El coche más caro de la historia nunca superó los 17 km/h: es literalmente de otro mundo
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El coche más caro de la historia nunca superó los 17 km/h: es literalmente de otro mundo

Nombres como Bugatti, Ferrari o Pagani suelen ocupar las primeras posiciones en las listas de coches más caros del mundo. Sin embargo, existe un vehículo cuyo coste supera con creces incluso al Ferrari 250 GTO que, según Forbes, se vendió por 51,7 millones de dólares.
Sin embargo, pese a toda esa exhibición de lujo, ingeniería y cuero de primera, ninguno de los supercoches actuales ha superado todavía a un coche fabricado en 1971 que no aparece en subastas y ni siquiera se puede conducir en la Tierra.
Lunar Roving Vehicle (LRV) fue el primer todoterreno electrico descapotable que solo los astronautas han tenido el privilegio de conducir y su pista de pruebas fue nada menos que la superficie de la Luna.
No había lujos, pero sigue siendo el más exclusivo
Lejos de ser un capricho de millonarios, este vehículo fue diseñado para sobrevivir en un entorno completamente hostil, sin aire, sin carreteras y con una gravedad muy inferior a la terrestre. El coche más caro de la historia terminó por ser un buggy lunar que cambió para siempre la exploración espacial y cuyo precio lo sitúa en un nivel inalcanzable para cualquier otro automóvil.
El Lunar Roving Vehicle fue desarrollado por la NASA y fabricado por Boeing y Delco Electronics para las misiones Apolo 15, 16 y 17, y solo se construyeron cuatro unidades, aunque únicamente tres llegaron a la Luna; la cuarta se reservó para piezas de repuesto.

Este coche, de aspecto sencillo, fue un auténtico milagro de la tecnología para su época. Era un todoterreno eléctrico de cuatro ruedas motrices, cada una con su propio motor independiente. En 1971 ya tenía la misma tecnología de tracción que actualmente usan algunos coches eléctricos de lujo.
Sin embargo, a diferencia de los exclusivos Bugatti o los McLaren, el LRV nunca superó los 14 km/h, aunque su velocidad máxima era de 18 km/h. Su velocidad se limitó por motivos de seguridad. A 384.400 km de distancia del taller más cercano, cualquier precaución es poca.
Este límite de velocidad solo se deshabilitó en 1972, cuando el astronauta Eugene Cernan logró alcanzar los 18 km/h durante la misión del Apolo 17, estableciendo el récord de velocidad lunar. Suerte que los radares de velocidad todavía no han llegado a la Luna.

El LRV no tenía un volante convencional, sino un mando tipo joystick que permitía controlar la dirección y la velocidad. Funcionaba gracias a dos baterías no recargables de 36 voltios y podía recorrer hasta 90 kilómetros, más que suficiente para los objetivos de las misiones Apolo.
Con 3,10 metros de largo y 1,80 metros de ancho, el LRV pesaba solo 210 kg en vacío, pero era capaz de transportar el doble de su peso, incluyendo dos astronautas con sus trajes y equipos científicos.
Entre sus innovaciones tecnológicas, el buggy lunar contaba con cámaras delanteras y traseras, un giroscopio de navegación y una cámara de televisión controlada a distancia desde Houston. Según recogía La Vanguardia, gracias al LRV, los astronautas de la misión Apolo 15 pudieron explorar 27,8 kilómetros de superficie lunar, ampliando enormemente el alcance de la investigación científica.
El coche más caro jamás construido
El desarrollo y construcción del Lunar Roving Vehicle supuso una inversión colosal. En 1971, su coste ascendió a 38 millones de dólares, una cifra que, ajustada a la inflación, equivale a aproximadamente 281 millones de dólares en 2025.
Esto significa que el buggy lunar costó casi el triple de los 100 millones de dólares que costó el desarrollo del Bugatti La Voiture Noire, que terminó vendiéndose en una subasta por 16,3 millones de dólares, superando ampliamente cualquier otro superdeportivo conocido.
Las tres unidades que llegaron a la Luna con las tres misiones Apolo permanecen allí aparcadas desde los años 70. La NASA no contempló su retorno por el exceso de peso que añadiría al despegue del módulo lunar.
Así, estos vehículos, con un valor actual cercano a los 300 millones de dólares cada uno, siguen estacionados en la superficie lunar convertidos en piezas únicas de la historia de la ingeniería y la exploración espacial.
El equivalente a su ticket de parking sería una factura de unos 93.000 millones de euros, que es lo que la NASA presupuestópara las misiones Artemis que llevarán de nuevo al hombre a la Luna. Todo sea que China se le adelante y le aparquen su rover lunar eléctrico en doble fila.
Imagen | Wikimedia Commons (NASA/Dave Scott, NASA LRV Stowage, Alejandro Migl)
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Rubén Andrés
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