Creíamos que acostarse tarde era solo un mal hábito: es tu cuerpo quejándose por el estrés, según una experta en ansiedad
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Creíamos que acostarse tarde era solo un mal hábito: es tu cuerpo quejándose por el estrés, según una experta en ansiedad

Tener unos hábitos de sueño saludables y hacer alguna actividad física—aunque sea poco exigente— contribuyen a reducir los niveles de estrés. Si no se toman medidas, el estrés se cronifica y el cuerpo comienza a adoptar sus propias medidas de afrontamiento que pueden alterar aspectos como el sueño, las relaciones sociales e incluso la forma de trabajar.
Según la terapeuta Miriam Salinas, especialista en trastornos provocados por la ansiedad, acostarnos tarde por noche, o caer en obsesiones como el perfeccionismo en el trabajo, son la respuesta neurobiológica con la que nuestro cerebro intenta protegernos del estrés y el trauma acumulados a lo largo del día.
Entender este vínculo entre eso que considerábamos solo malos hábitos y el estrés, es crucial para dejar de culpabilizarte y empezar a comprender por qué nos acostamos tan tarde por la noche cuando, en realidad, tenemos sueño.
Un momento de paz y seguridad
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se puede definir el estrés como un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil. Todas las personas tenemos un cierto grado de estrés, ya que se trata de una respuesta natural a las amenazas y a otros estímulos. Es la forma en que reaccionamos el estrés lo que marca el modo en que afecta a nuestro bienestar.
Miriam Salinas explica que "si te acuestas tarde por la noche, es porque es el único momento en el que sientes paz y seguridad". Durante el día, la ansiedad y la hipervigilancia son los estados mentales dominantes, impidiendo que el cuerpo y la mente se relajen. Por eso, la tranquilidad nocturna se convierte en un refugio emocional, donde finalmente es posible bajar la guardia.

Este patrón no es un simple capricho ni una falta de disciplina, sino una señal de que el sistema nervioso está intentando encontrar un espacio seguro. La desregulación del sistema nervioso autónomo (SNA), provocada por el estrés crónico, puede alterar los ritmos naturales del sueño y empujar a las personas a buscar consuelo en la soledad de la noche, provocando lo que investigadores de la Universidad denominó procrastinación del sueño.
Una forma de mitigar esta conducta que, a su vez causa mayor estrés por no dormir las horas recomendadas, es reservar tiempo durante el día para encontrar esa tranquilidad y rebajar los niveles de cortisol paseando o desconectando de la fuente de estrés.
El impacto del estrés en nuestros hábitos
El estrés no solo está detrás de múltiples trastornos del sueño. En su búsqueda estrategias de afrontamiento para el estrés, nuestro cerebro también encuentra refugio en el uso excesivo de pantallas.
Tal y como publicaba La Vanguardia, algunas personas pasan horas usando redes sociales en el móvil o frente al ordenador para evitar enfrentarse a pensamientos intrusivos o emociones incómodas. Según Salinas, "pasas horas en el teléfono porque prefieres eso a enfrentarte a tus pensamientos". Esta evasión cognitiva es una forma de distracción temporal, pero no resuelve el malestar de fondo, que es la ansiedad provocada por el estrés crónico.
La terapeuta experta en ansiedad, también responsabiliza al estrés de determinados comportamientos de aislamiento social, al percibir las relaciones sociales como un entorno inseguro que el cerebro asocia como foco de estrés. Aunque desde fuera pueda parecer que eligen estar solos, en realidad se trata de una adaptación neurobiológica para evitar situaciones que perciben como amenazantes o emocionalmente peligrosas.
Otros comportamientos que pueden afectar a tu productividad diaria, es la obsesión por que cada cosa que haces sea perfecta. Salinas explica que el perfeccionismo surge como un intento de controlar el caos emocional interior. Todas estas conductas, lejos de ser defectos, son adaptaciones que el cerebro y el cuerpo desarrollan para sobrevivir a contextos de estrés sostenido en el tiempo.
Imagen | Unsplash (Dipqi Ghozali, Sinitta Leunen)
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Rubén Andrés
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