Déficit de atención e hiperactividad: ¿Cómo se manifiesta en adultos?
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Déficit de atención e hiperactividad: ¿Cómo se manifiesta en adultos?

“Todo comenzó en un periodo de estrés que me impedía concentrarme y terminar tareas”, recuerda la humorista Pamela Leiva. A sus 40 años, luego de años de frustración por olvidos y dificultades cotidianas, fue diagnosticada con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Esta noticia, recibida hace dos años, le permitió entender cómo este desorden había influido en su vida. “Ahí fue cuando todas las piezas encajaron”, señala.
La comediante convive con esta condición del neurodesarrollo que afecta principalmente a niños y adolescentes y, en menor grado, se manifiesta en adultos en todo el mundo. A nivel global, se estima que el 2,58% de los adultos presentan TDAH persistente, es decir, cumplen con los criterios diagnósticos en la adultez y hay evidencia de su inicio en la infancia.
Durante la niñez los problemas de atención suelen abordarse con apoyo familiar y escolar. En la adultez, en cambio, la persona enfrenta un entorno más exigente sin la misma red de contención, bajo un contexto que se vuelve más agresivo, competitivo y demandante.
En ese tiempo, la comediante, con exitosos pasos por los festivales de Viña del Mar y Olmué, estaba tratando de escribir un libro y no podía avanzar. “Un día, estando en la casa de mi mamá, tuve una crisis”, recuerda. Pamela se puso a llorar, y fue como si su propio cuerpo le estuviera pidiendo ayuda. “Sentí que no era normal estar así, dando vueltas sin poder terminar nada”, precisa.
Primero asistió a un neurólogo, quien la derivó a una neuropsicóloga y, después de cinco sesiones, confirmaron el TDAH en su variante inatenta, es decir, que tiene dificultad para prestar atención, pero no posee un comportamiento hiperactivo.
Tras la noticia, la artista reconoció: “Me di cuenta de que esto lo había tenido toda la vida. Miré hacia atrás y entendí muchas cosas de mi infancia y adolescencia”.
Realidad global y local
La psicóloga Johanna Kreither, quien ha especializado su carrera tanto en Chile como en Estados Unidos sobre TDAH en adultos, señala que, entre los motivos por los cuales un adulto decide investigar si tiene o no TDAH, está la tendencia a observar problemas de memoria.
“Muchos llegan a la consulta pensando que hay algún tipo de trastorno neurodegenerativo”, explica, indicando que estos consultan en primera instancia a un neurólogo, para prevenir otros posibles trastornos que pueden confundirse con los mismos síntomas.
Kreither agrega que la prevalencia es de una persona con TDAH entre cada cinco.

“Las estadísticas en Chile hablan que hasta un 10% se manifestaría el TDAH en la juventud. Los estudios empezaron a mostrar que, de ese porcentaje, por sobre del 50% seguía hasta la vida adulta”, desarrolla.
Kreither dice que algunos síntomas de la infancia se mantienen, pero hay otros que cambian su forma de expresarse como la hiperactividad. “En la vida adulta pareciera como desaparecer o diluirse. Lo que prevalece es una inquietud a otro nivel”, relata, dando cuenta que los adultos enfrentan dificultades en actos fundamentales que pueden llevar a estos a sufrir periodos de estrés o ansiedad.
Observar la infancia
El déficit de atención en adultos se debe, en muchos casos, a que los signos no fueron percibidos o tratados en la infancia, llegando a identificarse en una etapa donde las personas tuvieron que adaptarse a su entorno a como dé lugar.
Jacqueline Hormazábal, psicóloga y académica de la Universidad Andrés Bello, resume que, al no tener acceso a un diagnóstico o a un profesional que pudiera identificar lo que a alguien le estaba ocurriendo, surgen en la adultez distintos otros trastornos que están relacionados o que aparecen en conjunto con el TDAH.
Fue el caso de la comediante Pamela Leiva, quien relata que el TDAH afectó su vida laboral y su autoestima durante muchos años. “Siempre me decían que era ineficiente, que no cumplía con tareas básicas. Me costaba trabajar en la oficina”, en recuerdo de su período en el Segundo Juzgado del Crimen de Puente Alto.

Si bien con el tiempo encontró la manera de aprovechar sus fortalezas en su carrera como comediante y actriz, se permite imaginar una ucronía sobre lo que pudo ser. “Si hubiera seguido en el mundo laboral formal, habría sido muy angustiante y seguramente me habrían despedido de muchos trabajos”, declara.
Lo cierto es que existe el miedo a ser estigmatizado y ser juzgado. Jacqueline Hormazábal, de la UNAB, propone cuáles podrían ser las consecuencias en puestos de trabajo al ser socializado el diagnóstico. Eso sí, no enfrentar un tratamiento tiene sus consecuencias:
“Al no atreverse a consultar, de repente, se bloquean las posibilidades de tratamiento”, dice, y complementa que, a veces, cuadros depresivos o trastornos de ansiedad hacen más crítico el TDAH al “complementar el proceso del trastorno”.
Cómo comenzar un tratamiento
Para aquellos adultos que aún no saben si sufren de TDAH, lo primero que recomienda Johanna Kreither es ir a un neurólogo como consulta inicial. “Hay mucha sintomatología que se cruza con otras y que podrían estar explicando los síntomas y hay que descartarlas”, agrega.
Por su lado, Jacqueline Hormazábal señala que el proceso de diagnóstico puede considerar a un médico especialista en salud mental. “Los psicólogos clínicos también tienen herramientas para identificar si la sintomatología del paciente puede estar relacionada con un TDAH”, indicando que debe incluirse una entrevista en profundidad, la recopilación de antecedentes familiares, académicos y escolares, así como la conducta durante la primera infancia.

