De saludos a auxilio desesperado: qué le escribían los chilenos a “Miti” Markmann, primera dama de Gabriel González Videla
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De saludos a auxilio desesperado: qué le escribían los chilenos a “Miti” Markmann, primera dama de Gabriel González Videla

Los iban a desalojar. Al menos eso es lo que cuenta en su carta una mujer llamada Graciela Cañas, quien en una medida desesperada, decidió acudir a la Primera Dama de la nación, Rosa Markmann, la esposa del entonces Presidente Gabriel González Videla, para encontrar una solución urgente a su problema. El jueves 4 de septiembre de 1947 le escribió: “Yo soy casada con un cabo de Carabineros, tenemos cuatro hijos...tenemos que entregar la casa porque se viene a vivir la dueña. ya estamos cansados de pagar arriendos...Señora, por intermedio de su esposo, nuestro Presidente, o como se pueda más rápido nos facilite (cien mil pesos). No se los pido dados, eso no, todos los meses se los devolvería por letras”.
Cartas como esta, llegaban por montones a la oficina de “Miti” Markmann, acaso una de las esposas presidenciales que más en serio se tomó el rol de Primera Dama, junto con una de sus antecesoras, Juana Aguirre, la esposa de Pedro Aguirre Cerda. Este voluminoso material ha sido recogido por la historiadora Cecilia Morán Tello, quien acaba de publicar Cartas a una Primera Dama. Epistolario de Rosa “Miti” Markmann (1946-1952), a través de las Ediciones Universidad San Sebastián. En las cartas, se ve una especie de devoción que los chilenos y chilenas tenían hacia su figura, incluso algunos se permiten llamarla “Miti”.

“Fue un proceso largo e interesante -comenta Morán a Culto-. Llegué a estas cartas mientras realizaba mi tesis doctoral en historia. Cuando las encontré en el Archivo Nacional quedé muy emocionada y sorprendida por dos cosas: la primera tiene que ver con la importancia que el rol primera dama tenía en esos años y el respeto a esa figura institucional que en general tenían los chilenos. Era vista como una suerte de autoridad cercana, una mamá que acogía, un hada que cumplía sueños o deseos; eso al menos es lo que se desprende de las misivas cuando se les da una mirada”. Esa mirada algo mágica por parte de la gente tiene que ver con el contexto de la época, según la historiadora.
“La segunda se relaciona con el Chile de la época. Era un país con muchas carencias, extremadamente precario; un Estado que no era capaz de absorber todas las demandas sociales o de darse cuenta de los reales problemas de la gente y las posibles salidas que existían para eso. Me impresionó y apenó a la vez la realidad de los chilenos que le escribían sin pudor a la primera dama, contándole problemas muy personales y gravísimos”.

- ¿Quiénes le escribían a Miti Markmann?, ¿qué solicitaban?
- En general le escribían todos los chilenos, de distintos sectores sociales y por los más diversos motivos. Muchos solicitaban ayuda económica, trabajo, vestuario, calzado, casa, auxilio urgente para evitar desalojos y así no quedar en la calle, pasajes para viajar en bus a visitar a familiares enfermos, asesorías legales o para realizar todo tipo de trámites. También le escribía gente que la admiraba por la obra social que ella realizaba, que le agradecía por la ayuda brindada, que la admiraba por demostrar ser un gran ejemplo de lo que era la mujer chilena: valiente, comprometida, trabajadora, esforzada. Todo eso le decían. Habían algunos que la comparaban con la virgen María y otros con un hada amable, como las de los cuentos de hadas. Hay cartas de niños que le adjuntan poemas inspirados por ella o le mandan dibujos del lugar en el que viven.
Dado el copioso volumen de material, Morán debió hacer una selección (aún así, es un libro de 400 páginas) y para ello uno de los criterios de corte fueron las fechas destacadas del período presidencial de su marido. “Hay fechas clave en la que se notan peticiones que se repiten, por ejemplo, a fines de 1951 y durante 1952: antes de que terminara el gobierno de Gabriel Gonzalez Videla, ella viajó a Estados Unidos a recibir un premio que reconocía a la mejor madre del mundo, ese se lo entregaron a ella en 1952 por su obra en la Fundación Viviendas de Emergencia. Antes de viajar la prensa anunció que ella realizaría esa ‘hazaña’ de viajar sola a Estados Unidos (es decir, sin el marido), lo que no era tan común en la época, pensando en los paradigmas culturales de ese entonces, y que en ese viaje, además de recibir un ‘importante premio’, realizaría gestiones para traer a Chile medicamentos para los tuberculosos. Eso generó que miles de chilenos, enfermos, médicos y directores de hospitales, la contactaran para pedirle que no se olvidara de ellos y que al momento de repartir los antibióticos, les hicieran llegar dosis de los mismos. Miti cumplió muy bien, de hecho escribí un artículo sobre eso, en el que se comprueba que ella gestionó el reparto y llegó con tratamiento para enfermos de todo Chile”.

