Crítica de discos: de la nueva era de Linkin Park, a los buenos regresos de Tyler the Creator y Primal Scream

Crítica de discos: de la nueva era de Linkin Park, a los buenos regresos de Tyler the Creator y Primal Scream

Linkin Park - From zero

La resurrección de Linkin Park tras la muerte de Chester Bennington en 2017, ha sido épica. Aunque el líder Mike Shinoda manifestó tempranamente la intención de seguir, aclaró que debía ser un proceso natural. A Emily Armstrong, la cantante de Dead Sara, la conocen desde 2019, desarrollando un rápido nexo musical, hasta decantar en este título que alude tanto al primer nombre de la banda, como al nuevo capítulo. Linkin Park dio con una voz que calza en rango y potencia en su marco creativo, y a la vez con espacio para su propia personalidad. Armstrong acelera rumbo al chillido agresivo y explosivo, para luego explayarse en líneas de cimbreante melodía y grata tonalidad. Over each other retrata este encuentro entre el universo definido de LP y los rasgos de Armstrong, en una comunión de rock emotivo. Casualty es una de las canciones más densas y desquiciadas de su repertorio, donde se luce con un touch más duro el nuevo baterista Colin Brittain. Overflow se sumerge en reverberancias dub envolventes y siderales, como una muestra de los nuevos rumbos. Nü metal de vieja escuela en Two faced y la durísima IGYEIH, mientras Stained es uno de los títulos paradigmáticos del temperamento interpretativo de Armstrong. El cierre con la melancólica Good things go representa la nueva química de Linkin Park, un reseteo que merece atención.

Tyler, The Creator - Chromakopia

Tal como en el bolero más barrial cantar a la mamá es norma, el hip hop incluye históricamente un acápite de álbumes y canciones de remitente maternal, donde los artistas urbanos reflexionan y revelan flancos emocionales, como lo ha hecho Kanye West en Donda (2021), 2Pac en Dear mama y Smile de Jay-Z. A los 33 años Tyler, The Creator, enfrenta una crisis identitaria en un contexto de amistades que configuran familias, mientras en su acontecer de estrella las novedades se remiten a la última adquisición de alta gama. Con la narración de Bonita Smith, la madre del artista, Chromakopia se enhebra entre la crónica personal como oriundo de Hawthorne, la cuna de The Beach Boys, y el collage musical para exponer, por ejemplo, las primeras señales de envejecimiento entre canas tempranas y más peso. Algunos intentos melódicos entorpecen -nada grave- una trama musical exuberante la mayor parte del tiempo, ingeniosa y rítmica, de pasajes brillantes como el funk ralentizado y endurecido de Noid, con evoluciones cinematográficas y tránsitos de estilo. I killed you es un pastiche de percusiones, guitarra cristalina, grititos y coros ensamblados con encantador ritmo; Thought I was a dead se engalana de fanfarrias, bajos gordos y una multiplicidad de voces avezadas, como escuadrilla acrobática. Otro título que se candidatea entre los mejores del año.

Primal Scream - Come ahead

Instituciones como esta tienden a ser compiladas por fases y comparadas con los títulos que timbraron el paso a la historia. Si con Primal Scream los links inmediatos conectan con el rock y la electrónica en una trama psicodélica, en Come ahead dejan pasar el swagger guitarrero (no del todo), para buscar la conexión mediante el soul, la música disco y el góspel con sabrosura y detalles. Ready to go home, el primer corte, impone coros femeninos fenomenales, bajo pastoso, cuerdas aventureras y fiesta. La guitarra en clave funk asoma en Love insurrection, con Bobby Gillespie impecable en su rol de crooner acostumbrado a los estados alterados (aunque está limpio hace años). Soul aderezado de wah wah y reverberación en Heal yourself; porno rock setentero de excelente factura en Melancholy man, y una mezcla de glam, spaghetti western, punk rock, música tribal y orquesta se confabulan en Love ain’t enough. Circus of life funciona como un dínamo que se activa paulatinamente, donde el bajo y la percusión nunca cejan en plan bailable de marcada cadencia, en tanto se activan coros y saxos repartidos en diferentes planos, con Bobby declamando de fondo. Hacia el final False flags pone pausa como una especie de balada de cuerdas random. Después de ocho años sin novedades -la pausa más extensa de su carrera-, Come ahead es un regreso a la altura de una banda imprescindible.

Fuente

LaTercera.com

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