Crisis hospitalaria: ¿se necesitan más recursos o una mejor gestión?
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Crisis hospitalaria: ¿se necesitan más recursos o una mejor gestión?
Fue el 26 de septiembre cuando se destapó la situación crítica que atraviesa el Hospital Carlos Van Buren de Valparaíso. En el momento más álgido se cerraron nueve de sus 16 pabellones para priorizar solo cirugías de urgencia. Cada día se suspendían entre 20 y 30 intervenciones electivas que debieron ser reprogramadas. Además, no había cómo comprar las quimioterapias para mil pacientes.
Los problemas eran ante todo presupuestarios, pero también de infraestructura. Además, el recinto arrastraba una deuda desde pandemia que a diciembre de 2023 alcanzaba los 13 mil millones de pesos, a los que se sumaban 3 mil millones de pesos correspondientes a órdenes de compra sin emitir.
Hubo manifestaciones de los trabajadores en el frontis del edificio a las que se plegó también el Colegio Médico Regional y, poco a poco, comenzaron a alzarse voces desde el Colegio Médico de Chile (Colmed) y otros gremios como la Confederación Democrática de Profesionales Universitarios de Salud (Confedeprus) para denunciar que lo que sucedía en este hospital no era un caso aislado.
En ese entonces, faltaban tres meses para que terminara el 2024 y según un análisis realizado por el centro de estudios Libertad y Desarrollo con datos de la Dirección de Presupuestos (Dipres) hasta agosto de ese año, de los 72 hospitales públicos, los más grandes, 31 ya habían gastado 80% o más de su presupuesto vigente.
El Hospital Clínico San Borja Arriarán que forma parte de la red del Servicio de Salud Metropolitano Central, atiende a cerca de un millón de personas. Hasta agosto, había utilizado el 73% de su presupuesto anual. Posterior a esto enfrentaría una crisis significativa caracterizada por filtraciones de aguas servidas, que se sumó a la atención de pacientes en contenedores provisionales desde el incendio que lo afectó en 2021.
En el resto del país, la situación no es diferente. El Hospital Base de Valdivia, recinto principal al que se derivan todos los casos de alta complejidad de la Región de Los Ríos, había utilizado el 84% del total de sus recursos a agosto de 2024. A principios de noviembre, el Colegio Médico Regional denunciaba escasez de insumos y la inexistencia de recursos para otorgar una atención de calidad en casos de urgencia.
Dada la situación, cada hospital hizo frente a la falta de recursos desde sus necesidades particulares, pero el déficit financiero parece ser la causa tras las diversas problemáticas que los afectan.
Sin embargo, según el último estudio del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello sobre productividad hospitalaria, en la década 2014-2024 el presupuesto del Ministerio de Salud (Minsal) y el Fondo Nacional de Salud (Fonasa) han experimentado un crecimiento significativo del 84% real, superando el incremento del Presupuesto del Sector Público (56%) y la evolución del PIB (26,5%) en el mismo periodo.
Al contrastar estas dos realidades, la pregunta es inevitable ¿La crisis hospitalaria se resuelve con más recursos o con una mejor gestión? Trabajadores de la salud, médicos y expertos tienen su propia respuesta.
Un presupuesto siempre insuficiente
Héctor Sánchez, director ejecutivo del Instituto de Salud Pública de la UNAB (ISP UNAB) cree que la crisis financiera hospitalaria no puede resolverse solo con la inyección de más recursos, que es como se ha abordado habitualmente. Para él existen problemas estructurales. El primero de ellos, la asignación de recursos.
“Es como se formula y se ejecuta el presupuesto. Hay una diferencia del orden de un 25% entre el presupuesto que se estima que van a gastar los establecimientos hospitalarios versus lo que realmente se utiliza y eso se explica principalmente por la menor productividad”, asegura.
“Cuando se hace el presupuesto en el Minsal se estima cuánto van a gastar los hospitales de acuerdo con una determinada productividad y en base a presupuestos históricos. Pero resulta que la productividad va bajando cada año y parten desfinanciados”, explica el investigador UNAB.
