Cómo operan los narcos venezolanos en un paso fronterizo con Colombia con la complicidad de militares y políticos
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Cómo operan los narcos venezolanos en un paso fronterizo con Colombia con la complicidad de militares y políticos

Un revelador informe muestra operaciones conjuntas entre altos miembros del Ejército y los cárteles. El estado Apure se convierte en un eje clave para el narcotráfico
La modalidad más reciente para las rutas del narcotráfico, que involucra a Venezuela, es la recepción de extranjeros o venezolanos que se dedican al narcotráfico en Apure y “desde allí son trasladados a zonas de acopio, en la frontera colombiana, en el Cinaruco, la Macanilla, así como en el Capanaparo de los municipios Achaguas y Rómulo Gallegos”, describe una investigación a la que tuvo acceso Infobae y que relata cómo desapareció la droga y el avión donde habría sido detenido el hijo del ex gobernador de Apure.
Dos constantes son referencia en el estado Apure en el tema militar, político y comercial: los fuertes carteles y las organizaciones guerrilleras. La investigación revela cómo se mueven esas fuerzas internas, el tráfico de cocaína y su enlace con militares bolivarianos. La investigación muestra la relación de los carteles del narcotráfico con altos funcionarios del gobierno venezolano y su evolución, “desde Hugo Chávez hasta Nicolás Maduro”.

Se describe en el trabajo de investigación cómo desde Apure y Amazonas, la ruta narco va a las costas de Venezuela con rumbo a Dominicana, Haití y Puerto Rico o Jamaica, para llegar a EEUU y Europa. “La cocaína sale de Apure, vía Guárico, por la carretera que conecta Palo Seco a Valle de La Pascua, sigue al oriente del país con destino prioritario Puerto La Cruz, o Palo Seco-Barbacoas, conectando con Charallave y de allí Caracas e Higuerote”.
Otra de las rutas descritas va desde los puertos venezolanos, como Puerto Cabello, La Guaira, Coro, Puerto La Cruz, “hacia África Occidental y luego a Europa”, también llega directamente a Europa “principalmente a través de rutas marítimas y aéreas”, utilizando países como España y los Países Bajos como puntos de entrada.
Desde Apure, “el transporte de esta ruta, desde la zona de acopio” o las llamadas “cocinas” hasta los puertos, la maneja un ex pran de la cárcel de San Fernando, “con militares del Ejército”. También está la ruta “desde Apure, Amazonas y Táchira en dirección a Surinam o Brasil y luego a África Occidental, teniendo como destino final Oriente Medio o Europa”.

¿Cómo funciona ahora el negocio narco en la zona? Tiene que ver con el control de la operación en todas sus áreas, de manera que “los compradores pagan el producto, en efectivo, aunque un alto porcentaje del negocio ha migrado en pagos a través de criptomonedas predominando el USDT”. Los carteles o el ELN que “ahora se ha cartelizado frontalmente, garantizan el transporte interno y el envió desde Venezuela, hasta el país de destino”.
La modalidad descrita ha provocado “mayor control del flujo de cocaína, con la intervención directa de altos funcionarios militares para su resguardo”. Asimismo, se coordinan despachos a otros países “en envíos y coordinaciones entre autoridades de muchos países”, minimizando los riesgos de los embarques y “restando importancia” al tema de “considerar a Venezuela como Estado narcotraficante”.
La línea limítrofe entre Venezuela y Colombia tiene 2 mil 219 km, de los cuales unos 785 km es del tramo limítrofe entre Apure y Colombia, que además se conectan con innumerables ríos, en una interconexión de autopistas fluviales, que facilita la navegación de un territorio al otro con muchas comodidades.

