El adiós de Benedetti, el camaleón de Gustavo Petro
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El adiós de Benedetti, el camaleón de Gustavo Petro
Era su pana, su hermano, su cuate. Le besaba en la frente delante de todo el mundo y se sentaba a su lado en el avión para contarle chismes y maledicencias. En su carrera a la presidencia, nadie fue más importante para Gustavo Petro que Armando Benedetti, de los pocos que se atrevían a tocarle a la puerta cuando se quedaba dormido o le metían prisa si llegaba tarde a un mitin (ocurría a menudo). Se encargaba de llenar las plazas de entusiastas y de encontrar aliados políticos. Como jefe de una campaña electoral que culminó en un increíble éxito, se ganó por derecho propio un puesto importante en el Gobierno pero, llegado el día, Petro lo envió lejos, a Caracas, a un rol menor de embajador. Le rompió el corazón.
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