Cynthia Rimsky: “La literatura chilena es maravillosa, el problema está que entre escritores y críticos no la alaban”
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Cynthia Rimsky: “La literatura chilena es maravillosa, el problema está que entre escritores y críticos no la alaban”
Lo primero que Cynthia Rimsky (62) tuvo de su nueva novela fue el título. En parte haciendo una reflexión sobre los comentarios que suele recibir sobre su literatura. “Varias veces me habían dicho que lo que escribía era confuso, que los lectores lo pasaban muy bien leyéndome, pero al final no sabían de qué se trataba, o que mis novelas eran difíciles de entender o que requerían un lector que hiciera un trabajo. Ya me tenían media podrida esas cosas. Entonces se me ocurrió escribir una novela y lo primero que tuve fue el título: clara y confusa, justamente sobre esa exigencia de claridad que hoy día hay sobre las artes en general”, nos comenta la escritora vía Zoom desde su residencia en Argentina.
Clara y confusa (Anagrama) es el título de su nueva novela, la onceava de su trayectoria, y que le significó ser la flamante ganadora del prestigioso Premio Herralde de Novela (en ex aequo junto a la española Xita Rubert), el mismo que obtuvo Roberto Bolaño en 1998 (por Los detectives salvajes). En sus páginas, leemos la historia de amor de un plomero -el narrador- con Clara, una artista visual que hace obras con objetos cotidianos, y que ha sido constantemente marginada del centro del mundo del arte por una pérfida crítica llamada Renata Walas. Clara y el plomero tienen una relación que a veces se torna compleja debido a las constantes restricciones por parte de ella. En paralelo, el narrador descubre una trama de corrupción al interior del sindicato de plomeros.
Rimsky nos comenta que el paso siguiente al título fue simplemente lanzarse a escribir. A partir de ahí, comenzó a meterse en una exploración, y mediante una escritura con desparpajo y mucho ritmo, le dio vida a una novela ágil y que atrapa al lector. “Empecé a lanzarme porque nunca supe de qué se iba a tratar la novela. Me fueron apareciendo los personajes y mi pregunta inicial era cómo saber si alguien te ama, ahí fue donde tiré la pelota inicialmente. De hecho, trabajo más o menos así. Tiro una pregunta, algunas imágenes y para adelante. Me van apareciendo cosas y las voy siguiendo sin plan. Me va llevando la novela”.
- Entonces, mientras avanzaba la escritura de la novela nunca sabía lo que iba a ocurrir después...
- Cada día que cierro el computador no tengo idea cómo voy a seguir al día siguiente y básicamente se trata como de plantear situaciones o tensiones diría yo, y en vez de escoger los caminos del sentido común, escojo caminos no escritos o que no existen. Por ejemplo, lo del plomero cuando llega al café con las pruebas de la corrupción del gremio lo primero que a uno se le ocurre es que los demás van a decir ‘qué terrible hagamos la denuncia, juntémonos todos’, pero eso no ocurre. Y eso es todo el tiempo, buscando caminos distintos que no sean los caminos realistas ni miméticos con la vida real.
- ¿Tuvo alguna referencia para el personaje de Clara?
- No, simplemente apareció. Fue la pregunta de por qué a algunas o algunos artistas les va bien y a otros les va mal, por qué algunos tienen prensa, venden obras, los invitan a todas partes y a otros no. Entonces como que no me bastan las respuestas racionales que uno puede encontrar como en las reglas del arte de Bourdieu. Entonces quería indagar en eso, ver qué pasaba, qué pasa cuando un artista tiene una obra que es incomprensible y que se niega a hacerla más comprensible, y sufre esa situación.
- El narrador es plomero y se sumerge en la corrupción de su sindicato, ¿qué la motivó a meterse en ese tema?
Son varias cosas que se van conjugando. Por ejemplo, me acuerdo que una vez estaba de vacaciones y me sorprendía que en cada pueblo o ciudad había un tremendo complejo vacacional de Luz y fuerza, que es el sindicato de los eléctricos. Y me impresiona ese gigantismo argentino, estos sindicatos tremendos que dan vacaciones. Me acordé también que mi padre trabajó en Ferrocarriles, le daban pasajes y Ferrocarriles tenía un casino grande. Toda esta cosa que existió que apelaba a que el trabajo no era sólo el trabajo sino que también era la diversión, el bienestar espiritual, físico, familiar e intelectual de los afiliados. ¿Y qué ha pasado con eso? que ha quedado como en una entelequia porque todavía existen los edificios pero están semi vacíos. En algunos incluso está el cartelito de la oficina, pero adentro está vacío, o está alquilando un abogado de medio pelo. Entonces, quise trabajar sobre qué pasa con esa utopía del trabajo como una cosa global, completa, del bienestar, no solamente del dinero.
