El terrorista reformado

El terrorista reformado

Me alegro de que se haya derrocado el régimen de Bachar el Asad pero, ¿qué quieren que les diga? Mi alegría es contenida y mi esperanza está, por el momento, bien sujeta por el escepticismo. Porque no me fío de los nuevos, a pesar de que estos días están aliviando el sufrimiento de muchos al abrir las cárceles y liberar a prisioneros torturados. Hayat Tahrir al Sham, el grupo que ha tomado el poder, se presenta como moderado y reformista, pero cuesta creer que una escisión de Al Qaeda vaya a garantizar las libertades y los derechos de todos (y todas) sin excepción. Existiendo como existe en el islam la estrategia de la taqiya, el disimulo de la fe en circunstancias adversas, no sería tan raro que los yihadistas adoptaran el ocultamiento de sus postulados radicales como medida de adaptación temporal. Pero luego, ¿qué? ¿Qué vendrá después de que muestren al mundo las atrocidades cometidas por El Asad y se nos presenten como los buenos? Los precedentes históricos no nos dan razones para el optimismo: demasiadas veces en las últimas décadas la revolución acabó en pesadilla teocrática. Empezando por Irán en 1979 y pasando por las primaveras árabes. Ojalá volver a la euforia de ver en directo la plaza Tahrir llena de gente celebrando que al fin se pudo, la gente pudo acabar con un régimen de hierro que había durado décadas. Pero no tardaron en llegar los islamistas y luego los militares. Fatal destino el de los nacidos en tierras musulmanas que parecen condenados a vivir bajo el yugo de algún tipo de dictadura, ya sea religiosa, militar o monárquica.

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ElPais.com

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