Edo Caroe en Viña 2025: un triunfo con fórceps
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Edo Caroe en Viña 2025: un triunfo con fórceps
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Para hacer reír lo fundamental es tener simpatía, gracia. Si no se tienen esos atributos, no tienes nada que hacer en el humor. Eduardo Carrasco Rodríguez, el nombre real de Edo Caroe, es de aquellos que nacieron con esa virtud. A veces, como sucedió en la conferencia de prensa previa a su actuación, el destino también juega a favor. Le preguntaron si entraría de mago y, de repente, se cortó la luz. Una situación azarosa que fue cómica sin el mínimo esfuerzo. O sea, un buen augurio.
Los nueve años que separan su debut en la Quinta Vergara a su expresión actual muestran un humor que mantiene su esencia primaria, pero que ha evolucionado. Si, por ejemplo, antes su tono de voz -como muchos de su generación- tenía los énfasis calcados de Felipe Avello, la versión 2025 del temucano es propia, no se mira en el espejo de los demás. Sus continuos llenos en el Movistar Arena y el éxito de su podcast han escenificado una personalidad particular, segura de sí misma, con personas que lo siguen, imitan y admiran.
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Caroe es un personaje de chistes y monólogos disruptivos, pero con una mirada que no deja de ser profundamente generacional. Desde el inicio, se metió el público en el bolsillo con la galería gritando “Edooooo, Edooooo”, como si estuvieran en una cancha de fútbol. Esa convicción la internalizó e imprimió un show con oficio. Pero algo pasó que, pese a las risas, siempre se estuvo a la espera de la comicidad eterna, ese instante que todos comentan al día siguiente en el trabajo o en el desayuno en la casa. Esa hilaridad no estuvo. Parecía estar con el freno de mano.
No se puede decir que fue un espectáculo flojo, calculado para llegar a los peaks, pero dado su status -y su presente- hubo una sensación de conformismo disconforme. Más allá de las historias logradas con su familia -esposa, hija, novio(a) de hija, padre-, que siempre mantuvieron la tensión divertida en el auditorio, Caroe no explotó en lo que se espera de él: la transgresión.
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Foto: Dedci Missene / La Tercera"
Quizás estar haciendo un espectáculo televisivo apaciguó su tradicional picardía y solo tuvimos destellos de un humor negro que la mayoría esperaba que fuera más hardcore. Es en este tipo de escenarios que el público quiere sorpresas e ingenio de ese estilo. Lo hubo a cuentagotas. Cuando citó a Piñera con el chiste a prueba de agua. Cuando dijo que a su hija le fue tan mal en la PAES que no la llamó Boric, sino que Maite Orsini o cuando citó al propio Presidente hablando de cifras que no maneja.
Fueron símbolos marginales de lo que se esperaba que fueran aspectos primordiales de su show. El actual Edo Caroe enfatiza sus presentaciones en un segmento veinteañero/treainteañero y progresista. Ahí están las citas a los noviazgos con hombres y mujeres de su hija, su opinión sobre el aborto –”me da lo mismo lo que hagan con su vida”, dijo sobre los embarazos imprevistos- y el cierre con el guiño a la música urbana y el abuso del autotune. No cabe duda que triunfó, pero en ocasiones las formas son más importantes que el resultado.
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