Entre los métodos de evaluación existen test de autoevaluación, que Hormazábal describe como “cuestionarios donde la persona responde afirmaciones con las que se identifica o no”. También, se van sumando pruebas neuropsicológicas e imágenes cerebrales, las cuales “han demostrado que hay un funcionamiento distinto en el cerebro de las personas con TDAH”.
Si bien el TDAH comienza a manifestarse generalmente en la infancia alrededor de los 7 años, eso hace necesario que los adultos hagan el ejercicio de “mirar cuál ha sido su historia”.
Con diagnóstico en mano, especialistas como psicólogos podrán hacer un abordaje terapéutico, mientras que los psiquiatras permiten descartar si es necesario complementar dicho abordaje con alguna terapia farmacológica.
Recomendaciones para la vida adulta
Al recibir el diagnóstico, Pamela Leiva probó la medicación, pero no se sintió cómoda con los efectos secundarios. En su búsqueda de alternativas, comenzó a trabajar con terapeutas y un coach.
Entre los consejos que han funcionado para su caso ha sido crear rutinas. “Nos ayuda a reducir la ansiedad. También he incorporado la meditación y el ejercicio, porque me ayudan a manejar mis emociones”, expresa.
Sin embargo, recientemente ha intentado nuevamente la medicación con ayuda de una psiquiatra, aunque todavía está en proceso de ajustar la dosis. “Por ahora, la medicación no me ha funcionado como esperaba, pero sigo en contacto con la psiquiatra para ver cómo seguir”, agrega.
Para este tipo de trastornos, donde el contexto cambia en la vida adulta, la doctora Kreither, especializada en Neurociencia Cognitiva, señala que, el TDAH genera crisis “importantes, a veces mucho más fuertes que en la misma infancia”.

Por ello, hay herramientas y estrategias que ayudan a enfrentar sus consecuencias. La terapia es una de ellas. “Ha demostrado ser más exitosa y eficiente con los TDAH adultos la terapia cognitivo-conductual, también el complemento farmacológico a veces es importante”, explica.
El apoyo familiar debe ser un pilar fundamental para acompañar la terapia. Ante ello, Jacqueline Hormazábal, de la UNAB, propone: “Es fundamental que el entorno de la persona diagnosticada comprenda el TDAH, para evitar los mitos y estigmas asociados”.
De no contar con una red, el trastorno puede impactar, por ejemplo, en las relaciones de pareja, donde sus efectos podrían traducirse en el olvido de fechas importantes o la desorganización, generando desinterés.
Por su lado, Kreither dice que incluso a veces es recomendable complementarlo con una terapia familiar o eventualmente con una terapia de pareja: “El TDAH impacta no solo la vida de las personas, sino su sistema completo”.
Otras estrategias efectivas para el manejo del TDAH en adultos son enfocarse en la organización del tiempo y la gestión de distracciones. El uso de agendas o calendarios permite priorizar tareas y enfocarse en lo relevante, mientras que establecer metas a corto plazo ayuda a evitar la sensación de sobrecarga que suele acompañar a este trastorno.
Además, Kreither recomienda técnicas como apagar el teléfono, trabajar en un entorno tranquilo y practicar respiración o meditación para minimizar distracciones. La generación de hábitos y rutinas estructuradas también juega un rol clave, ya que permite reducir la ansiedad y la frustración, emociones frecuentes en personas con TDAH.
En este contexto, fortalecer las funciones ejecutivas —como la planificación, la atención y la memoria de trabajo— resulta esencial, y existen incluso juegos que pueden contribuir a mejorar estas capacidades, las cuales suelen verse afectadas en quienes padecen este trastorno.
Mirando al futuro
Ante los dolores que provocó no tener una respuesta hasta cumplir los 40 años, la comediante Pamela Leiva enfatiza la importancia de dejar de castigarse por las dificultades que conlleva el TDAH y enfocarse en lo que sí se puede hacer. “Antes me trataba mal por no poder hacer ciertas cosas. Ahora entiendo que no estoy enferma, simplemente funciono de otra manera”, sentencia.
“En lugar de enfocarme en lo que no puedo hacer, me concentro en lo que sí puedo y en cómo mejorar mis puntos débiles”, comenta, complementando que, de no haber buscado ayuda profesional, otra sería la historia. “Si hay algo que te incomoda, hay que ir al doctor, buscar apoyo y no quedarse solo. Entender qué te pasa cambia todo y ayuda muchísimo”, concluye.
Las profesionales entrevistadas valoran la masificación de profesiones afines, así como la implementación de psicólogos u otros especialistas en establecimientos educacionales con programas de integración, concientizando que tener TDAH no es una afectación de la inteligencia, sino un modo de funcionar diferente.
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