- En un momento, el narrador dice que se convierte la cultura en un show liviano, infantil. ¿Cree que actualmente la cultura es así?
- Me da un poco de sorpresa o de curiosidad que los organizadores de los eventos culturales parten de la idea de que la gente no tiene interés, por ejemplo, en la literatura. Entonces hay que inventarle (etiquetas) “la literatura y el silencio”, “la literatura y el viaje”. O sea, cómo inventar para atraer a la gente, como que la cultura hay que hacerla liviana, porque si no, no atrae a las personas, siendo que la cultura tiene un público, que de hecho va creciendo o disminuyendo de acuerdo a las épocas, pero la cultura ya tiene un público. Al final lo que ocurre es que esta idea de hacer entretenida la cultura hace superficial algo que ese público está acostumbrado a que no sea superficial. Yo me acuerdo que en Chile esa idea de la cultura entretenida, empezó con los gobiernos de la Concertación. Y se decía así, como si la cultura fuera aburrida. En los pueblos, en las provincias, se ve más acentuado porque esa creencia pasa por tantas escuchas que llega como teléfono descompuesto a la provincia.
Del arte y la crítica
- Clara trabaja en el Arte contemporáneo, ¿cuál es su vínculo con el arte?
- Yo creo que lo de Clara refiere como a un tipo de arte contemporáneo que es de transformar objetos cotidianos o casi domésticos en objetos artísticos, en obras. Entonces uno podría decir que también es un proceso que he realizado en todo mi proyecto literario, que es pescar el plomero, el Porsche, el serrucho telescópico en esta novela, el huevo duro y las calas en Ramal (2011), la fotografía en Poste restante (2001) que son objetos cotidianos y trabajarlos literariamente. (Juan José) Saer habla de desplegar otras canciones, otras melodías a partir de esos objetos. Abrir otras melodías y que esos objetos se transformen en imágenes con otras resonancias o con otras evocaciones que no sean las del objeto mismo. Entonces, con Clara yo me refiero más bien a ese tipo de arte. No sé por qué le han puesto la etiqueta de que ella es artista contemporánea. Parece que lo contemporáneo está asociado a lo no explicativo, como un arte o una literatura que no se vale de las explicaciones, donde el misterio queda latente y no se resuelve. El arte como algo misterioso que no necesita explicarse, sino que se comprende a partir de los sentidos y a partir de lo que a ti te pasa subjetivamente. No tiene que haber una comprensión racional, lógica, aristotélica.
- Hay una pregunta que cruza la novela, sobre qué es el arte. Y se la hago ahora a usted, ¿qué es el arte?
- Ah, no tengo idea, qué sé yo. Yo no tengo la respuesta (ríe). Justamente escribo porque no tengo ninguna respuesta, porque si tuviera la respuesta ¿para qué escribiría? Lo que hago es dar vueltas alrededor de algo para ir construyendo una forma, una figura y que a las personas eso les resuene. Pero no, no tengo ninguna respuesta. Imagínate la patudez de decir lo que es el arte. Lo que sí te puedo decir qué es la creatividad, qué es la imaginación, que son cosas muy importantes para mí para abrir otros mundos que no sean estos mundos reales, donde supuestamente todo está explicado y sin embargo nadie entiende nada. Abrir interrogantes con un espíritu crítico pero sobre todo echar a volar la imaginación.
- Y para usted ¿cuál es la función del artista de la sociedad?
- Creo que el artista hoy día no tiene ninguna función, hay tantos tipos de artistas como tipos de cualquier cosa. Lo único que te puedo decir, es que me interesa cómo ampliar los caminos. Nada más. Andar o recorrer ciertos caminos que no están escritos o revisitar los que están escritos y hacer de esa revisita alguna marca nueva. Incluso en Chile que se trata de cambiar las cosas para que terminen siendo lo mismo como la constitución, entonces incluso en eso plantear un lugar, abrir una ventanita para mirar eso desde otro lugar, porque si lo seguimos viendo así nunca se cambia nada y esa sensación de fracaso y de frustración es espantosa.
