Desmantelados

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Avances y retrocesos en la provincia de Buenos Aires En cuatro años, el programa

En diciembre de 2015, por primera vez en su historia, asumió el gobierno de la Provincia de Buenos Aires una fuerza política distinta de aquellas que se habían repartido el poder desde su fundación: el PRO. María Eugenia Vidal encarnó con coraje ese desafío junto a intendentes, legisladores y un gran equipo.

Desde el primer minuto de la gestión tuvimos un objetivo bien claro: acercar un Estado eficiente a cada rincón de la Provincia de Buenos Aires. Durante años, millones de bonaerenses vivieron una situación de desidia y abandono, donde el acceso a servicios básicos era un privilegio y no un derecho. Soñar con obtener un DNI o recibir atención médica en tiempo y forma, era depender del puntero de turno o perderse en un laberinto de trabas y burocracia. Decidimos cambiar esa realidad. Y eso significó hacernos cargo de la situación, generando políticas públicas para que la Provincia deje de ser vista como “inviable”.

Nos propusimos hacer lo que nadie había hecho antes: generar una presencia con un estado inteligente, eficiente y sin intermediarios, con llegada efectiva a cada rincón de la vasta geografía bonaerense. Un Estado que coordinara entre áreas, que fuera ágil, que pudiera integrar distintos niveles de gobierno y, fundamentalmente, que saliera del escritorio y se instalara en el territorio. Así nació el Estado en tu Barrio, un programa que acercaba los principales servicios estatales a lugares de la Provincia profunda. Desafiando una de las dificultades más comunes dentro de la administración: la falta de coordinación y de trabajo integrado entre organismos. Y desafiando también uno de los grandes mitos de la política social: sólo el peronismo puede “entrar” a determinadas zonas y sectores sociales. En 4 años, se realizaron más de 5 millones de trámites, y detrás de ese número frío, hay millones de bonaerenses que pudieron resolver los problemas que realmente les importaban en los barrios más postergados del Conurbano y del “interior” de la Provincia.

Muchos de estos barrios comenzaron procesos de integración y urbanización reales, con obras de infraestructura, programas sociales y una fuerte intervención en seguridad.

Otra transformación fundamental se dio en el sistema de salud. La creación del SAME Provincia permitió que 13 millones de vecinos, en más de 100 municipios, accedieran a una atención de emergencia de calidad: “que llegara la ambulancia”, algo que antes parecía un lujo reservado a pocas localidades. Además, se renovaron las guardias de 34 hospitales provinciales y se hicieron mejoras en más de 350 Centros de Atención Primaria en todo el conurbano. Se inició la Red Amba, digitalizando historias clínicas y coordinando la atención y derivación de pacientes entre los “dos lados” de la General Paz.

No podemos hablar de una transformación integral si no nos hubiéramos ocupado de la educación. Trabajamos en la infraestructura escolar después de años de abandono. Con un aumento significativo en la inversión, pasamos de realizar 350 obras entre 2010 y 2015, a 886 obras finalizadas, solo entre 2016 y 2018. Porque mejorar las escuelas no era solo una cuestión de ladrillos; es una inversión en el futuro de nuestros chicos.

A su vez, realizamos un cambio trascendental en algo que considero fundamental para el desarrollo infantil: la alimentación. A través del Sistema de Alimentario Escolar, garantizamos la asistencia alimentaria a cerca de 2 millones de niños y jóvenes escolarizados, ampliando el servicio de desayuno y merienda a todas las escuelas del nivel inicial y primario, auditando en el lugar la cantidad y calidad de los productos, e implementando un sistema de scoring y control a proveedores.

Al inicio de la gestión del PRO, solo 3 de cada 10 desayunos y meriendas en las escuelas públicas provinciales contenían lácteos. En diciembre de 2019 esa cifra era de 9 cada 10.

La seguridad, o la inseguridad, depende cómo se enfoque, era una de las principales demandas ciudadanas. Fue la firme decisión política de María Eugenia Vidal, desplegada por Cristian Ritondo y su equipo a cargo del Ministerio de Seguridad, la que permitió encarar una lucha frontal y decidida contra el delito. Quedó demostrada la clara voluntad de enfrentar a las mafias que asolaban la Provincia y de iniciar el difícil camino de reordenar y modernizar a las fuerzas policiales.

