patentamiento dentro de Chile. Creo que nuestro talón de Aquiles en Chile sigue siendo la falta de patentamiento, es decir, la falta de captura de las buenas ideas que están generando nuestras empresas y universidades, particularmente con fondos públicos. La lógica es que hoy día esa poca plata que se invierte en I+D+I viene del sector público y por lo tanto el sector público debería o podría poner condiciones para que quienes reciban fondos públicos pagados por todos los chilenos y generen buenos desarrollos los patenten. Y si no los patentan, que el derecho a patentarlo se pase a otras personas.

En el caso de las universidades, por ejemplo, si ellas no quieren apropiarse de un desarrollo generado en la universidad mediante el sistema patente, ese derecho podría pasar a los investigadores que lo generaron y si esos investigadores no quieren hacerlo, el Estado podría reservarse el derecho a patentar. De esta forma, no dejamos buenas ideas simplemente en el aire, sino que más bien las transformamos en activos y eso facilita la transferencia tecnológica.

-Y eso que menciona aún no está redactado en la normativa de la ley, ¿o sí?

No, más bien esta normativa va en el sentido contrario. Establece que si una universidad no se quiere apropiar de sus desarrollos, generados por ella por fondos públicos, eso pasa a un repositorio público donde cualquiera lo puede usar. Lo que va en contra de lo que es la lógica económica de los sistemas de propiedad intelectual. Es volver al año 1300 antes que existieran las primeras leyes de patentes, nadie va a invertir en una idea que esté en un repositorio público.

Fuente

LaTercera.com

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