El cañón más descomunal jamás creado por el hombre lo hizo Hitler. El problema es que era demasiado grande

El cañón más descomunal jamás creado por el hombre lo hizo Hitler. El problema es que era demasiado grande

La Segunda Guerra Mundial marcó un hito en cuanto al avance armamentístico de las contiendas anteriores. Hubo de todo, desde chocolate que ayudó a ganar la guerra a los aliados, hasta armas nazi cruciales perfeccionadas gracias a Franco, robots suicidas insólitos o incluso el plan de construir un enorme espejo espacial para “freir” enemigos. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero el arma más grande jamás construida por la humanidad sigue estando en “manos” nazis.

Orígenes de un diseño monumental. A principios de la década de 1940, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, Adolf Hitler encargó la creación de un arma capaz de sembrar el pánico entre sus enemigos. De esta iniciativa surgieron los cañones Gustav y Dora, los más grandes y mortíferos jamás construidos por el hombre.

El Gustav (originalmente llamado Schwerer Gustav), fabricado por Krupp A.G., una empresa alemana de renombre en la producción de armamento, y bautizado en honor al líder de esta familia industrial, era una monstruosidad de 45 metros de largo, 12 metros de alto, 7,1 metros de ancho y un peso de casi 1.500 toneladas. Sus proyectiles, del calibre 800 y con un peso de hasta siete toneladas, podían alcanzar objetivos a 47 kilómetros de distancia y tenía como propósito atravesar la Línea Maginot, una fortificación francesa supuestamente impenetrable.

Sin embargo, su impresionante tamaño y potencia resultaron ser tanto una ventaja como una desventaja significativa. De hecho, para cuando estuvo listo en 1941, la Línea Maginot ya había sido superada por la táctica de blitzkrieg a través de Bélgica.

Imperial Museum

Precursores y desarrollo de la artillería pesada. La idea de armas de asedio gigantes no era nueva. Desde la Edad Media se fue avanzando en el empleo de cañones gigantescos, como el Tsar Cannon ruso, una pieza más simbólica que práctica. Durante la Primera Guerra Mundial, Alemania desarrolló armas como la denominada Gran Berta, bestias que resultaron eficaces contra fortificaciones tradicionales pero inútiles contra estructuras modernas de hormigón reforzado.

Dio igual. A pesar de sus limitaciones, los alemanes continuaron perfeccionando su artillería pesada, lo que llevó al desarrollo de armas aún más y más grandes hasta llegar al Schwerer Gustav.

Geschutzdora2 Modelo del Dora

Despliegue y uso en combate. En 1939 se construyó un modelo de prueba que, durante las pruebas en Hillersleben, demostró su capacidad para atravesar tanto paredes de hormigón como de acero. Tras su aprobación en 1940, el arma fue oficialmente presentada a Hitler en 1941. Se ordenaron dos unidades: el Gustav, entregado gratuitamente como tradición de Krupp, y el Dora, que costó siete millones de marcos del Reich. El Gran Gustav tenía unas dimensiones colosales y estaba operado por una tripulación de 250 soldados protegido por dos batallones antiaéreos.

El cañón entró en acción por primera vez durante el asedio de Sebastopol en 1942, donde según los historiadores disparó 50 proyectiles de alto impacto. Más tarde, el equipo fue trasladado cerca de Leningrado, pero la operación se canceló antes de que pudiera usarse. Su participación final registrada fue, hasta donde se sabe, durante el Alzamiento de Varsovia en 1944, aunque algunos informes sugieren que ni siquiera llegó a ser desplegado.

Vulnerabilidades de un monstruo. El cañón Gustav presentaba numerosos inconvenientes. Su transporte requería una infraestructura ferroviaria especial, lo que limitaba su movilidad y lo hacía vulnerable a ataques aéreos aliados. El proceso de ensamblaje tomaba cuatro días, y su tripulación de centenares de hombres debía trabajar en coordinación con otras 1.500 personas dedicadas exclusivamente a su protección.

Por último, la preparación para disparar era compleja, permitiendo lanzar solo 14 proyectiles diarios, una cifra insuficiente para marcar una diferencia significativa en el frente. Todo ello en conjunto llevó a su final.

El fin de un gigante. Para evitar que cayera en manos enemigas, el arma fue destruida antes del 22 de abril de 1945, aunque algunas fuentes sugieren que los soviéticos lograron capturarla y desmontarla. Dora, por su parte, fue capturado por las tropas estadounidenses y destruido en Grafenwöhr en abril del mismo año. Un tercer cañón, encontrado incompleto en la fábrica de Krupp, nunca se terminó y hoy sus piezas están expuestas en el Museo de Historia Militar de la Bundeswehr en Dresde.

Así se ponía fin a una idea que nunca cuajó. Todas estas armas simbolizan el fracaso estratégico de priorizar armamento colosal sobre soluciones más prácticas. Gustav fue un prodigio de ingeniería y propaganda, pero su impacto real en la guerra fue insignificante.

Imagen | GoodFon, Scargill, Imperial Museum

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