Pero no solo los chilenos y chilenas “de a pie” le escribían a “Miti” Markmann, también recibió misivas de importantes personalidades de su tiempo. “Otras cartas que son muy interesantes son las que le hacen llegar importantes feministas de la época como Amanda Labarca y Felicitas Klimpel, en las que se nota una solidaridad entre ellas, para cumplir con diversas tareas relacionadas con asignación de recursos o llevar adelante ideas; también están algunas misivas de Adriana Olguin de Baltra, la primera mujer en obtener el rango de ministra en el país, así como también Inés Enríquez Frodden, la primera diputada chilena, todas del mismo tenor: ayuda para gestionar distintos temas”.
“Otras cartas provienen de mujeres como la aviadora Margot Duhalde, que solicita ayuda para encontrar o ubicarse en un trabajo; la política Julieta Campusano, entre muchas otras de las más reconocidas mujeres de esos años. Están las cartas que se escribió con la literata chilena Magda Arce, las que creo que son las más desgarradoras de todas, una chilena inteligentísima, que estudió en la Universidad de Columbia, a la que el esposo encerró en un manicomio en Estados Unidos, declarándola interdicta y quitándole a su hijita de 2 años. Magda Arce, desde el sanatorio solicitó ayuda a Miti para salir de allí y para encontrar, primero, y luego, recuperar a su niñita, Todo ese proceso duró cerca de un año. Ese grupo de cartas es súper interesante también porque allí se ve la solidaridad de varias chilenas con un caso extremo. Y hablando de feministas y escritoras, también hay cartas de Gladys Thein, escritora chilena, empresaria, fundadora y directora de Imprenta Tegualda. También hay cartas de extranjeros, entre ellos del impulsor de las operaciones cardíacas en niños, Helmut Jaeger; de Rafael Lemkin, quien acuñó el concepto ‘genocidio’ e hizo la campaña para que fuese reconocido por organismos internacionales. Incluso hay una carta del presidente argentino, Juan Domingo Perón”.

Mi amiga Gabriela
Quizás la figura más importante de la cultura en el Chile de la segunda mitad de la década de 1940, era Gabriela Mistral. En una misiva del 11 de abril de 1947, Mistral le agradece a Miti Markmann haberle pedido que acudiera en su lugar a una reunión pacifista en Los Ángeles, California. “Sabe la señora Presidenta de mi país que dispone cabalmente de su servidora en cualquier asunto femenino de California, región en la cual hay mucho que aprender y comunicar a nuestras mujeres, que también son generosas y activas”.
Respetada en su calidad de poeta y de intelectual, su nombre tomó todavía más vuelo tras la obtención del Premio Nobel de Literatura, en 1945. Ella fue una de las personas que se permitió escribirle a Miti Markmann ya que existían un nexo entre ambas, incluso anterior al gobierno de González Videla.