- El personaje de Renata Walas es una crítica de arte muy influyente, ¿es ese personaje una forma de expresar su visión del rol de la crítica en la cultura?
Es muy difícil que hoy día exista Renata Walas, porque la crítica ya no tiene ese poder. Está mucho más diversificada. Ella correspondería mucho más a la época de la dictadura o de la postdictadura donde había muy pocos críticos y los críticos usaban discrecionalmente su poder para levantar a algunos y para ocultar a otros, en base a sus gustos o incluso de ciertos caprichos. Creo que siempre han existido ese tipo de críticos pero que no es la crítica en general.
- ¿Y para usted qué lugar ocupa hoy la crítica literaria?
- A mí me encantan las lecturas que hacen algunas personas de los libros porque siento que es como leer las novelas de nuevo, me abren caminos a lecturas que no sospeché y me dan ganas de volver a los libros, a ver qué más hay. Esas lecturas a mí realmente me encantan y me apasionan. Tienen que ver con una manera de escribir crítica (literaria) que tiene más relación con la literatura que con la crítica, incluso la forma de escribir tiene una forma entre ensayo y relato. Es un ensayo literario. Tengo amigos y amigas que hacen eso y que me encantan, que iluminan lugares de los libros que uno no ve, porque los libros están llenos de capas de lectura y hay personas que son buenos lectores.
Historia de un premio
- ¿Qué significa para usted haber ganado el Premio Herralde de Novela?
- El Herralde me pilla cuando ya tengo 11 libros publicados, que han tenido su trayectoria y que han ido construyendo lectores, pero que también algunos sectores de la crítica o de los medios de comunicación han acusado de difíciles, que el lector tiene que hacer un esfuerzo, de que son distintos pero no usan la palabra ‘distinto’ sino que de repente los descalifican o los dejan fuera de ciertos lugares. Entonces, me parece que el Premio Herralde es fundamentalmente para ellos. Me interesa seguir trabajando en mi proyecto, ir descubriendo, ir escribiendo libros, eso es lo que a mí me interesa. Además, el dinero del premio me va a permitir comprar tiempo para dedicarle a eso.
- ¿Cómo surgió la postulación al Premio?
- Postulé ingenuamente como cualquier hijo de vecino. Hay una página donde tú tienes que subir tu manuscrito, después mandar una aplica por correo con tu nombre real y así fue, así lo hice.
- ¿Es consciente de que es la segunda chilena que gana el Herralde después de Bolaño?
- Creo que en Chile hay una necesidad de ganar muy fuerte, porque acá en Argentina me han felicitado por el premio, es importante, tiene prensa, pero tampoco hay una sensación de ganar, aunque vivo acá y no en Chile. Entonces, ¿qué le pasa a Chile que se siente tan aislado? cuando Chile tiene una literatura maravillosa y muy diversa, quizás el problema está que entre escritores, críticos y periodistas no la alaban, no la elogian. Eso hace que el campo de la literatura se tire para abajo entre todos, y por eso ganarse un premio pareciera que es algo fuera de lo común, y no creo que sea tan accidental.
- ¿Cómo se lleva con la obra de Bolaño?
- Me parece muy interesante la actitud crítica de Bolaño, su ironía. Estoy totalmente de acuerdo con eso y con el trabajo formal que hace en sus libros.
- ¿Cómo ha cambiado su vida desde que ganó el Premio?
Ahora estoy con la promoción de esta novela, como con cualquier libro. Por el premio, ahora hay un poco más de promoción y por lo tanto me demanda más tiempo. Pero nada, volví de España y el pasto estaba alto, tuve que cortar el pasto, sacar la maleza, levantar los tomates, ponerle las cañas para que crezcan, hacer el aseo en mi casa. Tengo una invasión de hormigas constructoras voladoras en el taller, tengo que tratar de sacarla, lavar la ropa. Y estoy esperando que lleguen enero y febrero para poder dedicar mi tiempo a otros proyectos porque son los meses de vacaciones donde no doy clases. El libro ha gustado, ha tenido buenos comentarios pero la vida no ha cambiado nada, mis vecinas me tratan igual, el verdulero igual, no hay diferencia.
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