Muerte y silencio
Describe la investigación que el ahora Mayor General retirado Eslaín Moisés Longa Tirado, dirigía entonces la CAO, una división de la Fuerza Aérea, que realizaba en la frontera operaciones contra el narcotráfico, se apoyó en lugareños y estableció un radar portátil “entre las tierras del hato El Chaparralito, y la zona de Las Campanas en Guachara”. No era cualquier lugar porque “en Las Campanas se encontraba entonces el campamento más grande del Décimo Frente de las FARC, comandado por alias Misael”. El radar ubicó el aterrizaje en tierra de una aeronave, por lo que “llegaron helicópteros del Ejército, dándose un enfrentamiento”.
Los militares venezolanos lograron dar de baja a una mujer y a un hombre, “detuvieron a tres personas: un brasilero, y dos venezolanos, uno de ellos el hijo del coronel Ramón Carrizalez. Se decomisaron mil quinientos kilogramos (1.500 kg) de cocaína, una camioneta Hilux nueva con los plásticos aún en los asientos. Cercano al avión, a la orilla del río, 2 botes”. El avión era Hawker 900, “que había sido robado en Sao Pablo, Brasil”. El general Longa Tirado “toma la cartera de Ramón Carrizalez hijo, donde tenía la documentación, con fotos de sus hijas y las vacunas de fiebre amarilla de Brasil”. “Ramón Carrizalez hijo fue trasladado amarrado de pies y manos hasta las instalaciones del hato El Chaparralito”. Habría sido la presión del Mayor General Marcelino Federico Pérez Díaz, entonces comandante de la Brigada del Ejército con sede en Mantecal, estado Apure, “quien mantenía relación estrecha con Carrizalez Jr, que permitió encubrir el caso”.

Ramón Alonso Carrizalez Rengifo fue coronel del Ejército, vicepresidente de la República, ministro de varias carteras, incluso ministro de la Defensa y Gobernador del estado Apure por diez años, por lo que cuando su hijo Ramón Carrizalez Junior es detenido representaba un caso de alto nivel. “El helicóptero con las actuaciones extrañamente cae saliendo de Achaguas, muriendo ocho efectivos militares. Dos llamadas importantes fueron hechas al General Longa Tirado”, una del Comandante General de la Aviación, el General José Gregorio Pérez Escalona, para que enviara el avión y la droga a Guasdualito, a pesar de haberse instruido que se resguardara en San Fernando, para una experticia; el avión se perdió y nunca se supo nada del procedimiento.
La otra llamada fue del General Wilmer Omar Barrientos Fernández, entonces jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada (Ceofanb) “para que liberara al hijo del coronel Carrizalez”, lo que en efecto ocurrió. El general Pérez Díaz fue luego investigado como “cómplice de alias Lucas en la entrega de armas y municiones del ejército a las FARC”. El general Longa Tirado, “por su silencio fue promovido jefe de la Región de Defensa Integral (REDI) Los Llanos, donde estuvo muy poco tiempo y hoy en día se dedica a criar vacas en Apure, siendo recientemente electo como juez de paz”.

Destaca la investigación que en esa oportunidad el general Longa Tirado realizó la denuncia, ante la entonces Fiscal General de República Luisa Ortega Díaz, de la existencia de un “plan para sembrarlo con droga en su finca, por parte del Gobernador Carrizalez, el GB Jesús Rafael Morales León, Comandante de la Brigada de Caballería Blindada e Hipomóvil, la Fiscal Superior de Apure, Carmen Elena Padrón y su hijo Carlos Miguel Padrón, Director de la ONA Apure en aquel momento”.
La investigación destaca que Achaguas llegó a tener tanta importancia para los carteles, que Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo Guzmán, posterior a la fuga de la cárcel de máxima seguridad El Altiplano, en México, se refugió en una “posada de Achaguas, estrictamente para él y su equipo, al menos durante ocho meses”. Cuando se producen algunas denuncias internacionales, el Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) intervino, por lo que “El Chapo se fuga nuevamente vía a Brasil”.
Por ese caso fue detenido “como surtidor de los aviones con el combustible del aeropuerto de San Fernando”, Pedro Alí Linares Cuervo, hermano del actual alcalde de la Oposición en el municipio Pedro Camejo, Luis Ramón Cuervo. Otro hermano de los Cuervo es Edgar José Linares Cuervo, quien tiene alerta de Interpol en varios países por narcotráfico. A Pedro Alí lo condenaron y fue liberado cinco años después, siendo actualmente el director de Tributos en la alcaldía Pedro Camejo de Apure. Edgar José, por su parte, “se mantiene entre Panamá y Colombia, con sus ramificaciones en Apure para fortalecer el narcotráfico”.
Lo que se ha dado en llamar el Cartel de Los Soles, desde principio de los años 90, tiene su nombre por la participación de “algunos altos oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y el sol característico del rango de los generales”, cuyo avance no es solo por comprar conciencia, sino por la “participación de funcionarios públicos, militares, políticos y empresarios”.

