El eco de la crisis industrial de Michigan podría inclinar las elecciones en EE.UU.

El eco de la crisis industrial de Michigan podría inclinar las elecciones en EE.UU.

Cientos de edificios abandonados en Detroit son la muestra del declive industrial de Michigan. Antiguas viviendas, restaurantes y mercados con puertas y ventanas reventadas, maderas enmohecidas y arbustos que se cuelan por entre las rendijas del suelo. Vías como la de la calle Chase, en el este de la ciudad, donde se acumula un buen número de estas construcciones, permanecen envueltas en un halo de nostalgia. La alcaldía ha derrumbado más de 20.000 estructuras en desuso en la última década pero muchas siguen allí, testigo de un mundo que ya no es.

Detroit, conocida como la “ciudad del motor”, y sede de las tres grandes automovilísticas estadounidenses -Ford, GM y Chrysler-, perdió más de un millón de habitantes desde los años 60 debido al cierre de fábricas, víctimas de la globalización y de las graves crisis financieras de las principales matrices.

Brian Pannebaker, un trabajador de la industria automotriz recién retirado, y que lidera un grupo de obreros en apoyo a Donald Trump, ha visto cómo decenas de esas factorías cerraban durante décadas. Toda su familia votaba demócrata, pero él emprendió un viaje político hacia el Partido Republicano que completaron también miles de obreros mientras el declive industrial se acrecentaba.

“En la cena nuestros padres decían que el Partido Demócrata era el partido de la clase obrera, pero con el paso de los años nos dimos cuenta de que todos nuestros trabajos se estaban yendo a México”, explica a La Tercera en el living de su casa, situada frente al lago Sant Claire, que antes se helaba en invierno pero ahora no, algo que Brian no achaca al cambio climático sino a ciclos naturales de la temperatura.

Una calle en la ciudad de Detroit

“Los demócratas ahora representan a los ricos, a los acomodados de Nueva York, los banqueros, los millonarios de Wall Street, los actores y actrices, la elite de Hollywood y, al mismo tiempo, a la gente de bajos ingresos que no paga impuestos y cobran muchos programas estatales pero ya no nos representan a la clase trabajadora que paga impuestos”, se lamenta Brian.

Su casa es una suerte de tributo a Trump. En el garaje guarda buena parte de sus tesoros. Cartelería gigante de varias campañas, pesas decoradas con el Make America Great Again, y varios pares de zapatillas con la firma del expresidente y la bandera estadounidense. Guarda con cariño su última adquisición, unas deportivas en las que puede leerse Trump 2024.

“Él es un político similar a Ronald Reagan y ha cambiado al Partido Republicano. Antes eran un poco como los demócratas pero ahora son más nacionalistas y populistas, y creo que van a mejorar el ecosistema de las fábricas porque está a favor de menos impuestos, que es lo que crea empleo”, asegura el carretillero.

Michigan es el segundo de los estados péndulo que más votos del Colegio Electoral reparte (15) tras Pennsylvania (19). Ambos han sido durante décadas, junto a Wisconsin, parte del “muro azul”, donde la clase media trabajadora sostenía victorias demócratas. Eso cambió la década pasada. Trump ganó ahí por apenas 11.000 votos en 2016 después de que Hillary Clinton diese por sentada la victoria en Michigan y se olvidara de hacer campaña allí. Joe Biden, considerado el candidato “más sindicalista” de la historia, lo retomó en 2020 con menos de 155.000 votos de ventaja, menos de tres puntos.

Detroit, Michigan. Foto: Héctor Estepa

Ahora las encuestas dan empate técnico. Kamala Harris aparece arriba pero con apenas 0,3 puntos de ventaja sobre un Trump que, sin embargo, ha recortado varias décimas en los últimos días y va en ascenso. Cada voto podría ser, por ende, decisivo, y ambas campañas están poniendo toda la carne a la parrilla en Michigan, sin escatimar recursos y hablando especialmente a la clase obrera.

“Somos un país capitalista”

Trump tiene clara su estrategia para convencerlos: promete un proteccionismo basado en el aumento de impuestos a las exportaciones y la bajada de impuestos interna. Lleva también semanas insistiendo en inculcar la idea de que los demócratas quieren acabar con el auto a gasolina en favor del eléctrico.

Brian compra ese discurso: “Nosotros somos un país capitalista, que insta a la gente a abrir negocios, crecer, expandirse y quizás exportar, pero eso no puede suceder si el gobierno quiere quedarse con el 30% o el 40% de tus ingresos. Promocionar el auto eléctrico además destruiría nuestra industria porque China controla la mayor parte del mercado de baterías y los materiales necesarios para construirlas así que, aunque nosotros intentásemos construirlas aquí en EE.UU., seríamos dependientes de los chinos”.

Esa última idea está calando entre parte de los votantes y Harris ha pasado estos días intentando desmentirla. “Nunca diré qué auto tienen que conducir”, ha subrayado en uno de sus mítines en Michigan, donde ha llegado también a apoyarla la exprimera dama, Michelle Obama. Pesos pesados en la mezcla para intentar rascar hasta el último voto.

Harris sabe que su fortaleza está en los derechos laborales y sus votantes también lo destacan.

Ovidio Aldana es parte de la United Auto Workers, el mayor sindicato de trabajadores del sector automotriz del país, y votará demócrata. Recibe a La Tercera en su casa, un pequeño sótano a las afueras de Detroit, que comparte con su gato y arrienda mientras consigue otro lugar mejor tras haber llegado hace dos años a la ciudad del motor proveniente de Illinois. Su antigua factoría cerró y él fue reubicado en Michigan.

Ovidio Aldana, parte de la United Auto Workers. Foto: Héctor Estepa

“La administración Biden estuvo aquí en Detroit apoyándonos en nuestra última huelga para conseguir mejores condiciones laborales y salariales”, recuerda.

En efecto, en 2023 se produjeron importantes huelgas en varias fabricas automotrices y el gobierno se unió a los reclamos. Los paros se saldaron con aumentos salariales de hasta el 23%, además de con cambios que mejoraron sustancialmente el nivel de vida de los trabajadores, y muchos obreros no lo olvidan.

Ovidio también cree que el auto eléctrico es una oportunidad. “China tiene una buena mano en ese mercado pero nosotros tenemos que meternos en ese sector también para que los chinos no tengan el monopolio”, reclama, siendo consciente de que conllevaría ajustes en las fábricas, algunos dolorosos.

En su planta, asegura, la mayoría apoya a Kamala Harris, pero hay también un buen número de votantes de Trump. La elección podría acabar decidiéndose por un puñado de votos en el “estado automovilístico” y cualquier movilización de votantes, incluso con el papeleo puerta a puerta, creen quienes defienden a uno u otro candidato, podría acercar la victoria.

Fuente

LaTercera.com

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