“Ellas se conocieron en Brasil en 1942, cuando a Gabriel González Videla lo designaron allí en un cargo diplomático -señala Morán-. Por esos años Mistral había alabado el perfil democrático de Gabriel González Videla en la prensa brasileña y en señal de agradecimiento, la invitaron a comer a su casa, en la embajada. Por otro lado, ellos le tenían estima y la consideraban cercana en cuanto a su territorio de nacimiento, pues Gabriel González Videla de origen, era serenense y Mistral del interior del Valle del Elqui. Si bien esa comida Miti la recuerda como un poco incómoda porque Mistral no se mostró muy elocuente al referirse a temas contingentes, relacionados con la alta política del momento, sí terminó de manera graciosa cuando alguien tocó un tema común y silvestre como la calidad de los colchones brasileños. La conclusión de todo eso fue que los intelectuales eran muy excéntricos”.
“Luego de esa comida, las visitas de Gabriela a la embajada habrían sido recurrentes, según relata su nieta, la periodista Ana Campos, en la biografía novelada de Rosa Markmann Una luz en la sombra. La apasionante historia de Miti Markmann (Santiago, Planeta, 2019). La carta que aparece en mi libro es una de 1947 en la que se refiere a una reunión pacifista que se realizaría en Los Ángeles, Estados Unidos, a las importantes labores que realizan las primeras damas en esos años, entre otros temas relacionados con temas de guerra, paz y las mujeres”.

- ¿Diría que Miti Markmann fue quizás quien inauguró la institución de Primera Dama como la conocemos hoy, con oficina propia y todo?
- Esa institución cultural ha existido desde que Chile es Chile. Primero eran las esposas de los gobernadores españoles las que llevaban el apodo de “gobernadora”, luego las esposas de los presidentes, especialmente a lo largo del siglo XIX eran llamadas “presidentas”. Por esos años realizaban labores relacionadas con la beneficencia y caridad y se les reconocía por eso, pero tenía mucho que ver con que todas las mujeres de la elite chilena decimonónica lo hacían. La cosa cambia con Juana Aguirre, la esposa de Pedro Aguirre Cerda, ella fue una primera dama que se acercó más a otros temas, que participó desde una línea más ligada a la política estatal pero dentro de los márgenes que le permitía el contexto. La importancia de Miti es que fue una primera dama diferente. Primero, aparece en un momento donde el concepto “primera dama” ya había llegado a Chile, lo importamos desde Estados Unidos; en el que a su vez brillaba la primera dama argentina Eva Perón, en el que las mujeres nos estábamos posicionando en roles ligados al espacio público y eso le jugó a favor.
Ella le tomó el pulso a Chile desde otra perspectiva, desde otro sector, con una visión distinta. Además tenía habilidades sociales notables, a pesar de que no le gustaba figurar y siempre quiso pasar desapercibida. Todo eso, en conjunto, sumado al contexto, hizo que Miti brillara por sus propios méritos y que llevara una suerte de “empresa primera dama” nunca antes vista en Chile, por medio de la cual ayudó a miles de personas y que también se hizo parte de luchas tan importantes como el derecho a voto de las mujeres. Para lograr todo eso, desde el día 1 tuvo la visión de que había que inaugurar una oficina secretaría de la mujer en La Moneda, que tenía que trabajar con un equipo, no sola, con profesionales como abogadas, visitadoras sociales, matronas, enfermeras, etc., y todo eso lo logro a pulso y con mucho esfuerzo. Se consiguió recursos por todos lados, en Chile y en el extranjero. Y lo logró. Así, construyó algo tan grande como la institución cultural Primera Dama en Chile, con su sello, su marca, sus funciones, sus labores. Algo tan potente que todas sus sucesoras tuvieron que darle una necesaria continuidad y hacerla crecer. Eso hasta 2022, momento en el que terminó el rol y las fundaciones -que todas vienen de estas obras que hizo Miti, en mayor o menor medida- pasaron a otras instituciones y ministerios.

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