Año a año se ha ido normalizando que los presupuestos de muchos hospitales se acaben a partir de septiembre. En octubre, se asignan nuevos fondos para llegar a diciembre. Pero los recursos que se otorgan a fin de año se contabilizan como deuda para el año siguiente.
Sin embargo, en 2024 esas remesas no llegaron oportunamente ni en la cantidad necesaria. Por eso el fin de año fue tan complejo en todos los hospitales del país.
“A los hospitales el presupuesto siempre les alcanza en promedio como para nueve meses y siempre dependemos de que se nos suelten decretos con los recursos que nos faltan para completar el año. Eso en 2024 ocurrió de forma parcial y muy tarde, muy insuficiente”, dice Anamaría Arriagada, presidenta del Colmed.
“Partimos ejecutando el presupuesto 2025 tres semanas antes, pero además cargando de entrada todo lo que hemos acumulado en pagos no realizados, entonces va a ser un año complejo. Creemos que los recursos van a alcanzar para la mitad del año, probablemente van a empezar a escasear en junio”, agrega.
Sobre si la causa de la crisis hospitalaria está netamente relacionada con el financiamiento o también responde a una mala gestión que impacta la productividad, Anamaría Arriagada señala: “es un problema presupuestario pero por supuesto afecta más a los hospitales que han tenido una gestión con más dificultades”.
“Mayor gasto por mayor productividad, situaciones inesperadas que salen fuera de lo común y por supuesto, situaciones disímiles de manejo eficiente de los recursos hacen que los hospitales se hayan afectado en distinta medida por esta situación, que fue pareja para todos, pero los toca de manera diferente”, explica.
Índices de productividad
Según el informe del ISP UNAB sobre productividad hospitalaria, los indicadores que dan cuenta de la eficiencia del gasto en salud han experimentado una caída de hasta -46,3% y también se han observado pérdidas anuales de productividad laboral del -3,8% entre 2013 y 2023.
“Por cada peso que se agrega en el lapso de 10 años, la productividad ha bajado. Si sumamos todo, es alrededor de un 40%, por lo tanto, los recursos que inyectas al sector ya no rinden los que debieran en términos de producción de servicio para las personas”, comenta Héctor Sánchez del ISP UNAB, quien además es editor del informe.
El especialista detalla que los hospitales tienen un modelo de gestión donde sus directores y los directores de servicio “no tienen suficientes atribuciones para gestionar los recursos humanos de sus respectivos hospitales y obtener la productividad que se necesita. Hay un desequilibrio entre los sindicatos y los gremios versus el poder del director”, afirma.
Pero Anamaría Arriagada declara: “No es una negociación en que los trabajadores pongan sobre la mesa si van a trabajar o no. Por supuesto los gremios de la salud tenemos harto poder y estamos vigilando situaciones de mejoría de nuestras remuneraciones. Pero eso lo hacen todos los gremios que están en la mesa del sector público. Nadie va a negociar lo que es la productividad de un hospital”.
“Un tema que pasa por nosotros, el recurso humano, es el del ausentismo. Bajar el ausentismo es un lugar donde los equipos de salud y los gremios tenemos harto que aportar. Pero no es que los gremios se paren y digan, este pabellón no va a funcionar a menos que nos den lo que queremos, no ocurre de esa manera”, añade.
El investigador UNAB en tanto señala que es preciso que los directores de hospitales y de servicio de salud se empoderen, y que dichos cargos dejen de ser de corte técnico político, porque cambian de acuerdo al gobierno de turno y se pierde la experiencia adquirida.
También afirma que se deben definir objetivos claros por servicio clínico dentro del hospital. “Como no se trabaja con metas, al final se hace lo que resulta”, afirma. “Si logras imponerle a estos equipos que alcancen las metas que tienen que cumplir, trabajan más y producen más”.
Sin embargo, la presidenta del Colmed aclara que sí existen metas sanitarias y de cumplimiento en los hospitales, como la cantidad de pacientes que esperan menos de 12 horas en el pabellón o el número de pacientes nuevo que va a atender.
“Tienen que ver con compromisos de gestión que asumen los directores de servicio y son espacios en los que uno puede optimizar e intencionar ciertas cosas”, aclara. “Sobre todo, es una manera de medir el desempeño de los directores de los servicios”.