Narcotráfico en todas sus escalas, secuestros, juego clandestino, mafias sindicales y barras bravas del fútbol fueron los principales objetivos. Difícil, intensa, y con los riesgos y reacciones propias de aquellos que veían amenazados sus intereses criminales, se desarrolló esta pelea durante 4 años 24x7.

Tal vez uno de los emblemas más simbólicos de este punto fueron los búnkeres de venta de drogas, una estructura central en la actividad del narcomenudeo, generalmente en barrios muy pobres y asentamientos. Donde habían puntos de venta del narcotráfico, los transformamos en espacios de primera infancia, sociales y deportivos, derrumbando en 4 años más de 150 búnkers de drogas en toda la Provincia.

En nuestro gobierno, se dieron las luchas contra las mafias más violentas y peligrosas que hoy volvieron a tener lugares de poder.

Otro capítulo clave, y muy de actualidad, tuvo que ver con terminar con los privilegios de la política, hoy podríamos denominarla “casta”. La eliminación de las jubilaciones de privilegio; límites a las reelecciones indefinidas de legisladores e intendentes; declaraciones juradas patrimoniales públicas y obligatorias para funcionarios, legisladores, autoridades policiales y penitenciarias, derogación de regímenes jubilatorios especiales como el del Banco Provincia, reducción de cargos jerárquicos en la administración entre muchas otras medidas, fueron ejemplos concretos de un rumbo claro en cuanto al manejo de la cosa pública.

Hoy, a casi 10 años de aquel inicio de gobierno, lamentablemente siento que hemos retrocedido. La actual gestión de Axel Kicillof retomó varios hábitos de la denominada “vieja política”, traigo algunos ejemplos: incrementó en un 140% los cargos políticos, realizó un aumento indiscriminado de impuestos, financió el déficit de empresas públicas y le dio lugares de poder a los sindicalistas que durante años pusieron palos en la rueda.

El (des)gobierno de Axel Kicillof se encargó de desmantelar los avances que habían puesto a los ciudadanos bonaerenses como protagonistas, para que el clientelismo y los sindicatos amigos del poder vuelvan a tomar las riendas de la Provincia.

En cada uno de nuestros ejes de gestión hubo un fuerte retroceso. En educación, las pruebas Aprender de 2022 mostraron fuertes caídas en los indicadores de aprendizaje de los chicos. Los dos años de escuelas cerradas durante la pandemia, no fueron gratis: hoy 2 de cada 3 niños no comprende lo que lee y tiene dificultades para interpretar textos, además de no poder resolver operaciones matemáticas simples. Los chicos fuera de las aulas fueron una constante.

En seguridad vivimos un descontrol y también retrocedimos. Para el kirchnerismo fue, es y será un tema incómodo, casi tabú. No les impone, no saben abordarlo y quedan muchas veces atrapados entre sus propios prejuicios ideológicos.

Entre el gobierno de Alberto Fernández y el de Kicillof se repartieron las culpas por la escalada de delitos violentos, sobre todo en el Conurbano, y sus ministros nunca pudieron coordinar acciones efectivas. De hecho, era común verlos pelearse en la televisión por diferencias políticas. Mientras tanto, el narcotráfico volvió a inundar las calles del Conurbano bonaerense. Muchos recordarán el trágico episodio de Puerta 8 en 3 de Febrero, donde varias personas fallecieron como consecuencia de droga adulterada y el pedido oficial fue: “si compraron esa droga por favor no la consuman.” Toda una paradoja de la triste realidad. Quizás, esa fue la muestra más cabal de la política de seguridad del gobierno provincial: nada de prevención, solo improvisación.

Las soluciones existen y no son mágicas, las llevamos a cabo cuando tuvimos la responsabilidad de gobernar la Provincia de Buenos Aires. Con voluntad política para hacer lo que había que hacer, entendiendo las necesidades más apremiantes de nuestros vecinos, promoviendo reformas estructurales y dando batallas culturales que están más vigentes que nunca, gobernamos la Provincia más grande del país.

Con esa experiencia como bagaje fundamental; con la misma pasión y renovados liderazgos, caminando cada rincón y escuchando a nuestros vecinos, vamos a gobernarla nuevamente, y cambiarle la vida a 17 millones de bonaerenses.

Fuente

Infobae.com

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