Entre ellos destacan a “vicepresidentes, ministros, alcaldes, gobernadores, presidentes de institutos”, que en el caso de Venezuela “ha provocado, que la inmensidad de la producción de la cocaína colombiana” recaiga sobre Venezuela y facilite la salida, por vía marítima y aérea.
Apure en el epicentro
Las organizaciones guerrilleras colombianas florecieron y se asentaron en la zona fronteriza, de tal manera que el comentario popular reza que “todos los gobernadores de Apure son escoltados por las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) o el ELN (Ejército de Liberación Nacional)”. Gran parte de esta frontera está desprovista de vigilancia, o en “la relación que se construyó entre militares y carteles”, lo que funciona como el espacio ideal para el bombardeo de cocaína a los Estados Unidos y muchas otras partes del mundo.
A ello se le suma la posición territorial de Apure, al estar muy cerca del estado Amazonas y del país vecino Brasil, aunque “desde hace muchos años se sabe que, desde Apure, Táchira y Zulia, se despacha pasta de clorhidrato base de cocaína hacia Honduras, Guatemala y México, para luego ser introducida en EEUU”.
Ese comercio es posible gracias a “rutas aéreas y marítimas”, destacando que en algún momento “la presencia de carteles mexicanos, colombianos, haitianos y hondureños era excesiva y se mostraba abiertamente en zonas de Apure, como el Cinaruco, Capanaparo, la Macanilla y Elorza”.
Uno de los hechos que resalta la investigación es que “el narcotráfico en Venezuela ha cambiado con mayor énfasis en los últimos cinco años”; por una parte, ha bajado la construcción de pistas clandestinas en el territorio, aunque muchísimas siguen existiendo, pero principalmente para ser usadas por el microtráfico, por otra, se ha potenciado la relación entre militares, políticos y narcos.
Los grupos irregulares fronterizos “se movilizan en un corredor especial entre tres naciones: Brasil, Colombia y Venezuela, con múltiples operaciones ilegales”. Lo hacen con pistas clandestinas en tierra, por lo ventajoso de instalar campamentos en extremos fronterizos de los tres países.
También, y “una de las más fuertes, de manera fluvial”, porque a través de los ríos, que se conectan con el mar, los grupos narcos tienen una poderosa fuerza para exportar la droga.
Walid Makled
Hay un capítulo aparte sobre Walid Makled García alias El Turco, un venezolano de origen sirio, a quien describen como el rostro más visible en el pasado reciente “del narcotraficante civil más poderoso de Venezuela”.

“Manejaba los cargamentos de cocaína que salían del país por mar y aire con destino a Centroamérica y Europa”, pero en Apure lo conocían “por su distribución de zapatos, colchones y electrodomésticos a los establecimientos de sirios y libaneses del Boulevard de San Fernando, a quienes les pedía que le cancelaran con vehículos”.
Ese requerimiento de Makled se explica en la investigación como parte de una estrategia para usar los vehículos “que llevaba al comando de la GNB en la avenida Táchira, lo que era la 9ª Brigada de Caballería y ahora es sede de la Zona Operativa de Defensa Integral (ZODI)”.
“Aunque los vehículos estaban operativos eran trasladados a la ciudad de Valencia, en grúas de plataformas, cargados de cocaína”. Esta operación incluso llegó a realizarse con una tanqueta militar que trasladaron desde Apure hasta otra ciudad de Venezuela.
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