La doctora Anamaría Arriagada quiere combatir la creencia de que los hospitales públicos son ineficientes. “Es una idea que se instala muy perversamente. Decir que derrochamos, que no producimos, y la verdad es que estamos atendiendo cada vez más gente, más compleja, de mayor edad, poniéndonos al día con todo lo que quedó rezagado de la pandemia”, comenta.
“Los resultados sanitarios del país se deben a la salud pública, que atiende al 85% de la población, y eso es lo que da cuenta de la expectativa de vida que tenemos, los resultados que tenemos en mortalidad materna, en neonatología, en trasplante, en sobrevida del cáncer. Eso se sostiene con un sistema público que funciona y que funciona súper bien con los recursos que tiene”, asegura.
Las posibles soluciones
¿De qué manera se puede revertir la crisis hospitalaria? “En el corto plazo y en el caso de hospitales específicos que están con problemas, tú no puedes pararlos. Eso hay que tenerlo claro. Sin embargo, yo entregaría recursos financieros estrictamente amarrados al resultado concreto”, afirma Héctor Sánchez, del ISP UNAB.
Para el experto, lo que se necesita es un cambio de modelo de gestión que implica una reforma hospitalaria. “No tiene sentido que los hospitales sigan dependiendo del Ministerio de Salud. La subsecretaría de redes asistenciales se ha transformado en el zar de los hospitales del país. Se ha transformado en la entidad que tiene a cargo todo el holding de hospitales. Todos sus problemas llegan al ministerio y eso no debiera ser”, dice.
Héctor Sánchez afirma que el Minsal es un organismo de política pública y por lo tanto no tendría que ver con la gestión de los hospitales. A su juicio, estos deberían ser administrados por una entidad autónoma, eminentemente técnica. “Ojalá colegiada, que permita hacer una gestión a nivel nacional del sistema hospitalario. Que haya un símil a nivel de regiones que gestione la red dentro de ese territorio”, explica.
Felipe Zamora, secretario de la Confederación Nacional de los Trabajadores de la Salud (Confenats), señala que la salida al problema de la red de salud va por otro lado. “La solución es que los hospitales de menor complejidad puedan aumentar su capacidad de resolver gran parte de las problemáticas de sus pacientes y garantizar las necesidades básicas de estos”, explica.
“Por eso los hospitales de alta complejidad siempre están saturados. La atención es lenta y no es porque quieran. Es por la falta de recursos humanos y de infraestructura no van acorde a las necesidades de la población. Aunque hagas estos hospitales 10 veces más grandes, 10 veces más van a estar congestionados porque la respuesta no es centralizar el recurso”, asegura el dirigente.
“Lo ha dicho la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad. Si fortaleces las complejidades, el poder de resolver y las tecnologías que tienen los Cesfam y los hospitales de baja complejidad, puedes desatochar los hospitales más complejos y en eso tenemos que seguir avanzando y con más fuerza”, afirma Anamaría Arriagada.
“Hemos sido críticos con el presupuesto del año 2025 porque avanza, pero de forma tímida, hacia la universalización de la atención primaria y si bien invierte en infraestructura, principalmente hay continuidad de proyectos”, comenta.
“Fortalecer la atención primaria disminuye las hospitalizaciones innecesarias y ahí hay un foco enorme de mayor eficiencia, además se protege la vida de las personas. Es una política que dota a los cesfam y a los centros de atención primaria de mayor tecnología y por lo tanto, mayor capacidad resolutiva”, indica.
“Pensando en un presupuesto 2026 yo diría que eso es lo más importante: prepararnos para un escenario futuro en que la mayor parte de las personas vamos a estar probablemente en Fonasa, en que la universalización de la atención primaria se haga realidad y sea mayoritaria, con una mirada más de promoción y prevención, donde tanto la salud mental como física se traten en un espacio de atención más integral”, concluye.
Para la elaboración de este reportaje y conocer las particularidades de cada uno de los casos fueron contactados los hospitales Carlos Van Buren, San Borja Arriarán y Base de Valdivia. Pese a la insistencia, no quisieron referirse al tema.
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